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Novacaixa dedica sus fondos para obra social a comprar acciones del banco

Castellano crea una división que gestionará con los activos 'tóxicos'

Hasta el momento, ni los fondos de inversión de Estados Unidos ni las fortunas de emigrantes en México, que iban aportar la mayoría del capital privado, están decididos a anunciar su desembarco en Novagalicia Banco. "Quieren esperar a saber si hay un cambio de gobierno. Tiene una gran preocupación por lo que está pasando en Europa y esperarán a saber si las incógnitas se resuelven". Sin embargo, su interés por el banco "existe, lo tenemos por escrito y actualizado". José María Castellano, su presidente, aseguró ayer en la presentación del plan de negocio para los próximos cuatro años que, en cambio, pronto se anunciará la entrada de otros socios, los afincados en Galicia y, sorpresivamente, la propia caja de ahorros.

"La caja tiene un dinero que le hemos dejado para que pueda desarrollar su actividad, 96 millones, que va a invertir en el banco para poder llegar, si es posible, al 15%". Ahora, y tras una valoración del Banco de España que redujo el capital fundacional de 1.714 millones a 181, la caja posee un ridículo 6,8% de la entidad que heredó sus activos. Con el dividendo que genere ese porcentaje no iba a poder sufragar la labor asistencial y ha aceptado asegurarse un trozo de tarta mayor. A cambio deja en manos del banco la supervivencia de la labor asistencial en los años duros que quedan por delante, en los que no cobrará dividendos. "Se está haciendo una valoración de la obra pictórica, 5.500 cuadros, para que pasen al banco. Otra parte serán inmuebles que comprará el banco y le alquilará a la caja". Con eso tendrá que jugar la organización presidida por Julio Fernández Gayoso y Mauro Varela, que cuenta con 96 edificios y tiene en nómina a más de 300 empleados. Algún sindicado lo calificó como un juego de trileros. "No es más que un caso de ingeniería financiera, que ahora tengan que revender para comprar acciones del banco que era suyo", lamentó desde CIG Clodomiro Montero.

Además del capital, Novagalicia Banco tiene que hacer muchos otros deberes. César González Bueno, consejero delegado de la entidad, detalló el primero: el plan de negocio. Se crearán dos marcas, Novagalicia Banco, enfocada en Galicia y orientada a conservar la cuota de mercado actual, del 42%, y las siglas NGB para el resto de España, donde tiene una posición residual del 2%.

Más peliaguda es la división que NGB ha creado para dar salida al ladrillo. La bautizaron con unas siglas enrevesadas, UGAS, Unidad de Gestión de Activos Singulares, lo que, simplificando, se entiende como un banco malo. La entidad heredera de la fusión de las cajas gallegas quiere arrastrar a esa nueva división sus posiciones tóxicas. Solo con promotores inmobiliarios acumula préstamos de 11.150 millones, de los que 3.000 están en suelo y 1.900 carecen de garantías hipotecarias. Con las hipotecas a particulares, el peso el ladrillo roza el 40% de los activos del banco. Un lastre que acompaña a NGB desde la fusión entre Caixa Galicia y Caixanova, plagada de sobresaltos y que no ha cuajado del todo. Los nuevos directivos dicen que su único objetivo es poner la casa en orden. "Creamos esa unidad para gestionar activos que ahora estaban dispersos", explicó el presidente. Entre esos activos también están las oficinas vacías, las participaciones en empresas de las que quieran desprenderse y la cartera de morosos. Sobre las multimillonarias indemnizaciones que un puñado de directivos cobraron cuando el Estado estaba a punto de hacerse con el 93% del capital, el presidente aseguró ayer que "se han ajustado a derecho", pero matizó: "El que sean legales no quiere decir que sean éticas. Han supuesto un daño reputacional para ellos y para el banco". Y lo detalló: "He hablado con los exdirectivos que las cobraron y no pueden salir a la calle, sus hijos tienen problemas en el colegio, sus familias están afectadas".

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