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Columna
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Los responsables

Joaquín Estefanía

Cuatro años largos después del inicio de la Gran Recesión sigue el debate sobre las responsabilidades. Las de quienes condujeron a esta catástrofe con sus acciones o ideas, pero también las de quienes abusaron, estafaron, desregularon con el objeto de apoyar prácticas irregulares, se enriquecieron ilícitamente, etcétera.

Que las políticas públicas para salir de la crisis son manifiestamente mejorables es una cosa. Echar la culpa de lo sucedido a los políticos es otra. Hay que desconfiar de los banqueros, analistas, economistas..., que ponen el acento en la responsabilidad de los políticos sin hacer una fuerte autocrítica de su propia actuación. Desvían intencionadamente la atención.

Que la calidad de las políticas públicas es mejorable, es una cosa. Pero los responsables de la crisis son otros

Hasta ahora, la única persona que ha pisado la cárcel por sus estafas es Bernard Madoff, autor de la estafa financiera más grande de la historia protagonizada por un solo hombre: por el volumen de la misma (alrededor de 65.000 millones de dólares), por su duración (más de dos décadas de simulación) y por la extensión geográfica (afectados de todo el mundo, pertenecientes, sobre todo, a la clase social de los ricos y ultrarricos). Madoff -"uno de los nuestros", no un outsider de las finanzas- confesó su estafa en diciembre de 2008, cuando el mundo deglutía la quiebra de Lehman Brothers. Apenas seis meses después fue condenado a 150 años de cárcel por 11 delitos.

1.500 días después de la aparición de las hipotecas locas, se acaba de presentar una demanda civil en EE UU contra 17 bancos (casi toda la aristocracia financiera de Wall Street) por haber mentido sobre la calidad de aquellas hipotecas, provocando pérdidas por valor de más de 100.000 millones de dólares y haber deteriorado la situación de dos entidades prestamistas semipúblicas, Fannie Mae y Freddie Mac. Esta demanda se suma a otras de los últimos meses. Algo se ha activado.

En Islandia comenzó hace unos días el primer juicio contra un político -el exprimer ministro conservador de la isla- por su actuación negligente y falta de previsión. Islandia ha sido uno de los laboratorios del neoliberalismo (desregulación y privatizaciones masivas, impuestos muy bajos, burbuja inmobiliaria..., hasta su quiebra). Milton Friedman asesoró a los gobiernos conservadores. Ahora, mediante la convocatoria de dos referendos, sus ciudadanos (320.000 personas) se han negado a pagar por los perjuicios causados a entidades bancarias de otros países (Reino Unido y Holanda) por dos o tres docenas de banqueros, empresarios y políticos que saquearon el país. Al ex primer ministro se le piden dos años de cárcel.

Una cosa son los golfos apandadores que se han beneficiado de los problemas de tanta gente, y otra distinta son los supervisores y reguladores que no actuaron bien (a veces porque sus instituciones estaban demediadas o trufadas de conflictos de intereses; otras, porque a pesar de estar allí no creían en su función). Las responsabilidades son distintas.

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