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Columna
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¿Todo es bueno para el convento?

En Mundaka había dos hermanas que tenían el mote de Las paramintxekos, que más o menos quería decir, según traducción libre y jocosa del bello lugar, que eran las del "para mí, para mí". Hace poco, en un amistoso debate con un jelkide retirado de la vida pública, éste justificaba -lo que hoy condena del PSE- la relación del PNV con el PP, con el Gobierno de Aznar nada menos, porque consiguieron muchas cosas para Euskadi. Uno, que sigue teniendo una concepción política de clase, pensó que las competencias se las habían traído en todo caso para ellos, a la vez que me avergonzaba de la facilidad con la que se justificaba mi sincero interlocutor, con lo que nos cuesta a los demás justificarnos en este país.

Eso es pisar con tronío. El decir que trajimos mucho para Euskadi lo justifica todo, cuando esconde una concepción localista, poco solidaria en el país de las donaciones de órganos por excelencia, ONG caritativas, niños saharauis y de Chernóbil acogidos amorosamente por familias vascas... Es la misma alta consideración de la política que la de Luis Candelas. Pero lo que me molestó es que creyese que yo participaba de su indiscutible aseveración. Y no, hace tiempo que ya no lo es.

No es que nos hayamos vuelto buenas personas; es que con el paso del tiempo hemos ido descubriendo que la generosidad con los demás acaba en uno mismo. Que el Estado que alegremente nos pusimos a depredar en cuanto se murió el Caudillo tiene límite en sus arcas, y, si no, que se lo pregunten a Zapatero. Que el hallazgo pactado por el PNV con éste sobre las políticas de empleo con aplicación del porcentaje del Cupo puede ser contraproducente, y que ese mismo comportamiento de sacar cuanto más al Estado opresor se nos puede volver en nuestra contra.

En este maravilloso país en el que hay Bomberos sin Fronteras, pero no "Bomberos sin Fronteras Autonómicas", el todo para mí y el descuartizamiento del Estado lo vamos a pagar los sufridos contribuyentes en estos momentos de crisis. López ya advierte que el hallazgo del Cupo se nos puede volver en contra en la España de las vacas flacas. Y si Zapatero tuvo que convertir a militares en bomberos para resolver las fronteras y apagar los incendios, me temo que le sería mucho más incorrecto convertirlos en funcionarios de Hacienda. Nos recordaría demasiado al sheriff de Nottingham, y ETA seguirá perviviendo en el imaginario nacionalista como las huestes de Robin, y no unos terroristas.

Ándese con cuidado el personal, porque en la última asignatura pendiente que nos queda a los vascos por resolver, la desaparición de ETA, la ideología dominante, la ideología paramintxeko, le querrá poner un precio político, una competencia por aquí y otra por allá, y será tanto que a ETA se le pondrán las cosas, en su inconmensurable cansancio actual, muy difíciles para dejarlo. Es lo malo de sacar siempre para el convento.

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