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25º aniversario de la patronal Confebask

Un 'lobby' capaz de sobrevivir al terrorismo y a la pugna política

Confebask celebra su 25º cumpleaños apartada del rifirrafe partidario y con la vista puesta en superar la crisis

División política, terrorismo, reconversión, crisis, tensiones territoriales,... La patronal Confebask celebra mañana con ocho meses de retraso sus primeros 25 años de historia tocada por la misma realidad que han padecido todos los ciudadanos. Los empresarios mostrarán en el acto que han organizado en el Palacio Euskalduna su perfil más institucional ante el Rey. La historia de la patronal vasca registra luces y sombras. En el recuerdo lo que más pesa, sin duda, son los más de 30 responsables empresariales asesinados por ETA, los secuestros y la extorsión que no cesa. Ante el horror terrorista, Confebask ha visto, junto a sindicatos, políticos y ciudadanos, que la economía vasca, más allá de la actual crisis, ha mantenido constante su capacidad de superación. Los empresarios han realizado esta travesía a su manera, negociando y con la maximización del beneficio como objetivo. Han ejercido su papel de lobby con igual disciplina con la que cada día cerraban la contabilidad de sus compañías.

La política dificultó su origen y la política casi causa su ruptura
Los empresarios se han cerrado en sí mismos y sus intereses de grupo
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Una de las máximas de Confebask es que en sus filas existe la misma pluralidad que en la sociedad. Este principio le ha llevado siempre a pronunciarse lo menos posible sobre la realidad política y sus efectos. Confianza y estabilidad son sus palabras favoritas para decir y no decir nada sobre los planes y proyectos políticos que han dividido en estos años a nacionalistas y no nacionalistas.

La política dificultó su origen y la política estuvo a punto de causar su ruptura. Confebask nació un 4 de marzo de 1983. La Transición estaba culminada en Euskadi con la aprobación de la Constitución en 1978 y el Estatuto de Gernika un año después. Sin embargo, los empresarios no eran capaces de llegar a acuerdos. El embrión fue Einkor, creada en 1976, pero las rivalidades, especialmente en Vizcaya, frustraron los primeros intentos.

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El SEA, la patronal alavesa, nació en 1977, mientras que Adegi, la guipuzcoana, lo hizo 1980. Las dos tuvieron sus precursoras en la Asociación de Empresarios Alaveses (1975), el Sindicato Empresarial Democrático de Álava (1976) o la Asociación Democrática de Empresarios Guipuzcoanos (1977).

Donde realmente se cruzó la política fue en Vizcaya donde Luis Olarra, empresario de marcado perfil antinacionalista, encabezaba la Confederación de Empresarios de Vizcaya (1976), que agrupaba a más de 6.000 firmas. Frente a esta organización, estaba el Centro Empresarial de Vizcaya (1977), que empezó con 400 asociados y en 1983 contaba con unas 2.500. Esta última organización, más plural, logró, gracias a un empujón del Gobierno de Carlos Garaikoetxea, convertirse en protagonista de la construcción de la patronal vasca.

Un perfil político bajo, el elevado apoyo institucional y la "complicidad", en palabras de un dirigente sindical, de la central nacionalista ELA le permitieron crecer y defender sus intereses en medio de una fuerte presión terrorista. Llegó incluso la progresiva reconciliación del empresariado vizcaíno, que culminó en 1999 con su último cambio de nombre al actual Cebek.

Los días de vino y rosas políticos terminaron en grandes resacas y en un trabajoso proceso de desintoxicación. El 9 de octubre de 2002 tras reunirse con el lehendakari Ibarretxe, el entonces presidente de Confebask, Romám Knörr, leía un comunicado pactado por las tres territoriales que rechazaba de forma rotunda el plan Ibarretxe. "Unilateralidad, "fractura", "enfrentamiento", "incertidumbres" fueron palabras que rasgaron la relación con el Gobierno y que sólo con ser pronunciadas sembraron el cisma entre empresarios.

Los patronos afrontaron la presión del PNV y sólo después de muchas discusiones y amenazas de ruptura, en el nombre de la unidad, asumieron el texto comunicado. El suceso dejó heridas. Nunca más los empresarios han vuelto a tomar una postura política tan destacada.

La patronal vasca se ha cerrado en sí misma y en sus intereses de grupo. Ha luchado por el Concierto Económico. Ha rechazado el extremismo sindical de su viejo aliado ELA y ha buscado la posición de privilegio que la ruptura sindical entre nacionalistas y no nacionalistas le ha dado. Confebask ha ejercido bien su papel constitucional en defensa de su colectivo. Su obsesión ahora es que sus asociados puedan superar de la mejor forma posible la crisis económica, frente a la que acaba de presentar un plan de medidas concretas.

Gonzalo Artiach (izquierda) y José María Vizcaíno se saludan ante el notario (en medio) y ante  Pedro Arroyo en  marzo de 1984 tras constituir Confebask.
Gonzalo Artiach (izquierda) y José María Vizcaíno se saludan ante el notario (en medio) y ante Pedro Arroyo en marzo de 1984 tras constituir Confebask.L. A. G.

