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Tribuna:TRANSPORTE Y SANIDAD
Tribuna
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Modelo de movilidad y salud

Sostienen los autores que nuestro modelo de movilidad basado sobre el uso y abuso del vehículo privado tiene un impacto cada vez más negativo sobre la salud de las personas.

El índice de motorización se ha duplicado en la Unión Europea en los últimos 25 años. En el País Vasco ha aumentado un 41% entre 1992 y 2005. En la actualidad existen 550 vehículos a motor por cada mil habitantes, de los que 450 son coches. Y, lo que es igualmente importante, el País Vasco está por debajo de la media de motorización de la Unión Europea, lo que significa que en los próximos años seguirá aumentando el número de vehículos en proporción a la población.

Según el Estudio general de la sociología del transporte de viajeros realizado en 2005 por el Departamento de Transportes del Gobierno vasco, el 58% de la distancia diaria recorrida por las personas de nuestro país se realiza en coche, el 23% en transporte público y el 15% caminando.

El tráfico contribuye de manera especialmente intensa a la exposición de las personas a la contaminación
El ruido de los vehículos disminuye el rendimiento laboral y escolar, y provoca pérdida de audición y cansancio

La movilidad de las personas se realiza mayoritariamente en vehículo privado. En consecuencia, las calles de nuestras ciudades y núcleos urbanos están saturadas de coches. El modelo de movilidad basado en el uso del vehículo privado implica un importante peaje en términos de salud. Las señales de alerta ya se han disparado.

La mayoría de la población europea vive y trabaja en áreas urbanas, caracterizadas por una gran densidad de tráfico. Gran parte de los impactos en la salud debidos al transporte de carretera se generan, en consecuencia, en los medios urbanos. El primer impacto tiene que ver con la contaminación atmosférica. El tráfico contribuye de manera especialmente intensa a la exposición de las personas a la contaminación, ya que los contaminantes procedentes de los vehículos son emitidos a la altura del aparato respiratorio y desde una gran proximidad con las personas.

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Según el informe de la Organización Mundial de la Salud Transporte, medio ambiente y salud publicado el año 2000, entre 36.000 y 129.000 personas mueren al año en las ciudades europeas como resultado de la exposición a largo plazo a la contaminación atmosférica generada por el tráfico.

La reciente Estrategia temática sobre la contaminación atmosférica 2005 de la Unión Europea identifica a las partículas finas y al ozono como los principales contaminantes derivados del tráfico en las zonas urbanas. Un incremento en la exposición a esos contaminantes puede desencadenar, a corto plazo, un aumento de la mortalidad prematura, un incremento de los ingresos hospitalarios por problemas cardiovasculares y respiratorios, sobre todo asma en edades infantiles, así como una disminución de la función pulmonar. Además, una exposición a largo plazo conlleva un mayor riesgo de padecer cáncer de pulmón.

En el País Vasco, la contaminación atmosférica relacionada con las partículas finas es la que peores registros sigue presentando. En el año 2002, el 23% del total de las partículas finas (PM10) fue emitido por el sector del transporte. Las emisiones de esas partículas procedentes del sector se incrementaron un 36% entre 1990 y 2002. Según datos oficiales, en 2005, veintiún estaciones de la Red de vigilancia y control de la calidad del aire pertenecientes a 18 municipios -Alonsotegi, Amorebieta, Barakaldo, Basauri, Bilbao, Durango, Erandio, Portugalete, Zierbena, Beasain, Lezo, Mondragón, Rentería, Azpeitia, Abanto, Getxo, Lemoa y Vitoria-Gasteiz- superaron en más de 35 ocasiones el valor promedio diario de partículas (PM10) fijado por la Unión Europea.

Todos estos municipios conocen niveles muy elevados de tráfico en sus núcleos urbanos.

El ruido urbano derivado de los vehículos a motor genera también impactos negativos sobre la salud, al provocar estrés y tensión. Los estudios sobre grupos de población afectados por la exposición continua al ruido hablan de disminución del rendimiento laboral y escolar, pérdida de audición, acumulación del cansancio e irritabilidad.

En el País Vasco, una de cada cinco personas se ve afectada por el ruido. En Bilbao seis de cada diez personas sufren molestias por ruido y en Vitoria-Gasteiz, dos de cada diez. El principal foco de contaminación sonora es la red de carreteras. De acuerdo con la Directiva 2002/49/49, las administraciones tienen la obligación de realizar mapas de ruido con fecha límite de junio de 2007. Vitoria-Gasteiz y Bilbao cuentan ya con sus mapas, no así Donosti. Se espera que para el 2009 la Unión Europea redacte una nueva directiva que tendrá como uno de sus objetivos prioritarios definir los impactos en la salud generados por la contaminación acústica.

Otro aspecto importante de la incidencia de nuestro modelo de movilidad sobre la salud es el relacionado con los atropellos urbanos. En 2005, se registraron 27 muertes, 184 heridos graves y 660 leves. Mientras que el número de muertes en las carreteras ha conocido un descenso muy importante, pasando de 248 víctimas en 1995 a 101 de 2005, el número de víctimas por atropellos apenas ha descendido un 7% entre 2000 y 2005.

La salud se ve también afectada por la exposición regular a congestiones o atascos. La congestión provoca irritabilidad, aumenta la presión de la sangre, disminuye el rendimiento en el trabajo y empeoro la calidad de vida. Según el mencionado Estudio de la sociología del transporte, en un día medio hay 159.162 conductores que se ven afectados por atascos en las carreteras de Euskadi. El tiempo medio que se pierde por ese motivo es de 1,7 horas a la semana, lo que supone unas diez jornadas laborales de ocho horas al año por persona.

Nuestro modelo de movilidad implica también la pérdida progresiva de la cultura del caminar. El aumento del sedentarismo incide de manera negativa en la salud de la población, aumentando la tasa de sobrepeso y obesidad. El sedentarismo y el hábito de fumar son los factores que causan el mayor número de muertes en los países desarrollados en la actualidad. La falta de actividad física está asociada a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

En definitiva, nuestro modelo de movilidad basado en el uso y abuso del vehículo privado tiene un impacto cada vez más negativo sobre la salud de las personas. Si hace una generación la preocupación de la sociedad y de las instituciones públicas se dirigió hacia la contaminación que surgía de la chimeneas de las fábricas, en la actualidad ha de dirigirse hacia los coches que han invadido de manera absoluta nuestras calles y carreteras. Pero ahí todos estamos implicados. Antes era más fácil. Bastaba con señalar a la chimenea humeante y declararla responsable. Ahora, el dedo titubea a la hora de reconocer nuestra propia responsabilidad en el desaguisado de movilidad que hemos creado.

Antxon Olabe es economista ambiental y Aitana Lertxundi, técnico ambiental especialista en salud.

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