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DOS EMPLEADOS SIN CONVENIO CUENTAN SU SITUACIÓN | El 1 de Mayo

"Llevo 33 años trabajando y no llego a mil euros"

Pedro Gorospe

Julia Martínez entró a trabajar en la empresa Gangoiti SL a los 14 años. Ahora tiene 47, tres hijos y un nieto. Con 33 años de antigüedad en la firma podría pensarse que, sólo por los quinquenios, su sueldo es satisfactorio. Todo lo contrario. No llega a mileurista. Su salario neto asciende a 936 euros mensuales con dos pagas extras de 606 brutos.

La situación de esta trabajadora está relacionada directamente con el hecho de que, por la falta de convenio sectorial, desde 2003 no ha tenido ninguna subida salarial, ni siquiera del IPC. Además, debido a un conflicto, ella y el medio centenar de trabajadores de la empresa radicada en Mungia no han cobrado ni una peseta. "Que no haya un convenio sectorial nos lleva a la ruina. Nuestro empresario no ha hecho ni caso de las recomendaciones de la patronal; no nos ha subido en cuatro años ni un céntimo", critica.

Gangoiti es una empresa familiar que fabrica rieles para cortinas, con más de un 60% de mujeres en la plantilla. En alguna ocasión -antes de 2003- les han actualizado el IPC, recortándoles algún plus que tenían. "No hay ningún futuro para ningún trabajador. Con esos salarios y esas perspectivas es imposible pensar en el futuro", dice.

Julia está en la cadena de pintura y reconoce que protestar por su situación le da un poco de miedo. "Espero que no haya represalias, ¿qué más puede pasar? El problema es que no podemos escondernos toda la vida, y yo todavía aspiro a darles a mis hijos una vida mejor que la mía. Y para eso voy a luchar", añade.

Hace dos semanas realizaron tres días de huelga, y tienen prevista otra para los días 15 y 17 de cada mes, si la dirección de la planta no se aviene a regularizar esa situación. "Hay parejas que trabajan los dos aquí y les están rompiendo la vida", critica.

El suyo está lejos de ser un caso excepcional de pérdida de poder adquisitivo por la ausencia de convenio provincial de sector. Francisco Javier Macarrilla trabaja en otra empresa del metal, sita en Zamudio, que se dedica a la troquelería. Hace moldes para piezas de automoción y lleva desde 2003 sin ninguna subida en su salario.

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Él cobra algo menos de 1.200 euros. "Así no hay manera de llegar a fin de mes, teniendo en cuenta que cada año te suben la hipoteca entre 60 y 100 euros, y mi sueldo lleva atascado cuatro largos años. Sólo me han subido el quinquenio", protesta. Puede salir adelante porque, "gracias a Dios, mi mujer trabaja también".

Esa es la clave. Ahora hay más trabajo, "pero el empresario, por el precio de un trabajador de antes, tiene dos", se lamenta. "Antes con un sueldo se hacían familias. Ahora con dos se malvive, esa es la diferencia". "Y no estamos hablando de una época de crisis económica", agrega, "sino de grandes beneficios para los empresarios".

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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