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Reportaje:

Las piruletas de Mika

Eran las 5.30. La actuación de apertura de la sesión se titulaba El baile de la jungla. Consistía en decenas de mujeres en top less subidas en podios y hombres semidesnudos que colgaban de extrañas lianas. En la enorme pista principal apareció Fat Boy Slim. "Yo tenía que tocar en una sala adyacente y nadie tenía ni puta idea de quién era Mika; pero todo el mundo parecía amar mi música, todos bailaban, incluso los había que lamían los altavoces. No había dormido en dos días. Así que cuando salté al escenario me caí de culo, y mi pie pisó en el pedal del bajo y todo pareció estallar. Me levanté y sólo escuchaba un sonido continuo, como retroalimentado. Un zumbido terrible. Mi guitarra estaba totalmente desafinada, y pensé: es el primer bolo de mi carrera y esto es un desastre, así que terminé cantando una canción de The Proclaimers. Estaba alucinado porque el público prácticamente no podía ni recordar su propio nombre. Estaban totalmente pasados. Sin embargo, reaccionaron con esa canción y terminaron bailando un tema mío llamado Billy Brown. Fue una noche inolvidable".

Ibiza. Hace casi tres años. Sesión de Manumission en la discoteca Privilege, considerada la más grande de Europa. Y la narración del primer concierto de un chaval de 23 años llamado Mika. Perdón, Michael Holbrook Penniman. Una fashion victim que viste pantalones pitillo por convicción y chaquetas con camisetas por elegancia, y que se sienta a lo indio en el sofá cuando la conversación le interesa.

Mika es un fenómeno. En el estricto sentido de la palabra. Su primer disco, Life in cartoon motion, ha batido récords de ventas; ya ha vendido millón y medio de discos. El primer sencillo de ese trabajo, titulado Grace Kelly, logró colarse en el número uno de las listas británicas, desbancando a los mismísimos Kaiser Chiefs, y se mantuvo en la cima durante más de seis semanas. Esa canción barroca, operística, de un pop contagioso que se pega como si fuera un virus que se propagase por el aire, tiene una historia que es, en cierto modo, la metáfora de cómo un chico libanés exiliado, primero en Francia y luego en el Reino Unido, se ha convertido en la sorpresa musical del año. Puede gustar o no, pero sus composiciones son pegadizas desde la primera vez que se escuchan y su modo de interpretarlas recuerda a tantos nombres que da vértigo. Mika es a veces Freddie Mercury, otras Elton John; cuando quiere, él solito suena a todas las Scissor Sisters, a los mismísimos Bee Gees, al genio de Rufus Wainwright, la bola de espejos del más discotequero George Michael? O simplemente a Mika.

La historia de 'Grace Kelly' podría ser la de una venganza, pero Mika tiene buen rollo y no cree en ese término. "Siempre digo que la venganza no existe. Me pidieron que cantara como Craig David [autor británico que cultiva la música negra en su faceta más romanticona y edulcorada, perfecta para el fenómeno de fans] y yo canté como Grace Kelly. He tenido fantasías de venganza alguna vez, lo he intentado, sobre todo en el colegio, pero he llegado a la conclusión de que es un concepto falso".

Mika asegura que Grace Kelly "es el perfecto ejemplo del tipo de agresividad" que suele utilizar de una forma muy efectiva. Ha contado la historia de esa canción cien veces, pero ahí sentando, como si fuera un indio apache en un sofá del hotel Santo Mauro de Madrid, vestido de blanco, con sus rizos y su cuerpo largo y desgarbado, confiesa que siempre ha resumido mucho el cuento y que es la primera vez que revela el secreto completo de cómo se cocinó un éxito que le ha dado un nombre en el proceloso mundo del pop de masas.

