Yo sigo acusando
Fue Émile Zola el que colocó la voz del intelectual en el debate público. Se estaba procesando por espionaje a Alfred Dreyfuss, un militar judío, pero el asunto apestaba a antisemitismo. Y así lo hizo notar el escritor francés en su célebre Yo acuso. El texto apareció en L'Aurore el 13 de enero de 1898 y el periódico republicano vendió 300.000 ejemplares. Las cosas dieron un brusco giro gracias a la protesta de Zola, con lo que muchos entendieron que las palabras de la gente de la cultura podían cambiar la historia. Los yo acuso se han sucedido desde entonces a raudales y el último episodio lo ha protagonizado el cineasta James Cameron. Se ha presentado en la Amazonia brasileña para protestar contra la iniciativa del Gobierno de Lula da Silva de instalar en plena selva una imponente hidroeléctrica. Indígenas, ecologistas y movimientos sociales han apoyado al director de Avatar, esa fábula en tres dimensiones que constituye un canto al medio ambiente en clave de ciencia-ficción.
Han cambiado mucho las cosas desde los tiempos de Zola, y el mundo del siglo XXI puede ser un desastre global, pero está lleno de buenas causas. Esas buenas causas forman ya parte del negocio, y cualquier justa reivindicación tiene así una eficacia doble. Favorece la causa que defiende, sea la que sea, y favorece también (a la corta o a la larga) la cuenta de resultados de todos estos nuevos yo acusistas, aunque sea en el apartado de la autopromoción.
James Cameron tiene todo el derecho de pronunciarse contra la hidroeléctrica de Lula, al fin y al cabo una de las grandes conquistas de nuestra época es la libertad de expresión. Además, puede argumentar que una cosa es su trabajo como director estrella de Hollywood y otra muy distinta su compromiso como ciudadano.
Lula tiene también derecho a enfadarse. La hidroeléctrica Belo Monte será la tercera mayor del mundo, detrás de la de Itaipú, que comparten Brasil y Paraguay, y la china de Tres Gargantas. Dará trabajo a muchas personas y será una fuente considerable de riqueza para el país. Pero tendrá que lidiar durante años con el yo acuso de Cameron, como hace 30 años otros Gobiernos combatieron las protestas de Lula contra Itaipú. Pero entonces no era una estrella.
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