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Reportaje:

Imágenes apetitosas

Una exposición recoge el proyecto de dos cocineros y un fotógrafo en su búsqueda por diseccionar los platos de una forma diferente

Querían jugar a despertar los sentidos y lo consiguen combinando de forma artística (y diferente) la gastronomía y la fotografía. Los cocineros Enrique Fleischmann y Borja García Argüelles, junto al fotógrafo donostiarra Juantxo Egaña crean un mundo de ensoñación culinaria en la exposición El silencio del vacío. Visiones de un mundo comestible que se presenta en la Sala Kutxa Boulevard de San Sebastián hasta el 25 de julio.

La muestra combina 15 fotografías de diferentes formatos -desde los 50 centímetros hasta el metro de ancho, objetos con texturas diferentes, un vídeo del making off y un montaje audiovisual donde nada es lo que parece. Obras como fosiles de anchoa, papeles de verduras, graffittis de cacao o caracoles de azúcar comparten el la exposición con fotografías de gran formato ante las que la retina y las papilas gustativas se activan sin remedio. Imágenes de mozzarellas que flotan en el espacio, laberintos de huevo o imágenes que parecen un cuadro constructivista pintado con tinta de chipirón no pasan desapercibidas al ojo del visitante. "Queríamos separar cada elemento de un plato y hacerlo importante y bello por sí solo", explica Fleischmann, que junto a Borja García trabajan en el laboratorio de I+D del restaurante Akelarre. Pedro Subijana invita a imaginarse un "mundo diferente, un mundo en el que todo, absolutamente todo, se pudiera comer..."

La muestra combina objetos comestibles, 15 fotografías y audiovisual
"Queríamos separar cada elemento del plato y hacerlo bello por sí solo"

Para el fotógrafo Juantxo Egaña, responsable también del montaje de la muestra, no ha sido fácil hacer las fotografías. "La gelatina de aceite con las verduras dentro o las láminas de chipirón fueron complicados de plasmar, pero el resultado es sorprendente", explica Egaña, habitual colaborador de la Kutxa con una larga trayectoria en fotografía de cocina.

La idea de este particular mundo comestible surgió hace un par de años cuando Juantxo Egaña y Enrique Fleischmann se cruzaron en un plató de televisión y empezaron a dar forma a un proyecto en el que ambos compartían las misma visión y al que luego se unió Borja García. Entre los tres formaron un equipo "muy democrático" donde cada uno trasladaba sus ideas y se votaba hasta para respirar. Borja García va más allá: "Cada día hacía uno de jefe". Fleischmann, mexicano de origen, cree que la comprensión y el respeto permitió un resultado impresionante "del que estamos muy satisfechos".

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El objetivo estaba claro desde el primer día. Dar una visión artística distinta de algo que puedes comer en el plato. Diseccionar los alimentos y verlos en toda su dimensión. "Cada uno ve lo que quiere. Pero al final es un ingrediente de la cocina elaborado con la técnica que aplicamos todos los días en nuestro trabajo y el resultado es real, no mentimos a nadie", explica Fleischmann.

Un pergamino de cebolla escrito con tinta de chipirón por Xabier Mendiguren apunta: "Maite dugun guztia jango genuke (Comeríamos todo aquello que amamos)". ¿Por qué no?

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