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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Políticas sociales, vulnerabilidad y renta básica de ciudadanía

Una de las ideas clave del Estado del bienestar ha sido y es la de garantizar unos mínimos materiales al conjunto de la población en general. Históricamente, este objetivo se ha canalizado a través del empleo y de las prestaciones sociales que de éste emanan -prestación por desempleo, pensiones contributivas, etcétera-. Sin embargo, con los cambios que se han dado en el ámbito del trabajo y el empleo, las garantías que antes ofrecía éste se han debilitado, sobre todo como consecuencia de la precarización laboral, y puede observarse cómo cada vez son más los colectivos que quedan parcial o totalmente al margen de la protección social que ofrecía anteriormente el empleo a la mayoría de la población.

Urge repensar y actualizar las políticas sociales del Estado del bienestar

Dicho de otro modo, en los últimos años se están creando una serie de grietas dentro de nuestras sociedades que las políticas sociales actuales no están consiguiendo cubrir adecuadamente, sobre todo en lo tocante a la garantía de unos mínimos económicos. Colectivos como el de la juventud, la tercera edad -con especial incidencia en las mujeres viudas- o las personas con dificultades para acceder al mercado laboral atestiguan y ejemplifican esta realidad.

Otra clara muestra de esta realidad es la reciente aprobación de la ayuda extraordinaria para personas desempleadas que han agotado las prestaciones y subsidios por desempleo. Esta ayuda no hace sino reconocer, de forma más o menos tácita, que las actuales políticas de protección social tienen una serie de zonas oscuras a las que difícilmente pueden llegar. Pero también podemos encontrar otra serie de medidas parciales y frecuentemente inconexas que atestiguan esta debilidad, que no consiguen atajarla y que no hacen más que resaltar estas carencias. Entre otras, pueden subrayarse la prestación de garantía de ingresos para personas de la tercera edad, la renta de emancipación para la juventud o las propias políticas de ingresos mínimos de inserción.

En un contexto como éste urge repensar y actualizar las políticas sociales en las que se ha basado el Estado del bienestar, más aún en un periodo de crisis como el actual. La Renta Básica de Ciudadanía (RBC), que es una dotación económica de carácter universal e incondicional para todo el conjunto de la ciudadanía puede ser, en este sentido, una propuesta que ofrezca aire fresco en torno a estas controversias. Como puede observarse, y aunque pueda mostrar alguna similitud -más allá del nominal- con el actual programa de renta básica existente en la comunidad autónoma, incide en la necesidad de convertir en derecho subjetivo y universal la garantía de unos mínimos económicos que garanticen una existencia lo más digna posible, como lo pueden ser en la actualidad la sanidad o la educación pública.

Aunque en un primer momento se pueda pensar que es una propuesta revolucionaria y hasta cierto punto inviable, no es menos cierto que entronca de lleno con la filosofía del Estado del bienestar y con la necesidad de garantizar unos mínimos materiales para el conjunto de la ciudadanía. Más si cabe, aún, teniendo en cuenta lo apuntado en la primera parte de este artículo. Igualmente, puede dar coherencia a toda una serie de ayudas, subvenciones, becas y prestaciones que inciden en este aspecto y que hoy en día ya existen. De esta forma, podría aglutinar a todas estas ayudas, de forma que se estableciese dentro del sistema de protección social un sistema de garantía de ingresos de carácter universal que, sobre todo, tendría incidencia real para aquellas personas en situación de vulnerabilidad o exclusión social. Asimismo, puede aportar nuevos argumentos e ideas a debates tan actuales como el de la conciliación laboral o familiar, o incluso el tema de la dependencia.

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Quizás la RBC no sea una propuesta que vaya a implantarse sensu strictu a corto plazo, pero un mayor conocimiento de la misma por parte de la opinión pública y los agentes sociales y políticos puede ser un buen punto de partida, para que así pueda pasar a la agenda política e influir en las políticas públicas que se están haciendo y se van a hacer en el futuro. En definitiva, la RBC puede ser una idea interesante y útil en la articulación del debate en torno al futuro de las políticas sociales y el Estado del bienestar.

Gorka Moreno Márquez es profesor en la Escuela Universitaria de Trabajo Social de la UPV.

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