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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El voto por correo

Soy estudiante Erasmus en Leeds, Inglaterra. A pesar de estas circunstancias, no quería perderme la oportunidad de votar para estas generales. Así que, como buen ciudadano, bajé al consulado español de Londres para pedir mi voto por correo. Hay que pedirlo en persona un mes antes de las elecciones para poder procesar esa enorme burocracia. Después de la paliza y el dinero del viaje a Londres esperé pacientemente a que me llegase el sobre con las papeletas a mi domicilio inglés desde la oficina del censo electoral de mi ciudad, Córdoba.

Escribo el 15 de noviembre y todavía no he recibido nada. El 16 es el último día para enviar las papeletas marcadas de vuelta a España. En la web del Ministerio se indica que el sobre me debería haber llegado como muy tarde el 8 de noviembre, pero a las dos personas que conozco que han pedido el voto desde aquí les llegó más tarde. Y ahora, ¿qué hago? ¿Dónde está mi voto? Si alguien ha conseguido de alguna manera el sobre puede incluso votar por mí. ¿Qué sistema de voto es este? ¿Quién es el responsable de que no pueda votar? Una vez más se pone de manifiesto la ineficacia de la burocracia, y más cuando se trata de algo tan importante como el derecho a voto, nuestra única forma de participación en el sistema democrático hoy en día.- Guillermo Pedrós. Leeds, Reino Unido.

Esta semana iré a depositar mi voto en la Embajada de España en la ciudad donde resido, en horario de 9 a 13 horas, que es bien corto, sobre todo porque permanece abierta hasta más tarde. Peor aún es el sistema de votación, con unas instrucciones larguísimas y confusas, obligando a cosas absurdas, como fotocopiar el mismo pasaporte que después debe mostrarse al funcionario consular, o entregar una segunda certificación innecesaria. Todo esto hace difícil y penoso el proceso, cuando se debería tratar justamente de lo contrario, es decir, de fomentar el voto.

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En definitiva, los españoles que residimos fuera somos tratados como ciudadanos de segunda y ni siquiera son contados nuestros votos en la noche electoral, sino más tarde, cuando a nadie le importa. Para evitar esta discriminación se podía añadir una circunscripción del exterior, como ocurre en otros paísesAdolfo Vázquez-Gundin. Helsinki, Finlandia.

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