CUATRO PRESIDENTES PARA UNA PATRONAL DEMOCRÁTICA

José María Vizcaíno (San Sebastián, 1941-2005) fue el primer presidente de la patronal Confebask. Antes estuvo al frente de la territorial guipuzcoana Adegi. Siempre mantuvo un perfil público muy marcado, tanto en su mandato al frente de Confebask como el que muchos años después desempeñaría al frente del Círculo de Empresarios Vascos (2001-2003), un club que reúne a 60 de las principales empresas de la comunidad autónoma. Fue el presidente más longevo de Confebask (entre 1983 y 1993) y el que puso en marcha la organización y la integró en la CEOE, la patronal española. Su mandato fue el de un hombre que dio la cara y que desafió directamente a ETA. Se negó frontalmente a que los empresasrios pagasen el mal llamado impuesto revolucionario, eufemismo de extorsión. Tras el asesinato del industrial Francisco Arín en 1983, alertó a los patronos de que el pago a la organización terrorista no suponía una garantía para no "seguir siendo extorsionados, amenazados o asesinados". Gastó muchas de sus intervenciones en llamar a los partidos para hacer frente desde la unidad al terrorismo. Vizcaíno presidió el grupo familiar Ramón Vizcaíno.

Baltasar Errazti (Barakaldo, 1934) llegó a la presidencia de Confebask en 1993, en plena crisis económica con un paro del 25%. Mientras su antecesor procedía del empresariado guipuzcoano, Errazti lo hacía del vizcaíno. Su mandato consolidó la fórmula de la rotación en la presidencia de Confebask entre las tres organizaciones territoriales. Errazti, un hombre tranquilo y sosegado, se mantuvo al frente de los empresarios en momentos en los que el relevo se hacía difícil. Ocupar la presidencia no era un plato de gusto para nadie y no abundaban los candidatos. A las dificultades económicas de Euskadi, de las que se salió, se sumaron secuestros como los de empresarios Álvaro Delclaux, José María Aldaya o Julio Iglesias Zamora. Dejó el cargo con la esperanza del final de ETA. La tregua gestada gracias al pacto de Lizarra entre las fuerzas nacionalistas (de septiembre de 1998 a noviembre de 1999) generó una gran ilusión en la sociedad vasca e impulsó muchas inversiones y planes económicos. Errazti es doctor ingeniero industrial y se mantiene activo al frente del clúster de Energía.

Miguel Lazpiur (Bergara, 1942) se enfrenta a su segundo mandato en la presidencia de Confebask, a la que llegó en 2005, como cuota guipuzcoana. Inició la segunda ronda en la regla no escrita que marca que cada territorial nombra un presidente que ejerce el cargo durante seis años. La única excepción en la duración del mandato fue la del primer presidente, el también guipuzcoano José María Vizcaíno. Lazpiur ha vivido este mismo año un intento por parte del presidente de la patronal vizcaína Cebek, José María Vázquez Eguskiza, para romper las reglas no escritas e impedir un segundo mandato. Este episodio recuperó las viejas tensiones territoriales. Lazpiur ha dado un paso más en la representación institucional de Confebask. En abril de este año se convirtió en el primer miembro de la patronal vasca que ocupa una vicepresidencia en la CEOE. Su mandato se está caracterizando por la reclamación de mano de obra cualificada (un déficit para la industria) y por la apuesta empresarial por la innovación. En lo social, el presidente del 25º aniversario, mantiene la pugna con ELA al alza. Reprocha al sindicato nacionalista su escasa voluntad de acuerdo.

Román Knörr (Sueca, Valencia, 1939) llegó a la presidencia de la patronal vasca en 1993 como representante del empresariado alavés y se mantuvo en el cargo durante dos mandatos, sumando seis años. Knörr, quien hoy preside la Cámara de Comercio de Álava, no dejó a nadie indiferente. Empresario ligado al mundo de los refrescos, hoy preside Carbónicas Alavesas y es consejero del BBVA. Vivió el final de la tregua y el asesinato por ETA del presidente de Adegi, José María Korta. Al frente de la patronal plantó cara, tras lograr el consenso de las tres territoriales, al plan Ibarretxe, la propuesta de Nuevos Estatuto que el Parlamento vasco aprobó en dicimbre de 2004 y el Congreso tumbó dos meses después. Ser la imagen de unos empresarios divididos y presionados por el PNV, le llevó a ser insultado y desprestigiado. Knörr se mantuvo firme en su papel institucional. Logró, con el apoyo de Zubía, mantener unidos al empresariado. En sus declaraciones públicas pidió una y otra vez a los políticos que dejasen la crispación e hizo frente a ETA ante la extorsión. En lo sindical, se enfrentó a la unidad de acción entre ELA y LAB, que terminó con años de entendimiento con la patronal.

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