El relato es un poco largo, pero resulta esclarecedor sobre el germen de su seguridad y su éxito: "Estaba sentado en un restaurante de Londres un día de hace dos años y medio. Esa misma mañana, los responsables de la multinacional con la que quería trabajar me habían dicho por teléfono que tenía que parar de escribir canciones, porque las consideraban demasiado tipo cabaré. Y esa noche, en un pequeño restaurante tomando una pizza, escuché la conversación de la mesa de al lado en la que resultó que estaban sentados dos músicos hablando de New Order; estaba claro que la tercera persona sentada en la mesa tenía mucho que ver con el grupo. Uno de ellos era el que había producido todos los grandes éxitos de New Order. Así que ignoré al amigo con el que estaba cenando, me levanté, fui a su mesa y les dije: 'Lo siento mucho, estabais hablando muy alto de música y simplemente quería decir hola'. Me preguntaron a qué me dedicaba y les dije que a escribir canciones. No sé cómo, pero conseguí hacerme con el número de teléfono de uno de esos compositores. Le llamé durante semanas y no pude contactar con él. Fui tan pesado que para que dejara de llamar me dijeron que fuera a su estudio a enseñarles un par de canciones. Toqué un par de temas y todo lo que recibí por respuesta fue: 'Oh, es muy interesante'. Ellos necesitaban una seguridad, querían reescribir mis canciones y de esa forma tener un buen porcentaje de los derechos de autor. Me mosqueé muchísimo. Pedí una reunión con los jefes de la discográfica. Cuando me senté ante ellos, estuvieron durante una hora diciéndome que tenía mucho talento, pero también indicándome de todas las formas imaginables que tenía que cambiar radicalmente mi estilo, ya que mi música era invendible. La conversación terminó con esta frase: 'Vete y regresa con un éxito debajo del brazo'. Volví a casa con un cabreo monumental. Estaba harto de que cada dos meses me ocurriera algo parecido, que intentaran manejarme, que intentaran fabricar a otro músico distinto a lo que yo soy. Así que pensé: queréis que suene como Craig David, que suene como todos los artistas que me habéis dicho que copie, ¡pues que os follen! Voy a ser como Grace Kelly, a ver si así queréis llegar a un trato conmigo. Les presenté la canción y nunca más volvieron a llamarme".

No es de extrañar. Era una patada en el estómago de aquellos músicos que sólo buscaban hacer dinero. Dice la letra: "Should I bend over? / Should I look older just to be put on the shelf? / I try to be like Grace Kelly?" (¿Debería postrarme? / ¿Debería parecer antiguo sólo para estar en el candelero? / Trato de ser como Grace Kelly")... "Say what you want to satisfy yourself. / You only want what everybody else says you should want" (Pide lo que quieras para satisfacerte a ti mismo. / Sólo quieres lo que todo el mundo dice que deberías querer"). Eso fue lo que escribió y lo que presentó envuelto en una música barroca y alegre.

"Era mi primer año después de dejar la escuela de música. Me encontraba en un callejón sin salida, con un montón de facturas que pagar, con portazos en las narices de todos aquellos a los que les había enviado mis maquetas? Y escribí una canción sobre eso. Escribí una gran canción diciendo: ¡joderos, que no pienso cambiar mi estilo! Nunca más volvieron a llamarme. Dos años y medio después, Grace Kelly es uno de los mayores éxitos del año. Y ahora recuerdo sus palabras: márchate y tráenos un hit. Eso fue lo que hice. No volvieron a llamarme, pero yo me salí con la mía. Curiosamente, después de esa canción fue cuando escribí todos los temas que hay en el álbum. Y todo en un año y medio".

Fue el triunfo de la alegría sobre la intensidad. La venganza de lo excesivo frente a lo edulcorado y previsible. La consagración de una música no realizada en principio para las masas, pero que resulta tremendamente comercial en el mejor sentido del término. Como la fórmula de La Oreja de Van Gogh, que puede gustar tanto a los abuelos como a los nietos, pero con la calidad de un músico con muchísimo talento.

