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Reportaje:

Descubrir China con el arte

Creadores vascos exponen en el gigante asiático, un país en plena efervescencia creativa

Su vertiginoso desarrollo económico y una cultura desconocida que muchas veces llega a Occidente de forma estereotipada convierten a China en un destino cada vez más atractivo para los profesionales de esta parte del mundo. El arte es un sector en especial eclosión, por lo que galeristas y creadores de múltiples países se están haciendo un hueco en los circuitos artísticos de Pekín y Shangai. El colectivo Fundación Rodríguez y el pintor Judas Arrieta son algunos de los creadores que han viajado del País Vasco a China para exponer sus obras y descubrir un país lleno de contrastes.

La Fundación Rodríguez, integrada por Natxo Rodríguez y Fito Rodríguez -sin ninguna relación familiar entre ambos-, crea y produce desde 1994 proyectos de arte con nuevos medios: audiovisuales, Internet y otros. Una de sus iniciativas más ambiciosas fue Tester, en la que el comisariado se sustituía por nodos en diferentes puntos del planeta (Perú, Eslovenia, Austria,...) con los que se creó una gran red de propuestas artísticas contemporáneas.

Intentaron establecer un nodo en Hong Kong, pero no fue posible, y la colaboración con China quedó pendiente, hasta que el Consulado español en Shangai les invitó a participar en una exposición el pasado junio en el Shanghai Duolun Museum of Modern Art. Conocían a Arrieta, quien ya vivía en Pekín, de un proyecto anterior, así que aprovecharon para exponer juntos además en la capital china.

"Es increíble la dimensión del arte contemporáneo chino, cuando hace 10 años apenas existía. Tal vez sea por el periodo de apertura, como pasó aquí durante la Transición, pero se está evolucionando a una velocidad de vértigo", explica Natxo Rodríguez, quien espera repetir la experiencia con Arrieta en futuros proyectos en el país asiático. Rodríguez, profesor de Bellas Artes de la UPV, destaca lo "gratificante" que resulta exponer para el público chino: "Tienen un enorme apetito de arte y mucha curiosidad. No sé si les gustamos en términos de calidad, pero absorben lo que ven como esponjas".

"Hay mucho movimiento. Es increíble la rapidez con la que se hace y deshace", apunta por correo electrónico Arrieta, quien dibuja "max-mix de imágenes" que le impactan, de explosiones y superhéroes a paisajes y textos chinos, y que se siente "muy feliz" por vivir en Pekín desde 2005. Siempre le ha interesado Asia y consideraba "económica y estratégicamente"esa ciudad el lugar más adecuado para su trabajo. Así que contactó con unas galerías que organizaban residencias para artistas. En esa estancia cerró tres exposiciones y con el dinero de dos becas se mudó a la capital china.

Ha vendido cuadros para recaudar fondos para una ONG, ha expuesto en una galería taiwanesa, y junto a 25 artistas chinos y otros tantos occidentales en una nueva gran galería. Cada dos meses organiza en su estudio "eventos lúdicos festivos para disfrutar del arte".

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Censura

Su próximo proyecto es una colectiva con autores chilenos y residentes en Pekín que se mostrará primero en la capital china y luego en Chile. "Vine para producir mi obra en las mejores condiciones posibles y lo estoy haciendo. Tengo un estudio amplio en el que trabajo a gusto, y me salen nuevos proyectos", destaca.

Si algo sorprendió a Rodríguez fueron precisamente los espacios. "Hay urbanizaciones enteras compuestas de galerías de arte. Se nota que hay mucho dinero en circulación", resalta. Arrieta aprecia un fenómeno inédito: "Gobierno, galeristas y artistas ven que el arte es un gran negocio así que, aunque parezca mentira, hay más infraestructuras que contenidos".

Aunque las obras contemporáneas son "muy comerciales, mirando hacia Occidente y comparables a las de las galerías europeas", opina Rodríguez, la censura sigue aplicándose. "No pueden controlar todo, así que se ven fotografías eróticas y, en cambio, nos han censurado obras por incluir palabras malsonantes o sexo homosexual", añade. "Uno está en su estudio y no se entera, pero vas a una feria y te censuran sin dar explicaciones". No hay problemas, en cambio, para utilizar Internet.

Rodríguez fotografía los contrastes que ha dejado la apertura económica: los modernos lofts conservan huellas de su pasado industrial y basta cruzar la calle para pasar de un rascacielos a chabolas rodeadas de basura. "Aunque la situación sea dura, la gente es muy amable. Es un país optimista", concluye.

Apoyo a la movilidad

La falta de "mecanismos ágiles y flexibles de apoyo" a artistas limita su movilidad, critica Natxo Rodríguez. El profesor de la UPV, quien opina que debería haber programas de movilidad para creadores como los de los docentes universitarios, destaca que las becas del Gobierno vasco "están bien, pero llegan a final del año". "Hasta entonces, nos tenemos que autofinanciar. El trabajo del artista, ya de por sí precario, se basa en el voluntarismo, cuando su resultado no es amateur", apostilla.

Judas Arrieta añade que la universidad tiene "la cuenta pendiente de impulsar colaboraciones con todos los países. Es cuestión de llamar al timbre, ver si se abre la puerta, y currar para que siga abierta".

El decano de la Facultad de Bellas Artes de la UPV, Agustín Ramos, sigue con interés la trayectoria de estos artistas y espera "abrir contactos" con centros chinos, aunque matiza que tiene que descender el número de alumnos para poder aceptar a estudiantes de intercambio.

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