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Reportaje:

"Somos parte de la obra"

El público lleva sus actividades a una instalación de Rirkrit Tiravanija en el Guggenheim - 130 personas han grabado mensajes para difundirlos en Internet

Una veintena de personas escuchaban el pasado miércoles a una mujer que explicaba los detalles de una carta astral proyectada sobre la pared de una de las salas del Museo Guggenheim. Estaban cómodas, algunas descalzas, sentadas sobre los grandes cojines naranjas que forman parte de una instalación de Rirkrit Tiravanija que recrea en cromo y acero el estudio-residencia del arquitecto Rudolf M. Schindler en California. ¿Qué hacían allí hablando de sinastría [estudio comparado de cartas natales]? La experta en astrología, Enriqueta Caballero, el grupo que la acompañaba y los visitantes del Guggenheim que se fueron sumando eran parte de un gran colectivo que ha respondido al deseo del artista de que el público interactúe con su obra.

La pieza recrea un edificio construido por Schindler en California en 1922
Una vez al mes se ofrece música y se programan visitas de otros artistas

"Somos parte de la obra", decía Caballero, de la asociación Bizia ta Astrologia, de Vitoria, después de casi dos horas comparando cartas natales y respondiendo a las preguntas de los asistentes. "El artista dice que la obra está abierta al público y nosotros entramos con nuestra actividad". Como su grupo, otras 30 asociaciones culturales pasarán por la instalación mientras esté expuesta en el Guggenheim. Ha habido tai chi, danza, talleres de haikus, charlas sobre distintas culturas y fisioterapia, entre otras actividades, y la programación continuará hasta el cierre de la exposición el próximo mes de enero. El Guggenheim invitó a participar a más de dos mil asociaciones del País Vasco. De ellas, 30 han propuesto realizar actividades en la obra de Tiravanija, que se van sucediendo cada semana en las mañanas de los miércoles.

La instalación de Tiravanija Sin título (lo prometió) (2002) está inspirada en un edificio de Schindler construido en 1922, que fue un ejemplo del interés del arquitecto por la permeabilidad de los espacios y su conexión con el entorno. En ella el artista crea una plataforma para la participación y la improvisación, para que el público active la obra.

Rirkrit Tiravanija (Buenos Aires, 1961) lleva cerca de 20 años proponiendo esta forma de interacción, un cruce entre el arte y la vida. Las relaciones entre el artista y el espectador y entre las obras de arte que protegen los museos y las actividades cotidianas cambian en sus instalaciones. Ha cocinado en el marco de sus obras platos típicos de Tailandia, el país de origen de su familia, y ha invitado a degustarlos al público; ha instalado un estudio de grabación dentro de una sala de exposiciones o ha reconstruido su apartamento en una galería. Los visitantes, como ocurre en el Guggenheim, entran en sus obras. En una exposición en Nueva York en 2004, que sólo duró cuatro días, hubo sesiones de pilates, yoga o música, en un programa de 18 horas diarias de actividades.

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Los conservadores de arte le consideran un "catalizador", que necesita de la participación del público pero les deja libertad para actuar. No sólo las asociaciones culturales están invitadas. Una vez al mes acoge música en directo y se transforma en estudio para artistas jóvenes. Y cada jueves cualquier persona puede grabar un mensaje en la instalación, que se difunde a través de Internet. En castellano, en euskera o en inglés, los participantes hablan del arte y la participación, de sentirse parte de un colectivo o de lo mucho que les ha gustado el museo. O guardan silencio y se limitan a chasquear los dedos ante la cámara y dar las gracias. Ya hay una lista de 75 mensajes, dejados por unas 130 personas.

Otras tres propuestas

- Instalaciones de la colección Guggenheim. La obra de Rirkrit Tiravanija forma parte de una presentación de cuatro instalaciones pertenecientes a las colecciones Guggenheim, que se mostrarán al público hasta el próximo mes de enero. Tienen en común su afán de buscar que el espectador interactúe con ellas. Las otras instalaciones seleccionadas son obras de Javier Pérez, David Altmejd y Matthew Ritchie, que utilizan el vídeo, la escultura, el sonido y la pintura para envolver a quien visita la muestra.

- Máscara de seducción (1997), de Javier Pérez (Bilbao, 1968). Consta de varios elementos procedentes de una performance realizada por el artista, que juegan con los límites del cuerpo. En el centro de la sala aparece suspendida una cabeza hecha de crin de caballo.

- La Universidad 2 (2004), de David Altmejd (Montreal, 1974). Una maqueta cubierta de espejos se convierte en el escenario donde aparecen animales disecados y hombres-lobo muertos.

- El problema de la jerarquía (2003), de Matthew Ritchie (Londres, 1964). La instalación crea una metáfora visual de la creación y de la historia del universo, con elementos llenos de color y símbolos.

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