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Reportaje:

Reapertura 69 años después

El balneario alavés de Sobrón, cerrado al comienzo de la Guerra Civil, volverá a abrir sus puertas el año 2005

En la dirección de Internet www.guiabalnearios.com, Álava no cuenta con ninguna entrada. Esta ausencia tiene sus meses contados, ya que antes del otoño de 2005 volverá a abrir sus puertas el Balneario de Sobrón, en uno de los parajes más atractivos del primer tramo del Ebro, junto al parque natural y al embalse del mismo nombre. Contará con los últimos adelantos médicos en su campo, un hotel de 66 plazas y las instalaciones darán trabajo a 50 personas.

Álava llegó a contar con nueve balnearios en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros decenios del siglo XX. Aquellas instalaciones, como tantas otras en el resto de España, cayeron en desgracia por unas razones u otras, que van desde el abandono de la hidroterapia a las consecuencias obvias de la Guerra Civil. El de Sobrón cerró sus puertas en 1936 y hasta 1950 fue utilizado por el Sindicato Vertical. Tampoco hay que olvidar los elevados costes que suponía el mantenimiento de estos centros de salud, donde al servicio médico había que sumar la atención hostelera de los pacientes.

Es el primer centro termal que se recupera de los nueve que funcionaron en Álava

Los balnearios son lugares de descanso y recuperación privilegiados, ubicados en zonas alejadas de los centros urbanos, que requieren una estancia prolongada, algo incompatible con las prisas de estos tiempos. Pero parece que las costumbres están cambiando. "Ha renacido el turismo de salud: los balnearios se han convertido en un lugar excelente para pasar unos días de relajo, lejos del barullo de las zonas turísticas, con una atención de calidad que además permite la recuperación física", recuerda Javier Pérez Illa, director general de Termoeuropa, que gestiona una red de balnearios a lo largo del Ebro en la que se incluye la futura residencia de Sobrón y que tiene el de Arnedillo como buque insignia.

Todo ello con una gestión que busca la rentabilidad en la centralización de los principales servicios. "En cada unidad estará el personal justo, en lo que se podría denominar economía en escala, que nunca se había aplicado en un grupo hostelero de salud", adelanta Pérez Illa.

La opción de este grupo hotelero por recuperar Sobrón obedece a su excelente ubicación, en la cabecera del Ebro, y muy cerca de dos zonas de potenciales clientes: el País Vasco y Madrid. "Y no hay que olvidar el atractivo de este paraje, un añadido ideal para mezclar termalismo y naturaleza", añade el director de Termoeuropa.

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Las aguas de Sobrón y Soportilla (los dos manantiales que abastecerán las termas) tienen un caudal más que suficiente (114 y 218 litros por minuto, respectivamente) para atender todos los servicios y son potables. El único inconveniente es que no manan a gran temperatura, con una media de 20º.

La primera fase de este balneario consistirá en la recuperación del hotel existente para convertirlo en un establecimiento de cuatro estrellas. Luego, se le anexionará el centro dedicado expresamente a la salud. El proyecto ha sido realizado conjuntamente por un grupo de arquitectos, ingenieros y médicos, con el especialista José Ignacio Vázquez Illa y el arquitecto Luis Gómez Puente al frente.

Este primer hotel tendrá 66 habitaciones. Si todo marcha según lo previsto, Termoeuropa rehabilitará otro establecimiento abandonado carretera arriba en un máximo de 10 años. El Ayuntamiento de Lantarón ha cedido la explotación del balneario por 50 años prorrogables a cambio de un canon anual de 40.500 euros durante las tres primeras décadas de ese periodo.

El balneario se abastece de los dos manantiales citados, que tienen propiedades curativas para enfermedades del estómago, intestinales, hepáticas, del aparato urinario y otras, aunque principalmente estaban indicadas para las litiasis urinaria en los últimos tiempos en que el balneario estuvo en activo. El principal uso del agua era la bebida, pero los gestores de este balneario del siglo XXI apuestan también por calentarla y emplearla también mediante chorros para afecciones reumáticas.

Los propietarios del balneario de la centuria pasada se jactaron siempre de poder demostrar que las aguas del manantial ya se usaban con fines terapéuticos desde el siglo XIII. Lo que no sabían es que junto a una de las fuentes se han encontrado algunas construcciones que datan de época romana. De lo que no queda ni un resto es de los servicios que ofrecía el último establecimiento, según recoge Gustavo Abascal en su libro Antiguos balnearios alaveses: casino con salón de baile, cafés, billares, oficina telegráfica, peluquería o estafeta postal donde podían comprarse periódicos nacionales y extranjeros, además de campos de juego al aire libre. No extraña que fuera uno de los últimos balnearios alaveses en cerrar y el primero en volver a abrir sus puertas.

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