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Anjel Lertxundi bucea en la historia reciente de Euskadi

El escritor presenta su última novela, 'Los trapos sucios'

"La novela fluye por una vida que tanto nos ha marcado y por una historia que tanto hemos padecido, pero no trata de explicar nada". Anjel Lertxundi, el último Premio Nacional de Ensayo, presentó ayer en San Sebastián su última obra, Los trapos sucios, que sale a la venta de forma simultánea en euskera y castellano editada por Alberdania, acompañado por sus dos editores, Jorge Giménez Bech e Ignacio Mujica Iraola.

La historia, ambientada entre los últimos años del Franquismo y comienzo de los 90, arranca cuando un hijo decide confesar a su padre una antigua colaboración con ETA y justo en el momento en el que los médicos diagnostican una enfermedad mental degenerativa al progenitor y recibe una carta de extorsión de la banda. "Es la novela de 30 años de la vida de este país pero no solo. Es la novela de una determinada generación con un determinado tipo de implicación en la vida y en la historia de esos 30 años", añadió Giménez Bech, también traductor del libro al castellano.

Lertxundi se valió del poeta Novalis para explicar la obra: "La novela surge de las grietas de la historia". Surcos en la pared que para el escritor son "siempre señales de debilidad de una estructura". "Las grietas de las que habla la novela me son muy próximas porque año tras año he ido viendo como aumentaban en cantidad y en tamaño y como nos íbamos habituando a ellas", añadió. El escritor subrayó que su intención no es dar respuesta a ninguna pregunta, si no, formularlas, las mismas que le han ido surgiendo a Lertxundi conforme escribía. "He armado un artefacto literario que no sé muy bien como funciona, el resultado final me ha planteado muchas preguntas y muchas dudas", apuntó.

Pero, ante todo, para Lertxundi su nueva obra supone "una confesión", la necesidad del narrador de contarle a su padre, de hablar con él, de recordar, aunque, paradójicamente, como apuntó Giménez Bech, este último "se aleje del reino de la memoria". "El elemento más importante", añadió el escritor, "es ese bullir interno del personaje, más que cualquier peripecia. Alguien que se hace muchas preguntas, de forma compulsiva, casi enfermiza. Constantemente interpela al lector, así mismo y a mí también", concluyó.

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