Modelos basados en las personas
Cuando en 1991 Koldo Saratxaga llega a Irizar, empresa nacida en 1889 en Ormaiztegi como fabricante de carruajes y diligencias nadie daba un duro por ella: se encontraba en quiebra técnica, y con perspectivas de cierre. Su remontada insólita, que le llevó en nueve años a ser considera por la revista The Economist como la empresa fabricante de autobuses más eficiente del mundo, se trató de cifrar en muchas claves: que si tenía un buen producto, que si apostaron en su momento por la exportación y, sobre todo, que era una cooperativa.
Saratxaga se muestra tajante. "Creo en el cooperativismo, pero no siempre en las cooperativas", apunta. "Las cooperativas funcionan según sean sus jefes, igual que las sociedades anónimas. Para repartir beneficios no hace falta ser cooperativistas". Su consideración sobre el modelo de empresa para este siglo XXI parte de una constatación clara: "La organización en pirámide nace oficialmente en 1912, pero ese modelo tiene su recorrido limitado; el sistema actual da lo que da; no puede entenderse que el 75% de las personas se encuentre incómoda en su lugar de trabajo y son minoría clara las que se muestran orgullosas del lugar en el que trabajan".
Eso sí, el trabajo hay que realizarlo en equipo y así lo está trasladando a las empresas y consorcios que asesora desde hace dos años. "Jamás en mi vida en Irizar he viajado solo y en esos 14 años habré tomado más de 1.000 aviones; cuando me marché no me he llevado nada que los demás no sepan, porque no he tomado ninguna decisión solo". Así y todo, a pesar de todas sus conferencias, de que insiste en que "los modelos se pueden trasladar porque están basados en las personas, no en el producto", Saratxaga sigue siendo una rara avis en el mundo empresarial.
