La gestión del gasto farmacéutico
Llevo días viendo el debate que se ha abierto respecto al gasto sanitario. Me viene a la memoria una anécdota de un viaje a Finlandia hace cuatro años; mi cuñada pasó una mala noche por un dolor de muelas y decidimos ir al dentista de una pequeña localidad 110 kilómetros al norte de Rovaniemi; antes de ir pasamos por un cajero para proveernos de una buena cantidad de efectivo, por lo que pudiera pasar.
Después de media hora de visita, una radiografía y un empaste nos entregaron la factura, 12 euros, con la indicación de que en nuestro país podíamos reclamar su devolución. La receta del antibiótico nos la dispensaron en una farmacia, individualmente en un pequeño despacho y exactamente con el número de pastillas que debía tomar el paciente, a un coste bastante reducido.
No sé por qué tenemos que tener en nuestras casas un armario lleno de medicinas que no vamos a usar y que van a caducar. La verdad es que no sé si el gasto sanitario es mayor o menor que en otros países del Primer Mundo, pero de lo que estoy seguro es de que podría estar mejor gestionado.