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El Ararteko pide rapidez para responder a los nuevos problemas de los menores

La sociedad cambia rápido y las instituciones tienen que evolucionar al mismo ritmo si quieren ayudar a los más jóvenes ante los problemas más graves a los que algunos se enfrentan. El Ararteko dio a conocer ayer el informe Infancias vulnerables, que recoge en sus 405 páginas las diferentes situaciones de vulneración de los derechos de los más jóvenes en Euskadi.

Según el defensor, una de las principales debilidades del sistema de protección es, junto a la falta de coordinación entre las instituciones que atienden a niños y jóvenes y a la falta de mecanismos para su participación, la escasa rapidez a la hora de detectar nuevos problemas y generar soluciones orientadas hacia ellos. Es el caso del ciberbullying, pero también el fenómeno emergente de los menores que agreden a sus padres o a sus profesores.

Iñigo Lamarca aseguró no tener cifras sobre el número de menores -son el 15,5% de la sociedad- que sufren situaciones de vulnerabilidad, pero apuntó que 2.000 niños están atendidos por el sistema y 10.000 son atendidos cada año en las consultas de salud mental de los ambulatorios, lo que da una pista de la magnitud de estas situaciones.

Entre las distintas debilidades se encuentra la necesidad de dar respuesta a la demanda de recursos para aquellos menores que han cumplido los 18 años en centros de acogida de las diputaciones, que tienen recursos insuficientes para ayudarles en el tránsito a la emancipación. Lamarca también apuntó a situaciones como la estigmatización que sufren algunos jóvenes, como los homosexuales, los transexuales o los niños de etnia gitana

Detección en casa

Lamarca insistió ayer en la importancia de la figura de los padres a la hora de diagnosticar una situación de vulnerabilidad. "El centro de detección de problemas es la familia", insistió después de afirmar que Euskadi tiene buenos recursos para atender a los menores que se enfrenten a alguna situación difícil.

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En un comunicado relacionado con el informe, el Ararteko incidía en que las situaciones de vulnerabilidad no son "situaciones inconexas", sino que "todavía existen auténticos itinerarios de exclusión, ligados muchos de ellos a la inexistencia, falta de competencia o simplemente fracaso de la familia como elemento esencial de soporte".

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