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Tribuna
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El impacto de España es real

La semana pasada España se conmocionó y entristeció con la noticia de la muerte en Afganistán a manos de un terrorista de dos guardias civiles españoles, el capitán José María Galera Córdoba y el alférez Abraham Leoncio Bravo Picallo, y su intérprete, Ataollah Taefik Alili. Recibí esta dolorosa noticia a bordo de un avión que volaba desde Kabul a Madrid. Acababa de visitar el día anterior la base española en Qala-i-Naw, donde conocí al comandante jefe, el coronel Luis Martínez Trascasa, y su brigada de soldados y formadores españoles de élite. Tanto yo como mi Gobierno expresamos nuestras más profundas condolencias y dolor por la pérdida de estos tres hombres valientes que demostraron su sentido del deber, honor y orgullo.

El esfuerzo invertido en Afganistán contribuye de manera decisiva en nuestra seguridad
El regreso de los talibanes al poder condenaría al país a una brutal gobernanza
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Este acontecimiento trágico ha provocado un debate en España sobre la misión de la ISAF en Afganistán. En base a lo que he visto y conocido durante mi reciente viaje a ese país, aprovecho esta oportunidad para resaltar ante el pueblo español las razones por las que tenemos que acertar en Afganistán y la región, y por las que el éxito de nuestros esfuerzos colectivos allí tendrá un impacto directo sobre el bienestar y la seguridad de los ciudadanos de nuestros dos países.

No debemos olvidar que los ataques terroristas que sufrieron nuestros países el 11 de septiembre de 2001 y el 11 de marzo de 2004 fueron urdidos en los nidos del extremismo en Afganistán y su región circundante. No provocamos esta lucha. Nos implicamos en Afganistán como un acto de legítima defensa, y seguimos involucrados para impedir nuevos ataques contra nuestros países. La única manera de evitar que Afganistán se convierta de nuevo en una cuna del terrorismo y un trampolín para el extremismo que amenaza a nuestros ciudadanos es ayudando al pueblo afgano a asumir la responsabilidad de su propia seguridad y su propio futuro. Eso es precisamente lo que hacen los formadores policiales de la Guardia Civil desplegados en Afganistán: proporcionar la formación y la seguridad necesarias para que esta transición hacia la responsabilidad afgana sea una realidad. Así, los miembros de la Guardia Civil española en Afganistán, incluidos los tres extraordinarios hombres que perdieron la vida trágicamente la semana pasada, están contribuyendo a la seguridad de los ciudadanos españoles de forma tan directa como sus compañeros en España. Mientras lloramos su muerte, hemos de rendir tributo a su sacrificio a través de los medios más eficaces para lograr nuestros elevados objetivos: un Afganistán estable que ofrezca un sustento adecuado a su población y que no represente una amenaza ni a la región ni a la seguridad del resto del mundo.En consonancia con nuestros propios intereses, nos importa el pueblo de Afganistán. El regreso de los talibanes al poder condenaría al país a una brutal gobernanza, al aislamiento internacional, a una economía paralizada, y a la denegación de los derechos humanos básicos al pueblo afgano -especialmente a las mujeres y niñas-. Estados Unidos y España comparten la convicción de que la participación y los derechos de la mujer en cualquier sociedad son un indicador clave de su estabilidad y su potencial para la paz, la prosperidad y la democracia. Juntos buscamos maneras de ofrecer nuevas oportunidades a las mujeres y niñas en Afganistán. Un país no puede lograr la estabilidad si la mitad de su población no tiene acceso a la educación, es oprimida y sufre marginación.

Les daré algunos ejemplos de los avances logrados: bajo el régimen talibán, solo 900.000 niños, y ninguna niña, estaban escolarizados. Hoy, gracias a los esfuerzos del Gobierno afgano, Estados Unidos, España y otros donantes, más de seis millones de niños están escolarizados, de los cuales un tercio son niñas. Además, se han concedido más de 70.000 préstamos a empresas cuyas propietarias son mujeres. En la provincia de Badghis, España trabajó con sus socios afganos para establecer un sistema provincial de salud que actualmente sirve de modelo para el resto del país. Tuve la oportunidad de visitar el recién reformado hospital provincial, así como sus nuevas dependencias materno-infantiles. En un país con una de las tasas más altas de mortalidad infantil a nivel mundial, y donde una de cada ocho mujeres muere al dar a luz, este hospital no solo presta atención sanitaria, sino que ofrece esperanza.

Me marché de Badghis enormemente impresionado por la eficacia de la misión española. Admiro el entusiasmo de sus valientes hombres y mujeres y su dedicación a la difícil, pero vital, misión de garantizar la seguridad y formación necesarias para que el pueblo de Afganistán pueda arrebatar el control de su país a los extremistas.

Han sido nueve años difíciles. Nuestros ciudadanos, españoles y estadounidenses, así como el pueblo afgano y la comunidad internacional, quieren ver el final de esta fase del conflicto. Por eso, el presidente Barack Obama presentó el pasado mes de diciembre una estrategia nueva y revitalizada, concebida y dirigida por el General David Petraeus, para llevar la guerra a una feliz conclusión. Para lograr este objetivo, los afganos han de asumir la responsabilidad de su propia seguridad, dejando las fuerzas internacionales en un segundo plano. Hemos visto que esto no se logrará rápidamente ni será fácil, pero se podrá conseguir.

Como ha dicho con frecuencia el presidente Obama, esta no es una guerra elegida, sino necesaria. Si no logramos el éxito, Afganistán se convertirá de nuevo en un campamento terrorista. Pakistán, su vecino nuclearizado, se desestabilizará. Como ha explicado el secretario general de la OTAN, Rasmussen, el extremismo podría extenderse rápidamente de esa región hacia Asia Central y Europa. Esa es la triste realidad. Por esta razón están en Afganistán los soldados españoles, a los que denominó "guerreros" el vicepresidente Joe Biden durante su visita a España hace unos meses, diciendo que "han actuado junto a los guerreros estadounidenses en Afganistán y han demostrado su sentido del deber, honor, y orgullo".

En vista de lo expuesto, hemos de asumir el hecho fundamental de esta misión: nuestra seguridad compartida está directamente vinculada con la seguridad de Afganistán, y por tanto estamos obligados a proteger a los que ahora no pueden protegerse a sí mismos. Juntos debemos reconocer las dimensiones y la dinámica de este reto y responder con el compromiso y resolución necesarios para superarlo. A este fin, España está realizando una importante contribución de ayuda al desarrollo, además de la aportación de tropas y formadores. No solo preparan al pueblo de Afganistán para arrebatar el control de su país a los extremistas, sino trabajan para que el pueblo español -y todos nosotros- estemos más seguros. Como comprobé muy claramente durante mi visita a Afganistán, el impacto de España es real.

Alan D. Solomont es embajador de Estados Unidos en España.

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