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Amurrio sabe a alcohol desde 1884

En 1831, Paul Pomes, un francés afincado en Bilbao fundó el embrión de Destilerías Acha en la calle de Hernani de la capital vizcaína, con el nombre de Fábrica de Aguardientes, Compuestos, Licores y Jarabes. Varias décadas después, la producción se trasladó a Areta y en 1884, llegó a su ubicación definitiva, en Amurrio (Álava). Entre traslado y traslado, entró en la empresa Manuel Acha Barañano, un trabajador de la línea férrea de Areta que sufrió un accidente laboral y se recolocó en la destilería, donde escaló puestos hasta convertirse primero en gerente y luego en dueño. "Mi bisabuelo fue tomando participaciones en la firma y cuando Pomes murió, su viuda, Marta Laforcade regresó a Francia y le vendió la empresa", explica Maximino Barañano Acha, actual gerente de la destilería. La familia Acha es propietaria de la fábrica de licores desde el 18 de febrero de 1891 y, por los documentos que atesora, se puede seguir su historia. Ya a finales del siglo XIX, la empresa exportaba sus vinos, licores y aguardientes a Francia y Alemania. Amberes, Leipzig y Poitiers son algunas de las ciudades europeas donde Acha tenía clientes y proveedores. Entre estos últimos se encontraba el fabricante de etiquetas Pichot, cuyas letras de cambio todavía mantiene la empresa. A finales del siglo pasado, Acha decidió invertir para aumentar la producción. La destilería alavesa contó con los primeros alambiques de cobre de España, que llegaron en junio de 1892 y que costaron 10.058 pesetas. Más de 100 años después, los alambiques siguen en funcionamiento en la empresa, que elabora artesanalmente sus bebidas a partir de hierbas y frutas. Acha contaba con una extensa red de vendedores que recorrían en tren toda España para vender sus productos. Los comerciales salían de Amurrio y se pasaban tres meses recorriendo la zona asignada de venta e iban enviando los pedidos por carta a la fábrica, que almacenaba las bebidas en barriles. El alto coste del vidrio impedía entonces su utilización como envase. "Los casinos, los círculos de recreo y los ultramarinos, de ésos que vendían de todo, eran los principales clientes", señala el gerente y biznieto del fundador. Junto a la producción propia, que vendía en toda España, la empresa funcionaba como almacén de vino de Jerez y como importadora de vinos franceses. En 1925 murió Manuel Acha y la segunda generación familiar entró a dirigir la fábrica. Ese año, la empresa estaba asegurada por dos compañías inglesas en 151.000 pesetas, una fortuna para la época. Cinco años después, los hijos del fundador idearon la fórmula del licor Karpy, de naranja, con el que la destilería vivió sus años dorados. En 1941, la empresa se constituyó en Sociedad Regular Colectiva, una figura laboral de la época que permitió incluir en el gobierno de la firma a tres de los nueve hijos que tuvo Manuel Acha. Desde el año 1987, la firma es una sociedad anónima registrada con el nombre de Destilerías Manuel Acha. Fábrica de Licores. Actualmente, el País Vasco es el principal mercado de la compañía, que exporta un 7% de su producción a Francia, Alemania y EEUU. El país norteamericano es la última incorporación a la cartera de clientes de la firma familiar. Con una producción anual de 400.000 botellas y una facturación cercana a los 240 millones de pesetas, Destilerías Manuel Acha sobrevive desde 1831, lo que le convierte en una de las firmas más antiguas del panorama empresarial vasco.

Del "Karpy" al pacharán

"El Karpy se creó en la Guerra Civil por la ausencia de materias primas. Era un licor que se elaboraba con menos azúcar y menos naranja, pero que tuvo mucho éxito", apunta Maximino Barañano Acha. "Es una fórmula secreta, como la de la Coca-Cola, y se ha transmitido de padres a hijos", añade. A la fábrica de Amurrio llegaban en aquellos años toneladas de naranjas enteras, que se pelaban y cuyas sobras se vendían en Amurrio y Llodio. Los tiempos han cambiado para todos y ahora llegan cortezas de naranja congeladas, porque las empresas cítricas exportan las naranjas peladas a Inglaterra para la elaboración de mermeladas. "El emblema de la empresa era el Karpy, pero como han cambiado mucho los gustos, ahora lo que se vende es el pacharán", explica el gerente. En 1965, con la bajada de ventas del famoso licor y la entrada en el mercado español de empresas y bebidas extranjeras, Destilerías Manuel Acha sufrió su peor crisis y su plantilla se redujo de los 25 trabajadores a la decena de personas que emplea actualmente. La familia Acha decidió compensar los malos resultados con la inversión en un tren de embotellado totalmente automático, que etiquetaba y sellaba a un ritmo de 2.500 botellas por hora a principios de los años 70. Más impuestos El cambio de la legislación de los impuestos especiales, que ha aumentado el precio de las bebidas alcohólicas, ha motivado la caída de la graduación de muchas bebidas y la comercialización de licores con menos grados de alcohol. Actualmente, en España se grava más una bebida cuanta mayor graduación tenga. "Antes, el impuesto dependía del precio de la botella, pero ahora, un brandy reserva y un licor de frutas, si tienen la misma graduación, pagan el mismo impuesto", asegura Acha. El producto que más vende Destilerías Acha es el pacharán. Los licores de fruta son también otro pilar de las ventas, que la empresa comercializa en tres versiones: sin alcohol y de baja y alta graduación. Una empresa alemana introdujo en los años 70 en el mercado español los licores de fruta que, en opinión del gerente, "no tienen ningún secreto, como ninguna otra bebida, que se puede descifrar con un simple análisis químico". Azúcar blanca e incolora, alcohol de melaza, agua destilada y aromas naturales son la composición de estas bebidas, que Acha comercializa, sobre todo, en restaurantes, bares y cadenas de alimentación. En tercer lugar, se sitúan las ventas de anís, una bebida que ha dejado de formar parte de las sobremesas de muchos hogares. Sin embargo, el anisado para hacer pacharán casero es un producto que mantiene su éxito en el mercado español y el anisado en grano, en el mercado exterior. En un puesto secundario, ha quedado el Karpy, un licor cuyas ventas patrocinaron en los 70 a ciclistas como Gómez del Moral, Galera y Santisteban.

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