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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De tránsfugas y cínicos

El PSOE no debe imitar al PP, ciego y sordo ante sus muchos episodios de transfuguismo

Los doce concejales socialistas de Benidorm, que promovieron una moción de censura para sustituir al alcalde del PP con el apoyo de un tránsfuga procedente de ese partido, hicieron coincidir la firma de la moción con el anuncio de baja voluntaria en el PSOE, adelantándose a su posible expulsión. El asunto ha llamado la atención por el hecho de que uno de los ediles es la madre de la secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín. El portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento, Agustín Navarro, justificó la iniciativa con el argumento de que se había actuado "en conciencia" con el fin de "atajar una situación de ingobernabilidad" y para introducir la "regeneración ética". También dijo que su grupo, "entre la ciudad y el partido", optó por la ciudad, naturalmente.

La experiencia aconseja desconfiar de las iniciativas tomadas en nombre de la propia conciencia (un juez parcial), especialmente cuando se invoca a la vez la necesidad de "desbloquear" una situación de parálisis o desgobierno: son componentes obligados del discurso de quien trata de justificar algo que le beneficia. Por eso, la hora de la verdad del disidente es que renuncie al cargo. Si no lo hace y se convierte en tránsfuga, lo lógico es desconfiar de él y de quienes de él se benefician.

PSOE y PP firmaron en 2006 un compromiso de no entrar en operaciones de cambio de mayoría con participación de tránsfugas. El objetivo no es impedir mociones de censura, por ejemplo mediante un cambio de alianzas de una determinada formación, que puede ser legítimo en determinados casos. Lo que el pacto aspira a impedir es el fraude al electorado que supone que quien ha sido elegido en las listas de un partido traslade su lealtad a otro. Y para restar incentivos a esa práctica, ambos partidos se comprometen a expulsar a quienes participen en una moción de censura en colaboración con algún tránsfuga. En Alicante, ese compromiso ha sido roto por el PP en varias localidades, entre ellas Denia. Es de un cinismo insoportable oír a Ricardo Costa, uno de los líderes populares valencianos, o al propio Rajoy rasgarse las vestiduras por lo sucedido en Benidorm cuando todavía es la hora de que tomen medidas contra los concejales de su partido que han participado en más de una veintena de episodios de transfuguismo favorables al PP. Eso no justifica, sin embargo, que los socialistas les imiten.

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Lo singular del caso de Benidorm ha llevado a dirigentes del PP a acusar a Pajín y a la dirección del PSOE de "mentir y engañar", ya que, dicen, los ahora réprobos volverán a presentarse en las listas del PSOE. Es una acusación grave e indemostrada que, sin embargo, tiene la ventaja de que podrá someterse al veredicto de los hechos dentro de 20 meses. El pacto contra el transfuguismo debe ser cumplido a rajatabla. Los que lo vulneran y se justifican en razones de fuerza mayor recuerdan a quienes defienden, por ejemplo, determinados golpes de Estado -véase Honduras- por alcanzar un bien superior o por aquello de que el fin justifica los medios.

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