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Reportaje:

De oficio, mujer detective

Lola Huete Machado

De verdad. Unas 700 mujeres en España son detectives privadas, profesión en alza en la que lo imprescindible es no ser vistas. De espaldas aparecen Chon García, autónoma, y Francisca Cáceres y Rebeca White, de un despacho madrileño.

De película. El contexto en el que trabajan las detectives es usado por Icíar Bollaín para construir en 'Mataharis' un relato sobre la comunicación y las relaciones personales. En la imagen, Nuria González, María Vázquez y Najwa Nimri.

Café Central de Madrid.

Morena, pelo largo con flequillo, 1,70 de altura, 36 años, de Albacete. Son las coordenadas para reconocerla a primera vista, en la primera cita. Allí está, Chon García, taza en mano, gafas y bolso grande, para definir mejor que nadie su profesión: "Cuando te pasas sola desde la seis de la mañana en invierno embutida en el coche para comprobar si alguien sale o no de una casa y con quién? toda esa imagen literaria y cinematográfica de los detectives a lo Humphrey Bogart se va al carajo". Pero a ella, soltera, sin hijos, parlanchina, apasionada, espídica, con estudios de criminología y detective privado terminados hace casi tres lustros y una carrera de derecho en marcha, le entusiasma: "Te inventas personalidades, te haces pasar por otro, te vistes y desvistes, actúas y debes tener la capacidad de integrarte en cualquier sitio sin llamar la atención: un día estás en una fiesta fashion; al siguiente, en una cutre? Lo haces, resuelves el caso y? [se ríe] al final te das cuenta de que el cliente no es tan bueno como parece ni el investigado tan malo". Vives, dice, muchas vidas. Como en el cine.

"A veces se nos enquistan las cosas, no sabes llegar a la solución, te pierdes", Nuria González es Carmen
"Jóven con ganas, aún no corrompida, aprende que el trabajo no lo es todo en la vida", María Vázquez es Inés
"Contagiada por el lado más oscuro de su trabajo, convierte a su marido en uno de sus casos", Najwa Nimri es Eva

Chon es una de las casi 700 mujeres detectives privadas que trabajan en España, de un total de 2.400 licencias emitidas por el Ministerio del Interior desde que en 1992 la ley regulara el sector y permitiera trabajar sólo a aquellos con formación y TIP (tarjeta de identificación profesional).

Este mundo de espías y espiados, que el imaginario popular ha dotado de un halo misterioso y excitante y que remite a personajes ideados por Conan Doyle, Agatha Christie o George Simenon, ha sido el elegido por la directora Icíar Bollaín para contar, otra vez, una historia de mujeres en su nueva creación, Mataharis.

Y le ha salido una película sobre profesionales que se dedican cada día a mirar a otros, a sospechar de ellos; que trabajan para confirmar lo que otros temen: que alguien te engaña, te defrauda, te miente, te suplanta. Detectives que rastrean otras vidas para descubrir sus errores, sus miserias, y acaban espiándose o radiografiándose a sí mismas. El mundo de la investigación es el contexto. Pero el filme, una obra pequeña y contundente como todas las suyas, va sobre mujeres a secas: sobre la pareja, la comunicación, las relaciones personales.

Así, algunas imágenes de estas páginas son de película; otras, no. Unas son de detectives de ficción; otras, de investigadoras privadas verdaderas. En unas aparecen, de frente, las actrices Najwa Nimri, María Vázquez y Nuria González en fotografías que se hicieron para la presentación de Mataharis; en otras, de espaldas o con el rostro semioculto, las detectives de carne y hueso Francis Cáceres (se dedica a esto desde 1998), Rebeca White (26 años, empezó hace apenas un año) y la misma Chon (con 13 años ya de carrera).

Gran Vía, hacia Callao.

Las tres mujeres van y vienen, suben y bajan en dirección Callao a las órdenes del fotógrafo y se convierten ellas hoy en el objetivo de las miradas de los que pasean. Entre risas, dicen: "Una mujer muy guapa no se podría dedicar a esto. No pasaría inadvertida, y eso es condición imprescindible. Es decir, que Najwa Nimri tendría dificultades para sacar adelante los casos".

?Que no se nos reconozca en las fotos ?dice una.

?Sí, porque si te reconocen, te quemas, tienes que abandonar ?advierte otra.

?Lo dejas, por seguridad primero, porque hay gente muy loca; pero, sobre todo, porque si saben que vas detrás, cuidan lo que hacen ?remata la tercera.

