Sin pacto educativo

El Partido Popular enterró ayer la posibilidad de alcanzar un amplio pacto educativo en esta legislatura, algo que habría dotado al sistema español de la estabilidad normativa de la que carece desde hace décadas. Después de meses de negociaciones y señales positivas, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, presentó hace 15 días una última propuesta que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha rechazado ahora en su totalidad bajo el vago argumento de que no supone un cambio del modelo educativo.
De Cospedal no ha precisado cuál es el modelo que su partido defiende, pero insiste en las líneas rojas marcadas desde la sede de Génova: garantía de la enseñanza del castellano en las comunidades bilingües y libre elección de centros, volviendo a la casilla de salida en un juego paralizante para cualquier acción de gobierno por consenso, para, a renglón seguido, acusar de inacción al Ejecutivo.
La medida del esfuerzo realizado por Gabilondo la da el hecho de que los sectores más laicos y progresistas estaban incómodos con la propuesta final que el ministro presentó el pasado día 22 de abril en aras de dicho consenso. Ha sido una labor de aproximación arriesgada, que el PP ha despreciado, evitando cualquier acción conjunta y, de paso, cerrando la puerta a una nueva forma de hacer política menos partidista que habría agradecido el sector educativo y toda la sociedad.
La actitud del PP sólo es comprensible por cálculo electoralista, porque no es aceptable esgrimir la oferta de enseñanza del castellano cuando ni el mismo partido la ha garantizado a nivel nacional o autonómico cuando ha tenido ocasiones de hacerlo. Cabe preguntarse si una cuestión con tantas aristas es suficiente para enterrar un pacto que busca mejorar la calidad de la enseñanza en un país con las cifras más altas de Europa en fracaso escolar y cuyo modelo económico necesita urgentemente un decidido impulso en este terreno.
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