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Tribuna:LA CUARTA PÁGINA
Tribuna
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Pero, ¿tienen algo que explicar?

A José K. le encanta que el nuevo Gobierno quiera comunicar. ¿Pero comunicar qué? ¿Que tenemos la mejor política económica de derechas del mundo? Más le gustaría que hubiera una política de izquierdas

José María Izquierdo

Tiene prisa José K. por salir a la calle y consumir estos últimos días de sol. Abre el armario y elige, que hay relente, sacar la ropa de invierno, que de entretiempo solo tienen los ricos. Se ciñe el pantalón y una negra nube le distorsiona la vista del astro luminoso.

Concluye en ese momento que sus ideas prioritarias para el último trimestre de este difícil 2010 serán la lucha contra el hambre mundial y perder los dos o tres kilos que le impiden vestir con holgura el pantalón de mezclilla de años pasados. Escéptico ante sus fuerzas, se conforma con lograr alguna aminoración de la hambruna mundial.

Emprende pues un largo camino hasta el café, con vueltas y revueltas, que algo harán en beneficio de su salud, antes de enfrentarse a su periódico de siempre. Ahora ha cogido, además, la costumbre de echar un vistazo a otros que cuelgan, invitación de la casa, en un antiguo sujeta periódicos de madera bruñida y terminación broncínea. Allí ha aprendido que hay periódicos que presumen de respetables pero acogen a churriburris que impunemente tratan a las ministras, por popular ejemplo, como rabizas de bulevar.

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Los únicos que sufren los recortes son los que ya eran víctimas de la crisis: trabajadores y pensionistas
El Gobierno no lucha contra el fraude fiscal ni les sube un poquito los impuestos a los ricos

Nada extraña, pues, que políticos de la derecha, dado que solo leen esos panfletos, repitan luego como loros lo que han leído a tanto rijoso. Por cierto que a José K. le han contado que hay cadenas de televisión donde acampan esos mismos sollastres. No los verá, porque al leerlos por quinto día consecutivo ya se le traduce la gracia en arrebato y advierte cómo crece, viva y palpitante, la expresiva vena del cuello.

¿Le ha gustado a José K. el cambio de Gobierno? Pues cree que está bien, lo que demuestra que la cosa estaba mal. O lo que es lo mismo, que si creemos que Zapatero ha acertado ahora será porque damos por sentado que antes se ha equivocado hasta el desastre. Y si hoy apostamos por la experiencia, ¿por qué hemos tenido lo que hemos tenido? No es la edad: es el currículum, estúpido, es el currículum.

¿Sonríe José K.? ¿Quizá un cierto rictus de ya os lo decía yo, mejor tipos calvos con ideas que tupés vacíos? No, que aún hemos ganado muy poco de todo lo que hemos perdido. Ya se daría por contento nuestro hombre si el presidente, por lo menos, hubiera aprendido que la única ventaja de jugar con fuego es que uno aprende a no quemarse, que decía Oscar Wilde.

Es verdad que José K. está más cómodo, porque en el Gobierno hay más gente que cuando alguien menciona la matanza de Atocha pregunta si la de los trenes o el asesinato de cinco izquierdistas en un bufete de abogados laboralistas. O si dices Billy el Niño no solo recuerdan a Paul Newman, sino a un despreciable sicario de la policía franquista. Incluso si te refieres a algunos destacados dirigentes del PP no dejan de pensar en aquellos que ya se oponían en 1978 a la Constitución de la que ahora, José K. se acelera, se dicen sus únicos garantes: mentirosos. Pero le sigue rondando la misma vaina: ¿estos nuevos y estas nuevas saben algo de economía? Porque pedíamos impulso político, claro, pero también económico. Teme pues nuestro hombre que nos hayamos quedado un poco de aquella manera, levantados con zancos de un lado y hundidos hasta la rodilla en el barro de la miseria del otro. Cojitrancos, pues, y así se avanza poco y mal.

