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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otra vez los bancos

Sin una recapitalización rápida, obligada por la deuda griega, la banca europea puede colapsarse

El sistema financiero está de nuevo en medio de una grave crisis de liquidez, solvencia y credibilidad. La gravedad del momento, que ha estallado a raíz de la crisis del banco franco-belga Dexia, se resume en que la banca europea tiene que hacer frente a una recapitalización de entre 300.000 y 400.000 millones de euros, debido a un grave deterioro de sus activos, dañados por la persistente crisis de las deudas nacionales. El fiasco de Dexia y la difusión pública de la necesidad de recapitalización puede provocar una reacción en cadena que afecte a toda la banca del euro: Moody's bajó ayer su calificación, junto a 12 bancos británicos y nueve portugueses. La mejor opción es la del comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que ha pedido la inmediata recapitalización de los bancos para prevenir un colapso financiero en unas semanas.

La crisis bancaria está en el centro del de la angustiosa situación financiera y económica actual; antes por las hipotecas basura, ahora por el peso de las deudas nacionales. Europa no sale de esta espiral diabólica porque no sabe o no quiere dotarse de los recursos legales e institucionales necesarios para diluir el default griego. Quiebra que es pública y notoria, pero que las autoridades europeas se niegan a reconocer por ahora. Quizá para no dañar irremediablemente a los bancos. Pero si Alemania, Francia y el BCE hubieran aprobado meses atrás la reforma del Fondo de Estabilidad Financiera, los eurobonos fuesen hoy un producto más en el mercado y el rescate de Grecia se hubiese zanjado en su momento, la banca europea no estaría sufriendo otro grave deterioro de sus activos.

La opinión pública tiene derecho a la sorna: ¿cuántas recapitalizaciones necesita la banca europea para sanear sus balances y cumplir con su trabajo? Probablemente la próxima, la que deben consensuar Alemania y Francia, sería la última si, además de inyectar capital público para salvar a los bancos, se obligara a la banca a pagar los costes de sus rescates.

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Exactamente eso es lo que propone el Gobierno español en su proyecto de reforma de los fondos de rescate españoles. Solo habrá uno, el coste de recapitalización se cargará a las entidades y de esa manera no se generará déficit ni se suscitarán temores sobre un eventual traslado de los costes de rescate bancarios a la deuda de los países. En el contexto de esta culminación de la recapitalización del sistema bancario es necesario que se explique con detalle el anuncio de absorción del Banco Pastor por el Popular, puesto que no es evidente que la operación refuerce las posiciones de ambos.

Aunque el Gobierno ha dado muestras de cumplir con los ajustes en déficit y deuda, la agencia Fitch rebajó ayer la deuda española en dos escalones, hasta AA-. De nuevo hay que pedir una agencia de calificación europea que ponga fin a los desmanes de las agencias privadas; y, de paso, que la agencia europea califique también la calidad de Standard & Poor's, Moody's y Fitch.

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