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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un vuelco anunciado

CiU logra una mayoría de Gobierno y el PSC obtiene los peores resultados de su historia

Las urnas han dado un vuelco al mapa político catalán. Convergència i Unió, tras siete años de travesía del desierto, vuelve al Gobierno de la Generalitat. Los ciudadanos han dado mayoritariamente su confianza a la federación nacionalista -62 diputados, a seis de la mayoría absoluta- y han castigado al Partit dels Socialistes, que llega a sus mínimos históricos, con 28 parlamentarios.

Los resultados le permitirán a Artur Mas gobernar en solitario y poner en práctica acuerdos de geometría variable, al estilo de los que emplea José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados. El líder de CiU deberá afrontar una situación nada fácil. La crisis, que ha pasado factura a los socialistas, no remitirá a corto plazo y el Ejecutivo autónomo se verá obligado a recortes impopulares. Pero, al mismo tiempo, la recesión servirá para que CiU ralentice toda su agenda.

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De entrada, Mas esperará a que las urnas decidan en 2012 entre socialistas o populares. Eso le permitirá guardarse hasta 2013 la propuesta del concierto económico a la vasca para esta legislatura. Socialistas y populares han rechazado este pacto fiscal Cataluña-España que propone CiU. No obstante, la situación en que quede el mapa político español pondrá el asunto sobre la mesa. La medida estrella de CiU es fruto del crecimiento entre la opinión pública del sentimiento soberanista. Los nacionalistas de Mas no van a apoyar de momento un referéndum por la independencia, pero sí que desde el poder tratarán de alcanzar metas graduales. La sentencia del Constitucional, que implicó recortes trascendentes del Estatuto, y la masiva manifestación del 10 de julio ha dado alas políticas a los nacionalistas. Soberanistas e independentistas han logrado 76 de los 135 escaños del Parlamento. Hasta ahora CiU y ERC sumaban 69 parlamentarios.

El gran perdedor de estos comicios, el PSC, tiene ante sí la tarea nada fácil de su catarsis futura. El líder de los socialistas catalanes, José Montilla, dejará probablemente la Cámara catalana para intentar pilotar la transición en el partido desde el interior del aparato, aunque ya anunció anoche que no optará a la primera secretaría en el próximo congreso del PSC. Quedará por ver si su sector más catalanista dará batalla y si el ala más contemporizadora con el PSOE va a ir en la misma dirección. El futuro es cuando menos complejo para el PSC. Según recientes encuestas, los socialistas también perderán la alcaldía de Barcelona tras más de 30 años de gobierno de la ciudad. Este sería el segundo revés serio en solo seis meses. Los socialistas corren el riesgo de dejar de ser el partido de masas que tendía los grandes puentes entre Cataluña y el resto de España.

El PP ha logrado, a caballo de la crisis, sus mejores resultados en unas elecciones catalanas. Se ha cumplido el objetivo que se había fijado la dirección nacional de la calle de Génova de Madrid, que observa el comportamiento electoral catalán como una "anomalía". Los populares se convierten en tercera fuerza política, con 18 diputados, a mucha distancia de una fuerte CiU y en menor medida del débil PSC.

La fragilidad de los socialistas también es compartida y aumentada por Esquerra Republicana, que ha visto mermar en la mitad su número de diputados en la Cámara. ERC, con su arriesgada apuesta por la celebración de un referéndum para la independencia en esta legislatura, no se ha visto respaldada por el electorado nacionalista que ha regresado a Convergència i Unió. Otros votos de ERC han ido al partido independentista de Joan Laporta, cuyos cuatro diputados deberán compartir el Grupo Mixto con otros tres de Ciutadans de Albert Rivera. Las urnas finalmente disiparon la incógnita sobre la entrada de los xenófobos de Plataforma per Catalunya, que se quedó a un paso de obtener representación.

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