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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una lengua global

Las Academias de la Lengua Española de todo el mundo celebraron el pasado fin de semana su XIII Congreso en Medellín y ayer iniciaron en Cartagena de Indias -por donde entró este idioma en América- el IV Congreso de la Lengua Española. La presencia del rey Juan Carlos en esta edición colombiana de los congresos de la lengua certifica su ambición iberoamericana y la apuesta de la Corona por abrazar cualquier iniciativa de progreso en el ámbito de las culturas en las que se habla el español.

Coincide con un momento de plenitud en las previsiones sobre la pujanza del español; las estadísticas conceden a este idioma el mayor crecimiento entre los globales, que podría tener una difusión equiparable a la del inglés hacia mediados del siglo actual. Sean o no certeras esas previsiones, lo cierto es que el español ha alcanzado una solidez que proviene, en gran parte, del esfuerzo de las Academias (y de los autores, los especialistas y, por supuesto, la población hablante) por mantener la unidad básica de la lengua. La aprobación de las bases de la nueva gramática es un paso más en esa dirección. Y la vitalidad con la que el Instituto Cervantes aborda su trabajo en todo el mundo avala la esperanza de que ese empuje se mantenga. Una novedad que merece ser subrayada es el apoyo que desde estas instituciones se presta a las otras lenguas habladas en España, que han entrado a formar parte de los planes de estudio del Cervantes.

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Gabo reina en el Congreso de la Lengua
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El Congreso de Cartagena de Indias, que se clausura el jueves, rindió ayer en la apertura un especial homenaje al más ilustre habitante de la histórica ciudad caribeña, Gabriel García Márquez, que acaba de cumplir 80 años y cuya gran novela Cien años de soledad conocerá ahora una nueva edición global. Gabo lanzó en cierta manera estos congresos, cuando en el primero, celebrado en 1992 en Zacatecas (México), pidió que la lengua se liberara de los corsés ortográficos. Su discurso contra la ortografía ocultaba a un alumno aplicadísimo de esta disciplina. Las Academias le devuelven con este agasajo el favor que nos hizo a todos agitando la bandera de la mejor y más libre ortografía, la de sus libros.

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