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Reportaje:

Las cigüeñas amenazan las iglesias

Arzobispado de Pamplona y Gobierno navarro firman un convenio para reducir los riesgos por el peso de los nidos

Hace apenas 15 años, su propia existencia como especie estaba amenazada en Navarra. Ahora, fuera ya de peligro, sus hábitos de nidificación suponen un riesgo para la seguridad de las personas y la conservación del patrimonio histórico-artístico. Los nidos de cigüeña blanca, algunos de hasta dos toneladas de peso, proliferan en las torres, campanarios y tejados de las iglesias navarras y causan daños estructurales que obligan regularmente a los técnicos de Medio Ambiente o a voluntarios de asociaciones conservacionistas como Gurelur a retirarlos.

En algunas localidades, el exceso de ejemplares de cigüeña, una especie que cría en el mismo lugar en que nació, es especialmente preocupante. Antonio Munilla, portavoz de Gurelur, relata el caso de Azagra, en cuya iglesia parroquial anidan 16 cigüeñas que en junio obligan a los feligreses que celebran las comuniones a entrar y salir del templo con paraguas para evitar las deyecciones de las aves.

En otros casos -la parroquia de la Victoria de Cascante es un ejemplo-, el problema es el tamaño del nido: más de 2.000 kilos. Es el más grande de la comunidad foral, aunque otro nido de más de dos toneladas se mantiene en la espadaña de la iglesia de Santacara, según Gurelur, que lleva años afanándose en aligerar el volumen de estas viviendas. "La retirada del nido no es eficaz", explica Munilla, "porque las cigüeñas vuelven siempre al mismo punto y reconstruyen los nidos como pueden".

La Iglesia ha decidido poner coto al afán constructivo de las aves. El arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, acaba de firmar con el consejero de Medio Ambiente, Javier Marcotegui, un convenio de colaboración para controlar los daños causados por las cigüeñas en las iglesias de la comunidad foral. Ambas partes recalcan que no quieren disminuir las poblaciones, sino minimizar sus daños (caída de ladrillos, rotura de tejas y estructuras, goteras, humedades) al patrimonio eclesial.

A mediados de los ochenta, la cigüeña blanca estaba incluida en el catálogo de especies amenazadas de Navarra. De las 37 parejas nidificantes contabilizadas en 1984, año crítico para la especie, se ha pasado a un censo estable de más de 460 parejas en 2001. Este espectacular crecimiento ha ido ligado a la protección de sus áreas de invernada por el Departamento de Medio Ambiente.

De momento, se han destinado 30.000 euros para financiar los proyectos de sistemas o estructuras de control (reducción del volumen de los nidos, ubicación de plataformas, colocación de protecciones) que el Arzobispado presente. La Iglesia decidirá por qué templos empezar, aunque parece probable que las iglesias de San Adrián y Corella y la catedral de Tudela, todas en el valle del Ebro, sean las primeras beneficiadas, dado que son los templos con mayores daños estructurales por los nidos. En la iglesia de Corella anidan 116 cigüeñas y en San Adrián, 80.

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El objetivo es doble: proteger los templos y, al tiempo, favorecer que las aves construyan sus nidos en zonas rurales, como sotos o choperas, alejándolas de los cascos urbanos. Conseguirlo no es tarea sencilla, ya que las cigüeñas nidifican donde nacieron y se empecinan en regresar cada año a las mismas torres, tejados o chimeneas. Dado que las parejas de cigüeñas permanecen juntas toda su vida, el empeño en sacarlas de las zonas conflictivas debe ser especialmente delicado, para no perjudicar a unos animales que ya forman parte del paisaje de localidades como Marcilla, Sartaguda, Milagro, San Adrián, Tudela, Villafranca o tantas otras.

Además de la Iglesia, empresas como Tenaria o Conservas Carcar han recibido también ayudas públicas para quitar de sus antenas o torres estos enormes nidos formados con barro, cañas, ramas, plásticos y otros elementos y construidos en puntos de imposible acceso, desafiando a veces las leyes del equilibrio.

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