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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Té no significa (siempre) té

Una traducción mal hecha puede generar un prejuicio, con consecuencias imprevisibles. En el artículo Una telenovela demasiado humana, sobre el caso McCann (EL PAÍS, página 46, domingo 16 de septiembre), se cuenta que los propios McCann contaron que aquella tarde los padres "jugaron un rato con los niños antes de darles el té y meterlos en la cama", con la lógica extrañeza de la policía ante el hecho de que "unos niños tan pequeños tomaran una bebida excitante antes de irse a la cama a una hora en que todavía era de día. Eso alimentó la teoría de los sedantes".

Mucho me temo que tenemos delante lo que los filólogos denominan un "falso amigo", esto es, una palabra que se escribe igual o casi igual en el idioma a traducir, lo que nos inclina a pensar que significa exactamente lo mismo, malentendido que propicia situaciones hilarantes, embarazosas e incluso violentas. En esta ocasión, empero, cualquiera podrá comprobar que té significa como poco "la merienda". Es más, yo iría más lejos, ya que, teniendo en cuenta su domicilio y que el señor McCann es escocés, para un angloparlante del norte del Reino Unido podría significar, sencillamente, "la cena". O eso, o que los señores McCann son, en efecto, más raros que un perro verde.

¿Verdad que cambia el mensaje y la imagen de los padres según leamos "atiborré de té a los niños" (claro, cómo no iban a volverse "histéricos") o "les di la cena" antes de meterlos en la cama.

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