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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Como si no hubiera pasado nada

Están ocurriendo demasiadas cosas y demasiado deprisa. A la publicación en The Times de la entrevista con foto del etarra De Juana Chaos, en huelga de hambre desde noviembre, le ha seguido la noticia de movilizaciones de los demás presos de ETA bajo la bandera de la amnistía y la autodeterminación, como si estuviéramos a comienzos de la transición. El intento de empezar de nuevo como si no hubieran pasado 30 años y no existieran instituciones democráticas resume la actitud actual del mundo de ETA y Batasuna. La propuesta presentada ayer por Otegi para negociar la creación de una comunidad autónoma que integrara al País Vasco y Navarra se inscribe en este afán por hacer como que aquí no ha pasado nada. Para empezar, como si ETA no hubiera roto la tregua.

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El lunes se ve el recurso contra la condena de 12 años a De Juana por un delito de amenazas terroristas. La condena ha sido considerada desproporcionada con argumentos sólidos, por más que algunas de las frases incluidas en los dos artículos que dieron lugar a la condena sean algo más que un mero ejercicio de la libertad de expresión, como pretende el propio recluso en la entrevista. También afirma que no habría abandonado la huelga a cambio de una reducción de condena, por lo que cabe suponer que tampoco por una atenuación del régimen penitenciario, como sigue planteando la Fiscalía. A pesar de ello, las instituciones están obligadas a hacer lo que la ley permita para evitar su muerte.

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Otra idea de De Juana es que después de Barajas, la negociación es más necesaria que nunca. Otegi no lo dice, pero parece darlo por supuesto al presentar en nombre de una tal Comisión Negociadora de la Izquierda Abertzale su propuesta para reanudar el diálogo multilateral. Sin embargo, no es posible dar continuidad a un proceso iniciado con la condición de un abandono verificable de la violencia. Sería como aceptar que se puede negociar con gentes dispuestas a dinamizar el diálogo a bombazos. Que Otegi sea partidario de la integración de Navarra y el País Vasco en una sola comunidad no es una novedad. Ni siquiera lo es que admita, como ya hizo en Anoeta, que hay que "partir de la situación actual", es decir, de la existencia de dos comunidades diferenciadas. Lo que sería nuevo es que dijera que su partido niega a ETA el derecho que la banda se atribuye de imponer ese objetivo a bombazos.

El atentado de Barajas no hace "más necesario que nunca" un diálogo sin condiciones, sino que, por el contrario, eleva el nivel de exigencia para que el brazo político de ETA pueda ser aceptado como interlocutor. Así lo dejaron sentado todos los partidos democráticos tras el 30 de diciembre. Si ETA y Batasuna pretenden participar en una eventual reforma del Estatuto de Gernika, tendrán antes que acreditar su compromiso de renuncia irreversible a las armas.

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