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Elecciones municipales y forales

Hamaikabat se aproxima al vacío

Pésimas perspectivas en Guipúzcoa para el partido que se escindió de EA y no encontró refugio en el PNV - El acuerdo en Álava, su tabla de salvación

Cuando aquella mañana Martín Beramendi, presidente de Hamaikabat (H1!), supo que la encuesta de la Diputación de Guipúzcoa, previa a la convocatoria de las elecciones de 22-M, les dejaba sin un juntero pensó que solo podía deberse a una maniobra de su socio (PNV) en el gobierno foral de Markel Olano. Era mucho peor: tan fatídico diagnóstico empezaba a ser coincidente con el de otras muestras sociológicas. Ni siquiera en su territorio de origen, este partido escindido de Eusko Alkartasuna en desacuerdo con la deriva soberanista y mucho más próximo ideológicamente a un nacionalismo con visión de futuro, encontraba comprensión ni acogida.

Ahora, ya en plena campaña, aquellos negros presagios se agudizan. Las encuestas no se acuerdan de H1! En Guipúzcoa, su única referencia institucional, desaparecen de las Juntas Generales y se ven reducidos a arañar algunas concejalías. Si los pronósticos se cumplen, habrá más de uno en el entorno de Iñaki Galdos, su cara más conocida, que lamentará haber rechazado la última oferta del PNV para incorporarse a sus listas. Y es que quienes conocen las ásperas negociaciones entre ambas formaciones admiten que inicialmente el GBB ofreció a Hamaikabat la posibilidad de asegurarse 45 concejalías en el territorio guipuzcoano. Pero la propuesta llevaba implícita una máxima que pulverizó el acercamiento: el acceso al Parlamento foral estaba bloqueado para H1!. Y por ahí descarriló el entendimiento.

El veto del PNV a Pello González para ir a las Juntas frustó el acuerdo
Gerenabarrena no dudó en incorporar los votos que asegura Beraza

¿Por qué este veto del PNV? La razón tiene nombre y apellido: Pello González. El actual diputado foral de Hacienda ha sido un permanente quebradero de cabeza para el PNV, y especialmente para Olano. Dotado de una reconocida preparación, asistido por una comunicación tan pedagógica como fluida, no ha ocultado en su gestión una irrefrenable tentación de alejarse de la sombra de supuesta corrupción que venía golpeando la gestión jeltzale en etapas aún recientes, asociadas lógicamente a los procesos judiciales de los hermanos Bravo aún latentes.

González ha sido un verso suelto en el Gobierno foral. Las elocuentes discrepancias en materia tributaria entre los dos socios ya apenas estrenada la legislatura o los desencuentros en políticas tan nucleares en el territorio como el impuesto de sociedades precisamente en tiempos de crisis han proyectado un pulso nada recomendable. González, de hecho, ha sido capaz de acercar al PSE hacia el PNV en varias materias fiscales.

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Esta elocuente falta de química hizo imposible el acuerdo de integración. Por eso, cuando entendió como definitivo el portazo de Joseba Egibar, Galdos, consciente del riesgo de acometer la aventura en solitario, apeló desesperado a Iñigo Urkullu. Lo hizo, además, exhibiendo la flexibilidad encontrada por H1! en Álava para alcanzar un rápido acuerdo. De paso, ahondaba en las exigentes condiciones de Egibar. Resultó estéril. Hasta el EBB entendía fácilmente que en ambos territorios se dilucidaban dos situaciones muy diferentes, mucho más favorables en el caso de las cuadrillas alavesas porque H1! estaba en condiciones -sobre todo en Agurain y Ayala- de reforzar las opciones de Xabier Agirre, el principal objetivo del ABB. En la pugna foral alavesa, la experiencia demuestra que una mínima fuga del voto nacionalista puede decidir la suerte final. Por eso, Gerenabarrena no dudó en asegurarse el granero de votos, por ejemplo, del veterano Iñaki Beraza, imbatible en Agurain. Egibar debió entender que H1! no tenía ningún mirlo blanco.

Así las cosas, Hamaikabat se teme lo peor para la suerte de su proyecto político porque se acerca al vacío, sobre todo donde más le duele: Guipúzcoa. Si así fuera, en su reflexión tratarán de responder al dilema generado tras su segregación de EA: ¿Fue un acierto convertirse en partido, o tal vez hubiera sido más prudente crear una fundación para así debatir sobre el futuro del nacionalismo y restañar, de paso, las heridas?

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