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Reportaje:

"Jubilarme... yo ya me veía fuera"

Un total de 5.030 de los 7.868 agentes de la Ertzaintza tienen más de 40 años

A Eduardo le llaman el Abuelo desde hace décadas. Ahora le tocaba hacer realidad el apodo que le persigue casi desde siempre en la Ertzaintza: "Jubilarse... y a disfrutar". Destinado en una comisaría de la Margen Izquierda, este agente de la primera promoción tiene 58 años y las cosas claras: "Llevas toda la vida levantándote a las seis de la mañana. Y un día quieres hacerlo a la que te dé la gana. Igual a las seis y cinco, pero sin la presión del trabajo". Así ve el Abuelo su primer día como jubilado.

A su lado, Koldo, de la quinta promoción, tiene 48 años y una poblada barba estilo guerrillero checheno. "Empecé a trabajar tirando de una carretilla en un almacén de papel a los 14 años. ¿Que si quiero jubilarme?", pregunta, mientras cierra el coche patrulla; "Sueño con ese primer día, coger la autocaravana y recorrer el Norte de Europa".

Ambos han envejecido con una policía que tiene más de 25 años de historia y prácticamente todo por hacer en el tema de jubilación y de segunda actividad por edad. El rechazo, el jueves, en el Congreso a la equiparación de la edad de prejubilación a los 60 años ha roto las expectativas de los ertzainas de ser como los guardias civiles y los policías a la hora de colgar la chapa anticipadamente con el 100% del salario.

"Yo ya me veía fuera", reconoce Eduardo, "y de hecho me veo fuera. Porque ya no estás para trotes: unas veces esto se resiente, aquello falla y lo otro no funciona", admite. La Ertzaintza envejece a pasos agigantados. A día de hoy, 5.030 agentes tienen más de 40 años. Conseguir la jubilación anticipada a los 60 años a cargo de la Seguridad Social, como los policías y guardias civiles, era una asignatura pendiente. Regular el pase a segunda actividad, una necesidad. Ahora todo se retrasará, mientras la pirámide de edad se abulta peligrosamente en el tramo entre los 40 y 50 años: 4.460 de los 7.868 ertzainas se encuentran en esa franja de edad.

Ambos agentes han vivido muy de cerca el proceso legislativo por la equiparación. Koldo habla de "mercadeo" entre políticos, tras la decisión del PP de ceder a las presiones y abstenerse finalmente. Eduardo viajó incluso a Madrid. Acariciaba ya el paso. "El jueves estábamos en el Congreso diez ertzainas, cuatro mossos y dos forales, con una ilusión y unas expectativas que al final se fueron al traste. ¿Sabe cuántas personas del Departamento de Interior había? Ni una, porque les importa un bledo. Es patético", acusa Eduardo, mientras el consejero de Interior, Javier Balza, carga contra PP y PSOE por "bloquear" una solución al problema del envejecimiento. Y mientras el servicio público se resiente, los agentes regordetes, calvos y con el pelo cano esperan una solución que no termina de llegar.

Los agentes de la Ertzaintza Koldo y Eduardo charlan junto a su coche patrulla, en un aparcamiento público cerca de la capital vizcaína.
Los agentes de la Ertzaintza Koldo y Eduardo charlan junto a su coche patrulla, en un aparcamiento público cerca de la capital vizcaína.SANTOS CIRILO
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Segunda actividad, con 55

El rechazo en el Congreso de la jubilación anticipada a partir de los 60 años, retrasa en Euskadi el paso siguiente: la regulación del pase a segunda actividad por edad en la Ertzaintza. Recientemente, el Parlamento navarro ha fijado esa edad en los 55 años. Y el sindicato mayoritario Erne quiere lograr ese mismo tope para los ertzainas .

El consejero vasco de Interior, Javier Balza, tiene acordado un compromiso en el último convenio, firmado con Erne y Comisiones, para regular la segunda actividad en el plazo "máximo" de seis meses tras la equiparación de la jubilación anticipada con Policía y Guardia Civil. Interior deberá pactar primero la edad y después cómo se complementa el salario para los agentes que quieran acogerse voluntariamente a la segunda actividad. Desde 1999, hay un compromiso para dotar anualmente un fondo para ese capítulo. A finales de 2007 debería contar ya con 72 millones de euros. El actual director de Recursos Humanos, Juan María Barasorda, reconocía el 28 de noviembre de 2001 en una carta a Erne que "las cantidades económicas comprometidas" en el anterior convenio estarían "disponibles en un futuro cuando sean regulados ambos conceptos". Ahora todo queda sine die en el aire.

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