De tumbas por Alejandría
Dos equipos de arqueólogos, uno egipcio y otro de la República Dominicana, afirman cautelosamente que están a punto de descubrir en Burg El-Arab, cerca de Alejandría, la tumba de Marco Antonio y Cleopatra. Varios indicios, como monedas, algunos fragmentos de máscaras y 10 momias exquisitas facultan a los eximios desenterradores Zahi Hawass y Kathleen Martínez para adelantar tan gozosa previsión. Pero, entiéndase, la nerviosa exaltación del momento se debe sobre todo al aroma de culebrón que rezuma la historia de Marco Antonio y Cleopatra. Desde Plutarco a Joseph Mankiewicz, director de Cleopatra -salvadas sean las diferencias de todo tipo entre ambos-, hay una conspiración para abundar y espesar la historia de amor loco entre el cónsul romano y la reina del Nilo. A poco que se lo propongan, Hawass y Martínez serán estrellas en todos los programas del corazón para recontar el suicidio de los amantes, esos instantes en los que Marco Antonio se atraviesa con su espada y la faraona entrega su brazo al áspid.
En cuanto se sugirió el hallazgo, los analistas de guardia han recuperado el amor universal de Romeo y Julieta, o el de los amantes de Teruel, más local. Aunque la realidad pudo ser un poco distinta de la que nos contaron Claudette Colbert y Elizabeth Taylor. Cleopatra, de la dinastía de los Tolomeos macedonios, reinó sobre el cadáver de su hermano Tolomeo XIII, manipuló a un político tan astuto como Julio César para ocupar el trono de Egipto, atropelló y hundió la brillante carrera de Marco Antonio -perdió la decisiva batalla de Actio ante Octavio por la huida precipitada de las naves de la mujer de sus sueños- y hubiera hundido el brillante provenir de Octavio Augusto de no haberse mostrado éste inmune a sus encantos.
Marco Antonio y Cleopatra no fueron víctimas del amor, sino del fracaso. Querían ser reyes de reyes. Pero al lado de las pringosas aventuras de Julián Muñoz, de la sucia enajenación de los Pajares o del gracejo latifundista de toreros y toreras se vende mejor un fogonazo de amor sin matices que los intrincados juegos de poder entre Octavio, Marco Antonio, su esposa Octavia, Cleopatra, la familia Juia y Herodes. Un poco por encima de la saga de los Jesulín sí que están.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El descarrilamiento del Tren Interoceánico alimenta las críticas de la oposición y señalamientos contra el proyecto
Detenido un implicado en el homicidio de Carlos Manzo que participó en el chat donde se planeó
El Gobierno de Gustavo Petro incrementa más de un 23% el salario mínimo en Colombia: queda en dos millones de pesos
El Cartel Jalisco secuestra empresarios y clona coches militares en su último golpe en Chiapas
Lo más visto
- La Audiencia Nacional avala la decisión de Robles de retirar el nombre de Franco a una bandera de la Legión
- Trump anuncia la destrucción de una instalación de producción de drogas en Venezuela
- Rusia amenaza con romper las negociaciones tras acusar a Ucrania de atacar una residencia de Putin
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social
- Alain Aspect, Nobel de Física: “Einstein era tan inteligente que habría tenido que reconocer el entrelazamiento cuántico”




























