Su mayor temor: que haya "contacto visual con el vigilado". Hay un momento crítico, aseguran, cuando éste sospecha: "Duda? y tú lo notas". Y el detective tiene que saber cuándo desaparecer. "Te vas y luego vuelves a la carga junto a otros compañeros y con otro operativo, dejando pasar un tiempo si es posible". A algunas, como a Merce, con la que hablaremos después, les ha pasado varias veces. El vigilado sospecha. "Te espera en un callejón, te pregunta: '¿Me estás siguiendo?', y has de negarlo. Y luego en el juicio a testificar [el testimonio de los detectives vale como prueba], y te reconocen, la gente se queda hecha polvo: 'Pero si era ella?'. Algunos se ponen agresivos. Una vez, un chico que estaba de baja en una empresa y le grabé martillo neumático en mano haciendo una zanja para otra me quiso pegar".

O puede pasar que te descubran mirando y mirando, y "crean lo que no es: que quieres ligar". A Chon le sucedió en el Joy Eslava: "Iba tras un tipo y me tuve que esconder en el lavabo porque ya se dirigía entusiasmado a por mí".

"Seguimiento", llaman a su tarea más habitual. Casi siempre tediosa y larga: "A veces dura meses hasta que das con lo que buscas: el beso en la boca delator, el encuentro que relaciona a un empleado de una empresa con el de otra de la competencia, la señora que dice estar lesionada y luego la pillas andando con tacones por la calle?". Vigilar quiere decir horas y horas de miradas y disimulos, de observación, de pararse como si nada en las esquinas, de sentarse en un bar, recostarse en una valla o en un banco con la cámara de vídeo guardada en el bolso, el teléfono móvil o el walkie-talkie listo en todo momento, sin perder de vista un segundo a la persona, el sujeto o la sujeto vigilado?

¿Y se implican las detectives en los casos? Francis asegura que ella "mucho", sobre todo si se trata de abusos de menores o malos tratos (todas coinciden en esto): "Me llevo el trabajo a casa, incluso tengo clientes que ya son amigos. Les hago de consejera: 'No sigas por ahí, lo que tienes que hacer es separarte?". Los detectives hacen como los abogados: hacer su trabajo y punto. "Podemos parecer insensibles, pero no es así. Muchas veces te da pena del vigilado, un pobrecito. Te preguntas: ¿le han empujado a esto las circunstancias? Luego reflexionas: sí, quizá. Pero no puedes hacer nada. Y compartir un mes de la vida de otro es muy fuerte. Yo he llegado a seguir durante tres meses a alguien. Y llegas a saberlo todo sobre su vida: dónde desayuna, dónde compra la ropa, cómo anda, cómo se mueve, con quién va? Pero nosotros no juzgamos, ni sacamos conclusiones o valoraciones", sigue Chon.

?¿Vas detrás de alguien tres meses y no te ve?

?No, no se dan cuenta. Porque sabes bien dónde colocarte. Y porque sabes ya tanto sus rutinas que no hace falta estar pendiente al cien por cien?

"Mira", dice Rebeca, "yo me coloco así a veces, o me siento en un escalón, en una terraza?". Repite los movimientos para las fotos. En su actividad, los detectives tienen algunas limitaciones. Lo contará luego Merce, de Elda, 31 años, siete de profesión, autónoma, casada, sin hijos, menuda, bajita que podría pasar perfectamente por cooperante de una ONG: "No podemos llevar pistola? Los más mayores sí, sí la llevan. Y otro impedimento? bueno, en teoría, sólo puedes grabar conversaciones en las que participes tú; en sitios públicos sí, pero no meter grabadoras en un despacho, o entrar en casa de nadie a grabar, ni en habitaciones de hotel o tiendas de campaña, en todo espacio íntimo. Por ejemplo: si te encuentras en los baños de un bar: puedes grabar en la zona del lavabo, pero no en la del retrete; o en un balcón sí, pero dentro no?".

Observar sin que se note. Ver sin que parezca que ves. No es sencillo seguir a una persona. Quizá por eso, de los 400 profesionales que salen preparados para ejercer de la Universidad en España (donde, al contrario que en otros países de la UE, los estudios están reglados) cada año, sólo el 50% lo hace; el resto abandona. "Si esto de verdad no te gusta, no lo puedes hacer, porque roza un límite, el de la vida privada, juzgar a la gente; tienes delante lo peor de cada casa, sus miserias?", apunta Chon, parapetada tras su gafas, para quien lo que más le pesa de la profesión es "la influencia que puedes llegar a tener en la vida de otros".

