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Reportaje:

Olaizola funde a Barriola

El delantero logra su segunda 'txapela' del Manomanista tras derrotar al de Leitza por un contundente 22-10

Necesitaba Barriola vencer a los nervios y no lo logró. Tras un campeonato brillante, ayer, en el momento clave, pinchó. No fue sólo demérito del de Leitza, sino, sobre todo, acierto de Olaizola II. El delantero se mostró soberbio durante todo el partido: golpeos impenitentes combinados con dejadas ajustadas y mucha fuerza en el peloteo. Consiguió fundir a Barriola y minar su confianza sólo con su presencia. Ya en el primer tanto, el zaguero mostró que los nervios pueden atenazar los brazos. Pese a que contó con el primer saque, aguantó únicamente un par de embestidas de su rival y en una volea defensiva sin mayor complicación tiró el cuero a las tablas de la contracancha. Acto seguido, lanzó al colchón otra pelota tras un peloteo enzarzado.

A Barriola le faltó el punto que define a los campeones en los momentos claves

Una inteligente cruzada a la pared izquierda, un saque, un fallo de Barriola, una paradita al txoko y un dos paredes certificaron la sorpresa. El de Goizueta, casi sin despeinarse, había colocado el cartón siete en su marcador mientras Barriola jugaba sin lograr nada positivo. La cátedra, desde el tercer tanto del delantero, comenzó a cambiar las posturas y el dinero empezó a cantarse azul un poco después. Barriola, el auténtico martillo del Manomanista, con cinco victorias en este campeonato, se derrumbaba sin aparente remisión.

A pesar del gran inicio de su contrincante, el leitzatarra siguió golpeando y manteniendo a raya a Olaizola y engarzó un parcial de cuatro a cero combinando un error ajeno y tres bonitas jugadas. Ésa era la chispa que faltaba, la emoción, la posibilidad de voltear la final y volver locos a los pelotazales. Pero a Barriola le faltó el punto que define a los campeones en los momentos claves. Cada vez que un tanto podía cambiar el rumbo de la final, el zaguero acababa perdiéndolo. Le sucedió en el 4-8 y en el 4-9, cuando no supo responder a un gancho abierto de Olaizola y erró un sotamano de zurda. Estos fallos se combinaban con la precisión mecánica de su rival, quien, sin grandes alardes, tiró de manual para aprovechar la más vieja jugada del mano a mano: buen saque, profundo, duro y arrimado, y una dejada para remate. Ni las piernas de Barriola ni las de nadie soportan ese ritmo.

Quedaba otro momento de reacción de Barriola, una nueva tacada de cuatro tantos que colocó el marcador 8-10 en los mejores momentos del duelo, con un pulso de fuerza a lo largo de la cancha. Sin embargo, el combate se terminó de una manera extraña, cuando Barriola cometió una escapada que impactó contra Olaizola y le llevó a los vestuarios. A partir de ese momento, todo tuvo el color azul del fajín del de Goizueta. Ni bajó los brazos ni perdió el norte, pero Barriola se topó con la mejor versión de su compañero. El de Leitza, especialmente su diestra, parecían enormemente fuertes, pero ahí estaban esos errores en los segundos importantes. Se llegó al 8-13, un error de Olaizola y, de repente, como en una carrera loca, el luminoso ya exhibía el 9-18. En medio, un par de fallos del zaguero y unos crudísimos pelotazos de Olaizola hicieron el resto. En una escapada a buena, Barriola consiguió su último tanto, el 10-18.

Ya no había nada que hacer. Otro par de malas decisiones y como colofón Olaizola, brillante con el saque, dejando la pelota muerta en dos jugadas idénticas de saque potente y paradita desde el cuadro dos. Una magistral exhibición hasta el 22-10 que le convierte en campeón por segunda vez en su carrera y cierra un ciclo de cuatro participaciones en las últimas cinco finales del Manomanista.

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Un parón beneficioso

Antes resultaba extraño que una final de pelota se parase, a no ser por motivos de fuerza mayor. Ahora, cada vez más acostumbrados a retrasos, peticiones de descanso y charlas de botilleros, resulta más bien una práctica corriente.

Olaizola II, sin embargo, necesitaba ayer ese parón momentáneo en el encuentro. Entró en los vestuarios dolorido y sorprendido tras el 8-11. Barriola, en una escapada, golpeó con el cuero en el codo de su rival. No fue un golpe tremendo ni aparatoso -aunque el codo siempre es una articulación preocupante para los pelotaris- que, tras dos minutos de atenciones, quedó subsanado sin mayores complicaciones. Barriola pidió las preceptivas disculpas y todo parecía arreglado.

Sin embargo, esos escasos 120 segundos sí que resultaron determinantes en el curso del encuentro. Por esas cosas del deporte, Barriola perdió algo de la concentración que venía amnetniendo y encadenó algunos errores subsanables cuando más cerca parecía una hipotética remontada.

Mientras su rival perdía poco a poco los nervios, el receso en los vestuarios le sirvió a Olaizola para visualizar el desarrollo del partido, mantener la templanza, tomar el aire necesario y volver a la cancha del frontón donostiarra sin ningún tipo de secuela. Bueno, sólo una: la mejora en los golpes del de Goizueta, quien encadenó un tramo final del partido casi inmaculado y que no mostró el menor síntoma de debilidad en sus manos.

Y así, cuando cayó el definitivo cartón 22, pudo demostrar con alegría exultante su victoria, que certifica que su brazo diestro se encuentra inmaculado y que será el pelotari a seguir durante este verano, junto a Juan Martínez de Irujo y el incombustible Titín III.

Junto a ello, la victoria en el mano a mano da un balón de oxígeno a su empresa, Asegarce, que durante el último lustro había sido casi literalmente barrida por Aspe y que ahora afrontará sus bolos estivales con el atractivo de vestir de colorado al mejor jugador del cuadro profesional. Y, sobre todo, el modo de conseguir la victoria postula a Olaizola II como el pelotari maduro que aún puede incrementar su número de txapelas con un juego casi perfecto, como el exhibido en la tarde de ayer dentro de un abarrotado Atano III.

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