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Reportaje:

La juerga deja paso a los niños

Después de tres días dedicados de lleno a la euforia etílica, Vitoria celebró con el Celedón y la Neska 'txikis' su jornada infantil

Quizás los vecinos de Vitoria no estén preparados todavía para contemplar a Celedón, el solterón más famoso del país, en compañía femenina, pero para su versión infantil manda lo políticamente correcto. Ver a Celedón el 4 de agosto del brazo de una moza, como que no. Sin embargo, ayer, el día de los txikis en las fiestas de la capital alavesa y siguiendo la costumbre, el representante infantil del aldeano de Zalduondo salió acompañado por una neska, que ejerció el protagonismo correspondiente. Ander Viribay y Lydia Barreiro, ambos de 11 años, recrearon los gestos de sus mayores, saludaron con el paraguas y, aún más, bailaron un aurresku.

La plaza de España se hallaba abarrotada. A este paso, lo que venía siendo una escenificación destinada a los más pequeños y casi familiar, va a alcanzar las magnitudes de su referente adulto. Ander y Lydia interpretaron sus papeles con verdadera profesionalidad, hasta en el turno de las declaraciones. "Desde principios de año, hemos estado ensayando el aurresku con una profesora llamada Elena. Era muy maja y nos ha enseñado muy bien", comentó el pequeño aldeano. "Hemos sentido una alegría tremenda en el balcón del Ayuntamiento", añadió su acompañante, quien invitó de paso a todos los niños a la merienda que se iba a ofrecer después en el parque del Prado.

Este jardín se ha convertido en cierto modo en el referente infantil de las fiestas de La Blanca. En la apuesta que el Ayuntamiento emprendió hace varios años por diversificar las actividades y sacarlas del centro, se eligió el Prado como el lugar para los juegos hinchables de gama alta, unas diversiones que dejan boquiabiertos a los padres más viajados: futbolines en los que los chavales son los jugadores, remedos de máquinas de pin-ball donde el protagonista viaja en el interior de la bola, trenes y vehículos articulados que se mueven a pedales, en fin, un pequeño parque de atracciones basado en castillos hinchables que permite comprobar que la fiesta puede vivirse de otra manera.

Ayer, mientras Ander y Lydia ejercían como Celedón y Neska txikis y anunciaban las actividades infantiles del día, la ciudad se asomaba a un día más cercano al chupete y el biberón que al katxi de kalimotxo. Y ya iba siendo hora. Las tres jornadas previas habían puesto el nivel festivo al máximo. Lo comentaba una funcionaria de la Diputación, María Franco, quien vivió por obligación el panorama de las calles del centro en las mañanas de ayer y anteayer: "La gente apura al máximo. Me he encontrado a uno en tanga y zapatos de tacón al que le sacaban fotos con el teléfono móvil todos los que se cruzaban con él. Y eso ha sido lo más fino. Quién nos iba a decir que La Blanca iba a acabar así". Menos mal que los txikis recuperaron el decoro y la moderación para las fiestas. Hoy, los veteranos, en su propio día, mantendrán las buenas maneras.

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