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Entrevista:SEVE CALLEJAESCRITOR Y PROFESOR DE LITERATURA

"La mujer es mucho más sosegada, reposada, por eso lee mucho más"

Seve Calleja, escritor en castellano y en euskera de unos treinta libros, sobre todo de literatura infantil y juvenil, es profesor de Lengua y Literatura Española en el Instituto Miguel Unamuno de Bilbao. Zamorano, de 46 años. Un claro ejemplo de integración en el País Vasco. De niño lo trasladaron a Bilbao y se sintió enganchado por el mar y por la gente vasca. Tanto que hizo su carrera de Filosofía, ganó oposiciones y aprendió el euskera que le permite escribir en esa lengua.Calleja es también un viajero, de libros. Lo lee todo. Comenta o enseña, a sus alumnos, todo cuanto apasionadamente descubre en los libros. Y eso le ha llevado a escribir y a editar constantemente. Se inició como poeta, en Zurgai, y ha sido galardonado con premios literarios. También ha publicado trabajos sobre experiencias didácticas: Lecturas animadas, Todo está en los cuentos, Literatura infantil vasca, entre otras obras.

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Calleja es, sobre todo, un gran lector. Por eso le gusta tener tres o cuatro ideas, recogidas de otros, que suele poner en práctica: "El verbo leer no soporta el imperativo; aversión que comparte con otros verbos: amar, soñar", por eso una vez que hemos aprendido a leer, lo hacemos por voluntad propia, por puro placer". Otra idea, la del escritor cubano Manuel Díaz: "Leer es abolir las fronteras de nuestras circunstancias, humillar el tiempo, derogar las distancias, inmiscuirse en la historia, incluirse en el porvenir; es adquirir poder y aprestarse a ser útil; leer me acerca a los otros, lo que significa acercarme a mí mismo".

Pregunta. Leer debe hacerse por voluntad propia, ¿también enseñar?

Respuesta. Claro, sintiendo pasión y orgullo. ¡Cuánto debemos a los profesores que además de enseñarnos a utilizar el verbo amar nos habitúan a utilizar el verbo leer, trabajando o jugando con él! Y no sólo el placer de la lectura sino también la comprensión lectora, que nos proporciona el ser más humanos, más libres y más críticos. Además de la influencia que tiene la lectura sobre las otras materias curriculares: un escolar que rechaza -porque no entiende- el argumento, la trama o el fragmento concreto de un relato difícilmente va a comprender la exposición de una unidad de Historia o de Ciencias.

P. ¿Para ser buen profesor de Literatura hay que ser buen lector y buen escritor?

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R. Enseñar es comunicar, transmitir y contagiar. Se contagian aquellos virus de los que uno está contagiado ya. No es tan fácil convencer de las bondades de la lectura si uno no está realmente convencido. El profesor que lee, hace lectores; como el padre o la madre, o el ambiente de lectura de un hogar. Siguiendo esa lógica, suelo imitar al Juan de Mairena de Machado (que es uno de mis referentes didácticos) cuando dedica el libro a sus alumnos: "De buena fe os digo cuanto me parece que puede ser más fecundo en vuestras almas, juzgando por aquello que, a mi parecer, fue más fecundo en la mía". Y me repito la frase continuamente y en voz baja como una máxima interior.

P. ¿Le preocupa el hecho de que los norteamericanos hablen ya de la muerte del párrafo, de que sólo el 15% de los alumnos y el 35% de las alumnas universitarias entiendan lo que se dice en un párrafo escrito?.

R. Claro que me preocupa. Pero tendremos que adaptarnos al hecho de que hoy se lea más la imagen que la letra impresa, o a que haya en general una pobreza de vocabulario y un gran consumo de imágenes. Es un nuevo reto para el que enseña a leer y a escribir. Yo creo en la recuperación de la lectura, la prueba está en que cada vez se lee más en los transportes públicos.

P. También lee más la mujer que el hombre, ¿no?.

R. Lo dicen las estadísticas y lo demuestra la realidad. Y es porque la mujer sabe disfrutar mucho más del sosiego en el tiempo libre, cuando lo tiene. La lectura requiere ese sosiego, el silencio y la soledad. El hombre llena ese tiempo de ocio con la acción. Y además yo creo que la mujer, por razones de la educación que le transmite sobre todo su madre, mantiene un reducto afectivo y la literatura que ella lee fundamentalmente es la de la afectividad.

P. ¿Y que ocurre entre los alumnos y las alumnas?

R. Leen mucho más las chicas, por esa razón cultural apuntada. ¿Por qué la mujer es más limpia en sus apuntes, estudia y aprueba más y es mucho más laboriosa, sosegada y reposada?. El papel educativo que la madre transmite tiene mucho que ver con todo ello, con la laboriosidad, la serenidad y el orden.

P. Por lo general, ¿hoy se lee o se consume lectura?

R. Hoy se puede leer sin comprar libros o gastando poco dinero. El mismo periódico te ofrece una cantidad inmensa y rica de lectura. Lo que ocurre es que hay hogares donde no entra el periódico o si entra lo tienen como se tenía antes aquellos calendarios de taco. Ven en él poco más que el horóscopo, el tiempo, la cartelera, la bonoloto. Para muchos, el periódico es hoy un tablón de anuncios. Luego está el lector que lo devora, que lo lee todo, pero esos son los menos.

P. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de las últimas encuestas?

R. Que se lea cada vez más el ensayo, el pensamiento de otros, dejando la ficción y el espectáculo para el mundo audiovisual. Los debates de televisión, por ejemplo, no te enseñan a pensar, solo a conocer gente, a etiquetarla.

P. ¿Es Seve Calleja un modelo de bilingüismo?.

R. No. Hablo y escribo en euskera porque me apetece, pero mis clases son en castellano para alumnos euskaldunes, son lecciones de Lengua y Literatura Castellana. Eso me permite hacer muchas concomitancias, relacionar una lengua con la otra, una literatura con otra.

P. ¿Como ve la incorporación del euskera a la enseñanza en nuestras aulas?

R. Existe todavía un gran vacío. Se produce el bilingüismo entre los alumnos pero se tiene al euskera como un instrumento de aprendizaje, académico. Es la lengua para estudiar y hay que conseguir que lo sea para vivir y para gozar. Estoy refiriéndome al Gran Bilbao. Aquí los alumnos hablan en euskera de puertas a dentro, en clase, pero castellano en cuanto salen fuera. Hablan, leen y escriben en castellano cuando quieren vivir o gozar. Hay aún, por tanto, un bilingüismo disléxico muy fuerte.

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