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Laboratorios internacionales confirman que las inscripciones de Veleia son del siglo III

El equipo de arqueólogos pide que se deje trabajar a los científicos que estudian los grafitos

Las inscripciones encontradas en el yacimiento de la ciudad romana de Veleia son auténticas. Como ya adelantó este periódico el pasado 7 de noviembre, tanto los grafitos de carácter religioso como los que recogen palabras en euskera fueron escritos a finales del siglo III. Así lo han verificado los distintos análisis realizados en laboratorios de todo el mundo. Se confirma de esta forma la primera valoración que ofrecieron los estudios estratigráficos del equipo de arqueólogos que trabaja en la localidad alavesa desde 1994. "Ahora se abre el campo de los investigadores de las distintas disciplinas para que expliquen estos hallazgos", señaló ayer Idoia Filloy, subdirectora de la investigación arqueológica.

El anuncio de la autenticidad de los grafitos de Veleia convocó ayer a numerosos medios de comunicación, después de que en un periódico local se publicaran a principios de esta semana un par de artículos que cuestionaban la autenticidad de las inscripciones. "No hay ninguna duda: estamos ante un conjunto de 270 grafitos escritos en trozos de cerámica, de vidrio y ladrillo o huesos, dentro de un conjunto de más de 15.000 piezas en una secuencia estratigráfica determinada", apuntó Eliseo Gil, director de la excavación, al referirse al primero de los hallazgos.

Porque ayer se presentaron los análisis realizados a dos grupos de grafitos. Por un lado, los que aparecieron en la domus de Pompeia Valentina, en los que se han hallado apuntes de iconografía cristiana; por otro, los que se han encontrado en una casa cercana con palabras en euskera. Ambas se encuentran en el núcleo de este gran enclave urbano que era Veleia, en el que vivieron en sus mejores tiempos hasta 10.000 habitantes a finales de aquel siglo III.

Las dudas, razonables, admiten el debate científico, no la polémica, señalaron ayer los responsables del proyecto. "Se ha llegado a banalizar en las formas, incluso a poner en entredicho el honor de unos profesionales o a toda una disciplina científica, como es la Arqueología", denunció Idoia Filloy.

Un artículo del catedrático de Filología Indoeuropea Joaquín Gorrochategui y otro del catedrático de Filología Vasca Joseba Lakarra y del profesor de Historia Medieval Juan José Larrea, ambos publicados en el diario El Correo esta semana, pedían "cautela" mientras no se verificasen los grafitos. No obstante, apuntaban que algunos descubrimientos "producen perplejidades en cadena", cuestionando la autenticidad de los hallazgos. Estos dos últimos profesores no participan en el equipo de investigadores que estudia el material hallado en Veleia.

Carbono 14

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Dada la trascendencia del hallazgo, el equipo de arqueólogos llevó a extremar las pruebas de su datación. Esta "se ha visto confirmada con los correspondientes análisis de Carbono 14 [realizados en los laboratorios de Geochron en Cambridge, Massachussets, Estados Unidos, y en el Centre for Isotope Research de la Universidad de Gröningen en Holanda], de uso habitual en las excavaciones", apunta el informe presentado por los arqueólogos de Veleia. También explicaron que ese tipo de análisis sólo se puede aplicar sobre elementos orgánicos (en este caso, hueso y madera carbonizada) en los que lo que se data es el momento de su muerte.

Para la cerámica han acudido a la técnica de termoluminiscencia (en los laboratorios de la Universidad de Cracovia en Polonia), que fecha el momento de su cocción o de su última exposición al fuego. "Se trata de pruebas destructivas, por lo que, obviamente, no se han aplicado sobre las evidencias con grafito", detallaron.

Pero como los descubrimientos eran tan excepcionales, también se ha acudido a verificaciones nucleares. El análisis principal se ha realizado en los laboratorios de espectroscopia nuclear del CEA-CNRS (Francia), con análisis de contraste en los laboratorios Adirondack del Centro Tecnológico de Zamudio. Básicamente, lo que se ha hecho es analizar la pátina superficial de estas evidencias con inscripciones, lo que ha permitido determinar que cuando este material quedó "enterrado" en el subsuelo los grafitos ya estaban hechos. "Las inscripciones son coetáneas al momento en que estos materiales quedaron incorporados a la secuencia estratigráfica que nosotros hemos estudiado", apuntó Filloy. Rubén Cerdán, físico nuclear y coordinador de los análisis, explicó que se han empleado más de 100 elementos de discriminación: "La comprobación es definitiva", resumió.

Un yacimiento con futuro

"El rendimiento científico de este yacimiento va a ser mucho más alto", afirmó ayer Eliseo Gil, director del equipo de arqueólogos que desde 1994 trabaja en la ciudad romana de Veleia. Sus posibilidades, reconocidas en todo el ámbito académico, llevaron en 2001 a que la sociedad pública Euskotren patrocinara con una importante suma (unos 430.000 euros anuales) la excavación de un yacimiento que es propiedad de la Diputación de Álava, y en el que participan el Ayuntamiento de Iruña de Oca y el Gobierno.

El hallazgo de los grafitos es consecuencia de un trabajo meticuloso que no desecha ninguna pieza. Muchas de estas inscripciones no tienen más de cuatro milímetros. Todas, en material de desecho utilizado a veces para rellenos. El equipo está investigando a fondo y las conclusiones llegarán con el tiempo. "Un científico no puede ponerse un límite, nada más que el de su propia vida", dijo Gil.

Para comprender la complejidad de investigar sobre escritura casual, no administrativa, el catedrático Juan Santos Yanguas puso un ejemplo: "Siempre se dijo que, hasta el siglo V, los sustantivos latinos no alcanzaron su terminación en -o. Pues bien, en Austria ya hace años se encontró un grafito auténtico en el que se leía 'Romulo'. Era del año 250. En Veleia, todas las hipótesis están abiertas".

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