"Grace Kelly fue la primera canción en la que mezclaba un mensaje personal con unas letras muy teatrales. Y musicalmente también fue la primera vez que conseguí unir en un solo tema todo mi mundo, todo el universo que me gusta, desde El barbero de Sevilla hasta la base de bajo del principio, que recuerda la sintonía de La Pantera Rosa. Nunca pensé que había escrito un éxito, pero me di cuenta de que esa canción realmente era yo, y eso me ofrecía una posición mágica para enfrentarme al resto del álbum".

Grace Kelly ha sido un bombazo de dimensiones increíbles para una industria acostumbrada a las ventas cada vez más precarias y al pirateo sistemático. Sin embargo, el primer trabajo de Mika, Life in cartoon motion (La vida en un dibujo animado) no es un disco de un solo tema, sino una colección de canciones que llegan directas al cerebro y le ponen a uno a bailar sin contemplaciones. Para entendernos: este compacto es ideal para escuchar al levantarse, para empezar el día de forma optimista y despreocupada. Eso sí, cuidado con los resbalones en la ducha.

Pero, ojo, no todo es frivolidad bailable. Las canciones de Mika, si se escuchan con distancia y detenimiento, guardan su carga de profundidad. Por ejemplo, Lollipop, el segundo corte del disco, que significa piruleta, es otro exitazo sincopado en el que se escuchan voces de niñas y tambores que podrían tocar personajes de una película de Disney, grititos de Mika, palmadas, botellas de anís, campanitas, vientos en clave humorística y, por supuesto, el inconfundible falsete del músico. "La compuse como un mensaje para mi hermana pequeña. En ella le digo que no practique el sexo demasiado pronto, porque eso significaría para los chicos algo muy diferente a lo que sería para ella. Así que le digo que tenga cuidado", explica Mika.

El tema titulado Relax (take it easy) (Tómatelo con calma) es una canción de baile orgánica que podrían haber firmado sin problema los Bee Gees. "La escribí la mañana siguiente a los atentados de Londres del 7 de julio de 2005. Iba hacia mi estudio en el metro y tuve que salir porque los terroristas lograron colapsar todo el sistema del suburbano. No creo que la hubiera escrito si aquello no hubiera ocurrido. Pero no escribí el tema sobre los atentados en sí, la canción protesta me parece horrible. Por ejemplo, Bob Dylan escribe de lo que ocurre en el momento en que compone sus canciones, pero no describiéndolo literalmente. Cuando haces canciones de pop tienes que condensar, delinear las cosas con la sencillez del dibujante de cómic. Puedes caer en el error de trivializar cuestiones importantes. Por ejemplo, con este tema. Es una canción de baile, y lo que no se puede es trivializar en la pista de un club un hecho tan tremendo. Por eso no es una canción sobre los atentados, aunque obviamente la escribí afectado por ellos".

Y otra más, con mucha retranca: Billy Brown, la historia de un hombre casado que en un momento de su vida descubre que es gay. "Es la historia de un amigo mío. No ha ocurrido todavía, pero yo ya he visto su vida en los próximos 20 años. Sé lo que va a ocurrir. Y por eso la escribí. Como un mensaje de lo que va a ocurrirle. Él no sabrá ni en un millón de años que se trata de él. Pensé que lo mejor era escribir su historia de la forma más honesta y simple posible, y la canción funciona. Muchos de mis temas resultan ser historias robadas. Como hacía Almodóvar al principio de su carrera. Aunque escribo canciones normalmente de la gente que no me gusta. Pienso que estoy fascinado por la gente que más odio".

Billy Brown da pie para hacerle una pregunta de esas que detesta y a las que siempre se ha negado a contestar. La prensa británica ya ha especulado con la posibilidad de que Mika sea gay. Prácticamente todas sus influencias musicales pertenecen a hombres homosexuales. ¿No cree que salir del armario sería una forma de apoyar a un colectivo desde una posición de fama y respeto? "No creo que las cosas funcionen así. Decir que eres gay no creo que ayude a la comunidad a conquistar derechos. Pero es algo interesante y difícil de responder. Tengo que proteger mi vida. Tengo que proteger muchas partes de mi vida. Prefiero ser visto más como un autor que como un actor o un showman. Estoy en el principio de mi carrera y me quiero dar el lujo de considerarme como un escritor. Así es como afronto mi trabajo. Así es como he hecho el disco que he hecho. Porque no pienso de la manera que piensa la gente famosa". Tema zanjado.