Sede de la productora La Iguana.

Chon, Francis, Rebeca y otras detectives (como Merce, autónoma; o Elena y Belén, las creadoras del primer despacho sólo de mujeres, hace dos décadas, Detectives Alicante), sus vivencias y experiencias, incluso su aspecto ("es que ves a algunas que llevan su bolsito con la cámara oculta y parecen tu tía o tu prima; lo último que imaginas es que se trate de una detective", comenta Bollaín), sirvieron de inspiración y gran ayuda a las guionistas (la misma Icíar y Tatiana Rodríguez) de Mataharis. Era el mejor modo de construir el contexto en el que las protagonistas no sólo se enfrentan a los secretos ajenos, sino que también deben identificar y solucionar los propios.

La misma Tatiana acabó convertida en experta: "Existe en esta profesión un antes y un después de la democracia", dice. "Y dos generaciones: la agencia antigua, heredera de la la dictadura, cuyos miembros son más fantasmas, hablan de armas y peligros en un mundo tenebroso? y las nuevas, con gente más joven y formada, empresas normales, en las que también hay profesionales más o menos fantasmas o presuntuosos, pero que lo viven como una ocupación seria, digna, nada oscura?".

¿Y por qué el mundo detectivesco ahora para contar su historia, tras haber rodado Flores de otro mundo o Te doy mis ojos? Lo cuenta la directora: "Todo empezó al ver un anuncio sobre una agencia china, en Shanghai, formada por chicas". Ahí se encendió la chispa. ¿Mujeres detectives? ¿No es cosa del cine, de los cómics, de las series tan de moda? ¿Existen? ¿Cuántas? ¿Dónde? ¿Llevan gabardina y gafas oscuras? ¿Cómo trabajan? ¿Ejercen su trabajo cómo los hombres? "La noticia decía que las mujeres son muy buenas para esto; que tenemos mucha capacidad, somos muy eficaces porque lo que hacemos normalmente es muy aplicable a la investigación: la intuición, la paciencia, las dotes de observación, el estar a varias cosas a la vez, la capacidad de ser sistemáticas, el analizar la psicología del otro para prever lo que va a hacer?". Y sí, ahí está el anuncio aún en Internet, una agencia que creció al calor del boom de la demanda de investigación sobre infidelidades en China. Pero no hace falta irse tan lejos.

Calle Marqués de Urquijo.

El negocio va bien, "creciendo en España", dice Julio Gútiez, presidente de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España (APDPE), que engloba al 75% de los profesionales y anda en lucha por que se les considere con la misma categoría que un abogado, porque exista ya un colegio profesional en Madrid (al igual que los que existen ya en Barcelona y Valencia) y porque en toda la UE el nivel de formación del detective sea el mismo: "Que no puedan venir intrusos de otros países sin estudios a trabajar sin más. Eso es malo para todos". Eso en genérico. En lo concreto: "Las mujeres ya están aquí y han venido para quedarse". Lo escribe José Luis López, el director de la revista El detective informa, de la APDPE. "Las jóvenes se están haciendo detectives y se están entregando más licencias a mujeres que a hombres". Representan ya el 30% de los ocupados en un sector que no sabe de paro. "En los últimos siete años se ha duplicado el número de incorporaciones del sexo femenino", indica Gútiez. Y, según él, ellas son muy buenas: "Cada día mejoran la tarea de los hombres; tienen un gran futuro, teniendo en cuenta que debería haber 3.000 detectives más para poder realizar sólo esa labor social de vigilancia no uniformada que se nos exige".

"Nosotros perseguimos delitos a los que la policía no puede hacer frente, allí donde ellos no pueden alcanzar", había comentado ya antes Francis.

¿Cuántos casos se tratan? El informe de actividad del año 2005 señala 66.000; 80% de empresa; 20% de ámbito familiar. ¿Y cuánto gana un detective? Merce cuenta: "Si eres autónoma, trabajas mucho si quieres; si no, no. Eliges. Yo hago bajas laborales. O casos de competencia desleal, que suelen durar mucho: una empresa que contrata a otra de la competencia para que le pase información? Y te infiltras o los sigues hasta que los sospechosos se reúnen con la otra parte en algún sitio. Y sí, este trabajo da para vivir. Si lo haces para compañías de seguros, cobras un fijo y luego por horas. Pueden ser 50 o 60 euros por hora? pero si estás subcontratado por otro, se queda en unos 17, aunque no tienes quebraderos de cabeza con los clientes directos".

