El patio de Esperanza
Esperanza Aguirre volvió ayer a hacer una exhibición de recursos en la Asamblea de Madrid. El inmenso esfuerzo que ha desarrollado en los últimos días para transmitirle al nuevo ministro de Fomento, José Blanco, buenas maneras y afán de colaboración debía de estarle alterando el organismo. Tanta contención no es buena para la salud, es cosa sabida, así que poco antes de que empezara el pleno, la presidenta de la Comunidad de Madrid dejó que saltaran por los aires los botones de la compostura que la tenían atada, y se impusiera su estilo de siempre. Su viejo estilo: aquí mando yo.
Resulta que las botellas de agua que se llevan sus señorías a sus escaños, si se derraman bloquean el sistema de votación electrónica. Así que la presidenta de la Cámara, Elvira Rodríguez, prohibió ayer que se bebiera dentro del hemiciclo (salvo en la tribuna de oradores). No fue un capricho: se había decidido en la pasada Junta de Portavoces y es algo ya habitual en el Congreso de los Diputados.
Claro que allí no está Esperanza Aguirre. Porque si Esperanza Aguirre quiere beber, bebe. Y bebe donde quiere. En cuanto se percató de la discusión entre algunos diputados y Elvira Rodríguez, consiguió una botella de agua. Y volvió a su sitio con la desenvoltura propia de quien acostumbra a hacer lo que le da la gana y con un desdén mayúsculo por: a) la presidenta de la Cámara; b) la Junta de Portavoces; c) los diputados que cumplen las normas, y d) todas las reglas de juego que permiten que funcionen las instituciones.
Así que miró retadora y espetó a quienes defendían la prohibición: "¡Y yo no la puedo beber hasta que no autoricen a sus señorías!". "El agua estropea el sistema de megafonía y el otro día nos abortó una votación", quiso razonar Elvira Rodríguez. "Mire cómo tiemblo", pudo haberle contestado Esperanza Aguirre. No
lo hizo porque no le hacía falta: al rato los diputados ya podían beber. Esperanza Aguirre abrió entonces su botella de agua, con el mismo ademán con que el pistolero devuelve su revólver a la cartuchera. Fue un primer guiño al ministro de Fomento. Y es que los diputados que con más ahínco habían reclamado agua eran del PSOE. Calmó la sed de sus rivales,
y de pasó quiso recordarles quién manda, y cómo manda.
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