Mika es el mediano de cinco hermanos. Nació en Líbano, pero su familia emigró cuando él sólo tenía un año. Su padre tiene pasaporte estadounidense, su madre es libanesa. Huyeron a Chipre, y de allí se trasladaron primero a París y más tarde a Londres, donde Mika vive desde hace 14 años. "Me siento muy libanés. Un gran porcentaje de mi personalidad es libanesa. He estado en Líbano cinco veces desde que me fui, y lo adoro. Creo que de allí he heredado esta tendencia a escribir temas muy divertidos, pero con profundidad en las letras. Lo que ocurre allí me da mucha pena. Trato de entender las razones de lo que está pasando. Y cuanto más investigo, cuanto más leo, cuanto más me informo, creo que menos sé. Varios miembros de mi familia han sido afectados por la guerra, pero yo tengo el privilegio de observar el conflicto desde la distancia y me parece un lío tremendamente complicado. Es curioso que, siendo Líbano un punto de encuentro entre el Mediterráneo y Oriente, una mezcla de culturas, haya terminado en una situación tan dura. Es muy triste, muy duro y deprimente que diferentes culturas y religiones no puedan entenderse, que no pueda haber tolerancia mutua. Cualquier guerra en cualquier parte del mundo es algo que detesto profundamente; detesto profundamente a cualquier persona que esté envuelta en ella, de cualquier bando. Creo que el ser humano es fascinante, pero la política apesta".

Mika es luz, diversión, baile, bola de espejos, alegría kitsch, pero también tiene sus momentos grises. En este su primer disco, el cantante se atreve a cortar en seco la cadencia del trabajo con el triste relato de una mujer contado por sí misma. "Es la historia de una mujer que lo perdió todo por la guerra de Líbano; perdió su casa, su dormitorio, el espejo de su dormitorio. Todo. Incluso su novio la abandonó, porque ella había perdido un ojo en una explosión. Así que emigró al Reino Unido para recibir tratamiento. Me parecía interesante incluir la historia de esta mujer, a la que la vida le cambia en un segundo, e incluirla en la mitad del disco, contada por ella misma. Porque nos demuestra que las cosas que creemos garantizadas pueden desaparecer en un instante por hechos sobre los que no tenemos ningún control. Es también un mensaje para la gente que cree que no va a poder sobreponerse a una desgracia. Por ejemplo, me veo a mí mismo con 15 años, cuando en el colegio todo el mundo se metía conmigo y me insultaba. Las cosas vistas con perspectiva siempre pueden superarse".

Su primer concierto en Madrid, a mediados de abril, no decepcionó, a pesar de las pésimas condiciones de la sala donde se desarrolló, un local llamado Mynt: una ratonera para 300 personas que desde luego no ha sido proyectada para que nadie dé conciertos. De hecho, tanto el artista como su manager entraron en crisis al ver el sitio que les habían reservado para presentarse en la capital. Mika ve cercenada su expansividad; por no poder, no puede ni siquiera dar saltos en el escenario, de lo bajos que son los techos. Pero, una vez más, saca su vena optimista y se sobrepone; toca el piano, la guitarra, canta, se desmelena; el público no deja de bailar. No problem. Mika tendrá que pasar el examen de su primer festival en España. Está confirmado: en el Summer Case que se celebrará, en Barcelona y Madrid, el 13 y el 14 de julio. Así que: hasta el verano.

El disco de Mika, 'Life in cartoon motion', ha sido publicado por Universal. Más información en: www.mikasounds.com.

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