Las menores y el aborto
En mi opinión, Rodríguez Ibarra añade confusión al tema del aborto en las menores de 18 años. El meollo de la cuestión no es que ningún padre o madre desee que "su hijita, su pequeña niña", en sus palabras, se encuentre sola en ese proceso. Naturalmente. Ninguna ley obliga a ello; la comunicación a los padres será una decisión personal y que debiera ser estimulada. Todo el mundo entiende que lo deseable es que la mujer que decide por la razón que sea interrumpir el embarazo tenga todo el apoyo emocional de todas las personas significativas para ella.
El problema es que cuando una menor de 18 años decide abortar y la relación con los padres es tan mala o tan cargada de temor que no desea que estén informados de ello, pueda tener acceso confidencial a un procedimiento con las garantías sanitarias adecuadas. El asunto es que si la ley obliga al consentimiento paterno en estos casos, habrá adolescentes que busquen vías alternativas, por medios peligrosos, con riesgo para la vida de la madre.
Seguramente, Rodríguez Ibarra preferiría entonces que la ley hubiera amparado la confidencialidad y la autonomía de la adolescente en lugar de que esa pequeña niña fuese víctima de un aborto séptico. Por difícil e indeseable que sea que una adolescente pase este trance sin el apoyo familiar, más indeseable es que se practiquen abortos clandestinos, que se seguirán practicando mal que pese.
