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Columna
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¿Orgullo de qué?

En mi breve paso por la Administración aprendí cosas muy básicas, pero fundamentales: que hay grandes y pequeños políticos, que hay grandes y pequeños funcionarios y también que, visto desde el otro lado, hay grandes y pequeños periodistas. Nada más llegar, un colega que llevaba unos añitos en esas tareas, me dijo: "aquí te darás cuenta de que también hay unos funcionarios cojonudos aunque fuera todos digan que son unos vagos" En ese breve paso, sin embargo, lamenté sobremanera no haber conocido ninguna comisión de investigación, ese instrumento de ternura política, que puede tener de todo menos capacidad de sorpresa. Uno ya sabe el desenlace antes de que comience a trabajar, como en las películas de John Wayne se sabía quién iba a ganar y quién iba a perder.

"Estamos absolutamente satisfechos del dictamen de la comisión" proclamaba a los cuatro vientos en la radio la representante del PNV en la comisión que has investigado el caso de los bonos del Pride off Bilbao. Era previsible, ya digo, que no hay sorpresas, porque las mayorías políticas, entre otras cosas, están para eso. ¿Con qué estaba contenta la susodicha representante del PNV? El magnífico dictamen no aclaraba ni cuándo ni por qué desaparecieron los citados bonos, ni sobre quién recayó la responsabilidad, ni dónde se encuentran en la actualidad. Borrón y cuenta nueva. Dentro de esa ternura política se entiende que la principal misión de una comisión de investigación es el borrón y cuenta nueva, pase de página, punto final. Para la oposición es una manera de prolongar un caso y para el poder, de finiquitarlo. Curiosamente dos posturas tan irreconciliables, a priori, consienten un matrimonio medieval de intereses. Aquí la ternura desaparece y se impone el sentido práctico de la supervivencia política y personal.

Se suele criticar a menudo la judicialización de la política. Y es verdad. Los jueces están para hacer justicia, no para decidir la política. Pero la política demuestra a menudo que no tiene capacidad judicial. Las comisiones de investigación ni son comisiones (es decir misiones compartidas) ni son investigación, porque el resultado está predeterminado de antemano. Lejos de acercar la política a la sociedad, la alejan, la manosean, la soban tanto, la enmarañan de rotondas ingobernables y finalmente sale el sol por Antequera, que es por donde se esperaba que iba a salir. Por eso decía al principio que hay grandes y pequeños políticos, más abundantes los segundos que los pequeños. A estos últimos les encargan comisiones de investigación con dos misiones fundamentales: hacer de arañas laboriosas y tenerlos entretenidos. Esa es la política con minúsculas, pero mayúsculamente dañina, porque la política es muy dañina cuando se convierte en soliloquio porque el respetable o bnosteza o sencillamente mira apara otro lado (que es lo que pretende una de las partes, por cierto) Así que siento discrepar de la representante del PNV: no es para estar orgulloso. Ni de Bilbao ni de nada. El dictamen quizá sea para que alguno o algunos estén tranquilos, que no es lo mismo.

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