_
_
_
_
_

Tres arqueólogos abandonaron Veleia tras los hallazgos de 2006

Las sospechas de falsedad habían surgido ya en el equipo

La marcha de tres de los principales arqueólogos que participaban en la excavación de Veleia en febrero de 2007, ocho meses después de presentarse los descubrimientos, se debió a las fuertes discrepancias, hasta llegar al desencuentro, que mantuvieron con Eliseo Gil sobre los "hallazgos excepcionales". Miguel Ángel Berjón Lobato, José Ángel Apellániz González y Carlos Crespo Beistegui abandonaron el equipo, en principio, por motivos "estrictamente personales y profesionales", pero detrás subyacía la duda sobre la autenticidad de 200 piezas de cerámica (ostracas) conflictivas, la mitad de ellas con inscripciones, según fuentes próximas a la investigación.

Se trataba de tres personas fundamentales en el estudio de los materiales cuya autenticidad ahora se pone en cuestión. Berjón era especialista en restos óseos, con una trayectoria consolidada en proyectos internacionales, como el italiano de Fregellae o, ya en Álava, la catedral de Santa María. Apellaniz, experto en materiales constructivos, había dirigido excavaciones, mientras que Crespo era el responsable de la cerámica de paredes finas. No hay que olvidar que las piezas que recogen las inscripciones en euskera y latín o dibujos cristianos se encontraron en una estancia de una domus de alta clase, que había sufrido un derrumbe y por tanto había quedado sellada. Esa habitación, según señaló en su momento Eliseo Gil, se trataba del paedagogium, la habitación destinada a aula de estudio para los niños de la casa de aquella pudiente familia del siglo III.

"No me cabe duda de que las inscripciones son contemporáneas", dice un experto

Las sospechas de falsedad que ahora se han confirmado en el ámbito académico ya habían surgido en el equipo de la excavación, que en las campañas de 2005 y 2006 se encontró paulatinamente con aquellos hallazgos sorprendentes. La presentación precipitada, lejos de toda ortodoxia científica, de estos materiales, ante la presión de los patrocinadores de la excavación, la empresa pública Euskotren, terminó por desencadenar la salida de los tres arqueólogos citados. Al mismo tiempo, los estudiosos que han participado en la comisión de investigación comenzaban a mostrar sus reservas.

Según expertos conocedores del proceso, las sospechas apuntaron desde el primer momento a que el centenar de piezas dudosas correspondían, en efecto, al periodo señalado por los arqueólogos (siglos III al V), pero que habían sufrido una manipulación reciente e incorporado al resto de los materiales bien en la excavación, bien en el laboratorio. "No me cabe duda de que estas inscripciones son contemporáneas. De lo que no estoy seguro es de quién lo ha hecho", afirmó ayer un experto que ha participado en la comisión de investigación.

El director de la excavación, Eliseo Gil, tenía constancia fehaciente de que las aportaciones que había presentado se consideraban falsas desde septiembre de 2007. El 6 de julio anterior había mantenido una conversación larga ("toda una tarde") con uno de los miembros de la comisión, en la que éste le advirtió de que no había ninguna coherencia científica en sus hallazgos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La credibilidad de Eliseo Gil y su trayectoria profesional han permitido que este fraude se haya mantenido durante tanto tiempo. Ayer mismo, arqueólogos del resto de España consultados por este periódico mantenían que una labor de excavación precipitada, la confusión de objetos de diferentes estratos o un corrimiento de tierras antiguo habrían podido producir esta confusión de materiales. Ante estas dudas, una persona que ha tenido acceso a las inscripciones responde: "Pero es que [éstas] ese han realizado ahora, y por diferentes manos".

La pista de Plutón

El catedrático de Filología Indoeuropea de la UPV, Joaquín Gorrochategui, explicó ayer a EL PAIS cómo fue el proceso que le llevó a dudar de la autenticidad de las inscripciones en fragmentos de cerámica halladas en el yacimiento romano de Veleia, próximo a Nanclares de Oca. "Fue la inscripción 'PLUTON', imposible en aquel momento. En latín es pluto-plutonis, con acusativo plutonem, de donde se deriva plutone en latín vulgar y luego 'pluton', en romance. Como no podía imaginar que pudiera haber falsificaciones, intenté buscar otro origen: quizás un helenismo, escrito por alguien muy culto. Pero es que al lado aparecía 'FEBO', una expresión vulgar de 'Phoebus'. Contradictorio".

Gorrochategui reconoce que en todo momento los investigadores han jugado en positivo. "Lo siento, pero no es cierto lo que dice Eliseo Gil de que nuestro informe son opiniones. Claramente, cualquier persona, sin ser un especialista, sabe que son pruebas concluyentes", aseveró. "El problema grave es cómo hemos podido llegar a este punto, cómo se pudieron presentar esas piezas de aquel modo".

Sólo con la primera inscripción que se presentó al público, estudiada en detenimiento, hay motivos para una duda más que razonable. En ella aparecen los nombresde los personajes homéricos 'Anquisiis' (Anquises) y 'Eniias' (Eneas), cuando los nombres epigráficamente correctos serían 'Anchisa' y 'Aeneas'. El catedrático de la UPV considera que, en general, los errores de este tipo aparecen en muchas piezas, hasta el punto de que se ha contaminado el resultado de lo excavado en Veleia en 2005 y 2006. "Los arqueólogos nos presentan un relato que no se puede recomponer, hay que trabajar con suma pulcritud y estas piezas han contaminado esa parte de Veleia", indica.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_