El catálogo de tareas de un investigador privado es extenso: laborales (bajas fingidas, absentismo, competencia desleal, espionaje industrial, fraudes, veracidad de currículos, vigilancias?), un 40%, según datos de la APDPE; personales (infidelidades, control de hijos, pensiones, verificación de situaciones de custodia?), un 10%; económicas (solvencia, finanzas?), los siniestros (lesionados, accidentes, búsqueda de personas y bienes?), etcétera.

Despacho de la calle Orense.

¿Y quién contrata? "Todos, empresas y particulares; esposas, viudas, amantes, casados o solteros, padres, abuelos, gente modesta o de la alta sociedad; compañías farmacéuticas, aseguradoras, funerarias, hasta clubes de fútbol", dice César Martín, director de Castellana Detectives. "Incluso mujeres que mandan vigilar a sus maridos, pero no porque los quieran pillar o se vayan a divorciar, no; porque desean saber cómo es la otra, fisgar detalles de su ropa, su rostro, el modo en que él la trata, mira qué atenta es con ella, mira adónde se van de viaje, adonde yo quería; mira cómo hace con ella lo que nunca quiso hacer conmigo?", cuenta Icíar Bollaín, que recogió estos detalles en su filme.

Por españa, en coche.

En la revista de la asociación ya citada hablan algunas de las detectives femeninas sobre ventajas e inconvenientes relacionados con el género: ser mujer te hace más vulnerable en zonas peligrosas, pero es más efectivo al buscar información; levantan menos sospechas, la gente confía más al hablar? Lo peor para ellas y sus familias son las jornadas sin horarios, la improvisación día tras día, el no tener agenda ni saber qué va a suceder a continuación ni dónde acabarás ese día.

Pero quizá sea por eso precisamente por lo que a muchas, como a Chon, les apasiona: "La vida te cambia de un día para otro, los planes personales se desbaratan en un pispás". Este oficio, dice, tiene, sí, muchos subidones de adrenalina, las persecuciones en coche, por ejemplo: "Aunque ahora, con el carné por puntos, está jodido; si el vigilado se salta un semáforo? tú tienes que medir las infracciones que puedes llegar a cometer; y que nunca se sabe adónde vas a ir a parar, lo que va a dar de sí el día". O las sorpresas ante lo que el cliente te va a pedir. "Hay quien sugirió que me metiera bajo una cama para vigilar a su chica", se ríe Chon. "O aquel caso en el que había que tener pruebas de ADN del padre esperando a que escupiera en la calle". Con un nombre, un encargo, se abre un abismo de interrogantes sobre la vida ajena.

Alicante y San Blas. Y tener buenas maestras de oficio lo que te abre es un mundo. Belén Muñoz y Elena Miralles, con números de licencia 388 y 389, respectivamente, son, además de fundadoras de Detectives Alicante, profesoras en la universidad de esa ciudad. Ellas saben mucho de prácticas, de cosas útiles para realizar el trabajo: no pegarte mucho al vigilado, no ir exageradamente vestida, cómo solventar el peliagudo asunto de ir al lavabo? Veinte años ya de profesión desde que abrieron el primer despacho de mujeres, allá por septiembre de 1987, un tiempo en el que nadie las tomaba en serio y "había que mentalizar incluso a los abogados de lo que era un detective; entonces eran los policías retirados, sin licencia, los que ejercían". Un recorrido profesional casi desde la lupa hasta las últimas tecnologías digitales, que facilitan hoy enormemente el trabajo: "Móviles y GPS son fundamentales". Y hasta en eso hay diferencias de género: "Ellos piden que coloques más artilugios; ellas van más en busca de asesoramiento y hasta de confesión: 'Bueno, me voy más tranquila', te dicen muchas al salir del despacho", se ríen Belén y Elena, que han venido hasta Madrid cargadas de hijos para el preestreno del filme de Icíar.

Detectives Alicante trabaja en una zona, la mediterránea, considerada caliente para el sector. "Aquí tenemos calzado, turrón, juguetes, mucha falsificación, y el ladrillo, que tira mucho: el fraude inmobiliario está al día. Y ha sido año de elecciones: temporada alta para nosotros: el que entra no se fía del que sale del cargo", dicen, recordando aquello de "quien no se siente espiado, no se siente importante".