Porque está muy bien que se hayan buscado ministros para explicar. Aplaudamos con ritmo hasta llegar a las palmas de la rumba, que siempre significan alegría, contento y jarana. Pero nuestro hombre, que trae el retintín de serie, se pregunta: ¿y para explicar qué? ¿Que vamos a hacer la mejor política de derechas del mundo mundial? ¿Que David Cameron es una criatura de pecho ante los recortes que debemos emprender, Europa nos señala, el FMI se enfada y hasta Obama y un señor chino nos guían por la buena senda? ¿Que le vamos a hacer al Partido Popular el grueso de la reforma laboral que ni siquiera se atreve a anunciarnos don Mariano Rajoy Brey, tan ricamente en la sombrita observando cómo a los que sus comandos de asalto tachan de rojos peligrosos y paleolíticos le hacen el trabajo sucio?

José K. siempre se ha enfadado mucho, pero ahora un poco más. Cree que la izquierda, o buena parte de ella, ha arrojado la toalla y ha hecho suyos objetivos de los otros. A la izquierda siempre se le pide, desde la responsabilidad, claro, que eleve la mirada y vea el paisaje más amplio, con lo que no habrá más remedio que admitir que los recortes son inevitables y que de no cumplir las cosas que se nos dicen desde aquellos despachos de siempre nos encaminamos a la ruina, la desolación y el cataclismo. Ese hombre anónimo y su hijo de Cormac McCarthy que tanto nos han angustiado, van a ser el Dúo Dinámico si no cumplimos esos objetivos que nos han marcado, que nos espera más duelo y desolación.

Así que desde la posición de firmes lo único que nos dejan es ir a la de presenten armas, ¡Ar! ¿Eso es levantar la mirada? A José K., tan antiguo, le parece más bien bajar la cerviz. Y esa es cosa que la izquierda no ha hecho nunca. No tenía el poder, pero pretendía tener la dignidad. Que es igual que pobres, pero honrados.

Así que José K. también eleva la mirada, pero resulta, vaya por dios, que ve otras cosas. Ve, por ejemplo, que a lomos de la crisis, los conservadores de todo el mundo barren para sus confortables casas y aprovechan para arrancar tantos bocados al Estado de bienestar -¡hay que ver lo que cuesta curar las pústulas a un pobre!- que nunca más va a volver a ser el rollizo bebé que fue, tras el largo y doloroso parto de medio siglo XX.

Así que dicho sin mucho matiz, pero José K. afirma que con bastante justeza, quienes crearon la crisis van a cargar no ya los efectos, sino incluso la solución sobre las espaldas de las víctimas, mientras los causantes del atropello, encima, nos regañan. Robaron a la luz del día, siguen haciéndolo, y además nos acusan de gastosos por no morirnos al día siguiente de la jubilación, que hasta una pensión queremos.

Le molesta a nuestro hombre que todos los recortes, siempre a los mismos, se vean como inevitables: pensiones, jubilación o contratos laborales, cuando no son sino meras cristalizaciones de una determinada ideología. Pero hay otras ideologías que proponen otras soluciones, casi grita José K. No es este lugar para sumas y restas, pero imagínense, solo imagínense, si se acaba con el fraude fiscal o, fíjense ustedes, si se suben aún un poquito más, para ponerlos a nivel europeo, los impuestos directos. ¿A las rentas más altas? Sí señor, a las rentas más altas, que no vamos a castigar aún más a quien tira con dos pesetas hasta fin de mes. Y sí, recórtese el gasto eliminando direcciones generales o, aún mejor, tirando a la basura esas televisiones públicas que son una maquinaria perfecta para tirar el dinero de todos los contribuyentes, ricos y pobres.

Así que José K., cetrino y taquicárdico tras el panfleto que se ha largado a sí mismo, solo pide que este nuevo Gobierno, tan pimpante y tan dispuesto a comunicar, nos contara, de una vez por todas, por qué siempre pagamos unos y siguen tan desahogados otros. Y ya puestos, a José K. le encantaría, vaya tipo pintoresco, que un gobierno de izquierdas -11 millones de votos- gobernara como la izquierda. Luego, si gustan, que los quince de la fama, Rubalcaba al frente, se expliquen con primor de orfebre y elocuencia de rapsoda.

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