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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las mentiras nucleares

Para que una central nuclear sea competitiva hay que ahorrar en costes. ¿Y cómo hacer economía en su construcción y mantenimiento? Fácil, rebajando en seguridad.

Un ejemplo está en el accidente ocurrido en 1979 en la central de Three Mile Island del Estado de Pensilvania, Estados Unidos.

Tras estudiar las inversiones que serían necesarias para minimizar los riesgos de que algo así se repitiera, consideraron que el encarecimiento era superior al posible beneficio económico. Esta fue la razón de que, durante 30 años, en Estados Unidos no se construyera ningún otro reactor.

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También la tragedia de Chernóbil tuvo mucho que ver con el dinero. A pesar de que se responsabilizó a los operadores de la central, lo cierto es que el diseño de los reactores se hizo bajo el criterio de recortar gastos.

Como la supervisión nuclear de la antigua URSS estaba asignada al Ministerio de Energía Atómica, no existió una investigación independiente.

Lo mismo sucede con Fuku-shima, puesto que la AIEA depende directamente de la industria nuclear. Las centrales de Japón se construyeron junto al mar por cuestiones económicas, lo que fue en detrimento de su seguridad. Al no enterrarse los generadores de emergencia, en una zona con alto riesgo sísmico, bastó una gigantesca ola para inundarlos y desencadenar el desastre. La AIEA no es un organismo independiente y no va a filtrar ningún informe que perjudique la expansión de la energía nuclear.

Ahora nos cuentan que el nivel de la escala INES se ha elevado al máximo, pero ¿cuál será la realidad que se oculta tras estos datos?

¿Resulta ético justificar una industria energética que prioriza las cuestiones económicas a la vida de los seres vivos? Antes de responder echen un vistazo a las víctimas de Chernóbil y Fukushima, miren a los ojos de sus hijos y rechacen tragarse las mentiras de estos irresponsables. Esa ha de ser nuestra gran responsabilidad.

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