"La información es poder, y el que la ha tenido hace lo que sea para no perderla", apunta Javier Sandoval, de la empresa Diseño de Tecnología y Sistemas, en cuyo despacho nos encontramos. "Los detectives venden servicios", dice, "y nosotros somos su herramienta técnica". Lo sabe todo sobre aparataje, micrófonos, cámaras, barridos electrónicos: "Pero no somos la tienda del espía. A veces tienes peticiones tan peregrinas que te dices: 'Pero ¿qué película habrán puesto anoche en la tele?'. Te piden artilugios que salen en las series tipo CSI y que a veces ni están inventados", se ríe. "Y hay que ser realistas: si la tecnología no funciona, puedes perder un caso, o si es demasiado sofisticada, no dar el resultado deseado. A veces, en casos de mafias, nos enfrentamos a gente muy profesional".

Sentados en una mesa redonda y rodeados de cuadros con motivos de cine negro americano, los tres profesionales reflexionan sobre el hecho de que la gente se fía cada vez menos de los demás: "Ahora se quiere controlar hasta a la amante. Vienen clientes que tienen el suyo y vigilan al otro para limpiar su conciencia; otros que vigilan por prevención, y algunos que deberían ser ellos los investigados". El sentido de espiar. Algo sobre lo que también reflexionó mucho Bollaín al hacer su película: "Los detectives cruzan todo el tiempo la frontera de la intimidad. Hablar de ellos me servía para hablar de la familia, la pareja; de cuánto derecho tenemos a saber lo que hace el otro y, sobre todo, de qué ganas sabiéndolo". ¿Qué hacer con esa información? ¿Cuánto confiar? ¿Estamos obligados a contarlo todo sobre nuestro pasado? ¿Tenemos derecho a reinventarnos? ¿Hasta dónde hemos de compartir el ámbito privado? Podemos colarnos en el e-mail de nuestra pareja, pero ¿tenemos derecho a hacerlo? O mejor, ¿de verdad queremos saberlo todo? "En realidad, el espionaje es ya cotidiano. Con los móviles con cámara, nos espiamos unos a otros sin parar. Y nos juzgamos, que es lo peor. Tanta foto, tanto vigilarnos y tanto saber lo que haces a todas horas. Y, sin embargo, muchas veces vivimos con alguien sin saber lo que piensa, lo que desea, sin conocernos". Para la directora, que ha parido su criatura cinematográfica al mismo tiempo que su tercer hijo, la vigilancia nos despersonaliza: "Nos hace objetos".

Dicen las mujeres de Detectives Alicante que no es verdad que los casos de divorcios o adulterios se hayan reducido: "La ley del divorcio cambió el panorama, es verdad, pillar a alguien con otro u otra no es prueba, pero se sigue buscando la evidencia del adulterio por una cuestión de refuerzo social, si quieres; es una manera de mostrar a la familia que tú no has sido, que no tienes la culpa de la separación?".

Muchas de las detectives que son autónomas se niegan a coger casos de pareja. Como Merce: "Son casos como de mirones. Tienes que pillar el momento justo del beso, y eso me repatea. No me gustan. Es además más sacrificado, salidas nocturnas, todo eso? Prefiero quedarme con mi marido". Para Chon, a veces, el terreno sentimental "es morbo, morbo": "Aún ahora, después de tantos años, no entiendo cómo alguien puede ponerle al otro un vigilante. Si sabes que te está engañando, háblalo, déjalo, intenta solucionarlo?".

Entre los casos más divertidos tratados citan las de Alicante aquel de la señora que insistía en que el pene de su marido salía en una página de Internet porque se veía en la imagen una silla de su dormitorio: "Y nos apuntamos a la página y localizamos al dueño del asunto, y no, no era". O aquella señora de sesenta y pico años que sospechaba que su marido tenía una amante, y lo que hacía era irse con las prostitutas inmigrantes y luego se quejaba porque prefería que fuera una amante. "En Murcia hay un sacerdote que dice: 'Yo os declaro marido y mujer hasta que la rusa os separe", se ríen entre ellas.

?¿Investigaríais a vuestro marido?

?No, nunca. Como norma no espiamos a conocidos y parientes.

Y una pregunta para Chon:

?¿Y si un día te siguen a ti?

?Soy muy buena. Lo descubriría.

'Mataharis' se estrena el 28 de septiembre en cines de toda España.

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Sobre la firma

Lola Huete Machado
Jefa de Sección de Planeta Futuro/EL PAÍS, la sección sobre desarrollo humano, pobreza y desigualdad creada en 2014. Reportera del diario desde 1993, desarrolló su carrera en Tentaciones y El País Semanal, con foco siempre en temas sociales. En 2011 funda su blog África no es un país. Fue profesora de reportajes del Máster de Periodismo UAM/El País

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