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Columna
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Genocidio

Más de 1.000 palestinos han muerto en la invasión israelí de Gaza. En los medios se oye la expresión "la propaganda israelí", aunque si un punto de vista está ausente del debate público es el israelí. En los muchos medios que frecuento, periodistas, políticos, sindicalistas y cooperantes defienden la causa de Hamás. También he oído a muchos palestinos. En una ocasión oí incluso a un israelí, pero era un israelí de extrema izquierda y denunciaba a su Gobierno. Quizás sea que no paso las suficientes decenas de horas consumiendo medios de comunicación, pero no he conseguido oír ninguna opinión proisraelí que no sea la referencia diaria a las declaraciones de Tzipi Livni, ministra judía de Asuntos Exteriores.

La información, o lo que sea esto, insiste en la palabra "genocidio". La invasión de Gaza es un genocidio. El Estado de Israel ejecuta un genocidio. Los sindicatos, las ONG, los inmigrantes islámicos, denuncian el genocidio. ¿Ha sido la invasión de Gaza un genocidio? Un genocidio es la eliminación sistemática y consciente de todo un pueblo. Eso y no otra cosa. Un genocidio fue lo que hizo el nacionalsocialismo con el pueblo judío: la eliminación de seis millones de hombres, mujeres y niños. Sólo murieron seis millones, pero la intención de los nazis era la liquidación total de los judíos, su desaparición de la faz de la Tierra. Un genocidio fue el que perpetraron los turcos sobre el pueblo armenio a principios del siglo XX. Sólo murió un millón de hombres, mujeres y niños, pero la intención de los turcos era la liquidación total de los armenios, su desaparición de la faz de la Tierra. Y, del mismo modo, seguro que en la selva brasileña se han ejecutado verdaderos genocidios mediante el asesinato de un pequeño grupo de personas.

También hay asesinatos masivos que no son genocidios. El comunismo mató de hambre a millones de ucranianos durante los años treinta del siglo XX, pero no fue un acto genocida, sino la aplicación coherente de la doctrina comunista. Los comunistas no buscaban aniquilar a todos los ucranianos, sino sólo a los ucranianos ricos; otra cosa es que, para ellos, un ucraniano rico fuera el propietario de una sola vaca.

La propaganda, por definición, es indecente. Y a la propaganda la verdad le parece un contratiempo. El asesinato de más de mil palestinos es una atrocidad (el asesinato de una sola persona lo es), pero si Israel se hubiera propuesto un genocidio hoy las muertes se contarían por cientos de miles, y los palestinos de Cisjordania no contemplarían la guerra desde lejos. "Toda propaganda debe ser popular", escribió Goebbels, "adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar". Las enseñanzas de Goebbels se siguen practicando. Y se practican, además, contra los mismos.

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