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Columna
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La mafia calabresa

Quizás no sea el vasco un pueblo volcado en las pasiones artísticas, pero resulta proclive al lenguaje poético. Aquí gustan las oratorias creativas y las figuras literarias, en especial las metáforas, que compensan nuestra natural poquedad verbal. Enriquecen nuestro lenguaje, al identificar términos de índole distinta, a los que imaginativamente se atribuye semejanzas entre sí. Tal habla figurada adorna nuestra plática y nuestra mente y engalana la vida pública. ¿No nos llenó de ilusión la linda metáfora "alto el fuego permanente"? Significaba "bomba va", pero sonaba bello, un fino detalle de la organización, que quiso darnos meses de alegría. ¿Acaso el Altísimo deja abandonados a los pajarillos del campo? Por eso disfrutamos hoy de que "la tregua" sigue, gracias a la bondad del terrorista, que vela por la felicidad de sus vasallos. Podemos solazarnos por esta seductora metáfora metafísica según la cual, tregua sí, pero con el mazo dando.

El símil que establece el dirigente del PNV entre lo de su partido y la mafia provoca desazón, pues él conoce el paño
Todavía nos sorprenden y estremecen las metáforas que nos largan los políticos. No estamos curtidos del todo

Las metáforas inundan nuestras vidas. "Lucha armada" por terrorismo, "acto de sabotaje" (quema de cabina de teléfonos o autobuses), "joven luchador vasco" (aguerrido adolescente de armas tomar), "verdadera democracia" (la que nos traerá Batasuna cuando tenga manos libres para darnos por el saco), "fiestas populares", refiriéndose a aquellas en las que el pueblo queda sometido a las alucinaciones (y a la fuerza) batasúnicas...

Este es un pueblo creativo a la hora de metaforear. ¿No constituyó una luminosa aportación del gran líder de la cosa aquello de que "el pueblo vasco es el único pueblo esclavo que queda en Europa"? La alegoría plasma con exactitud no exenta de donaire nuestras inacabables penalidades de Pueblo con identidad sufriendo torturas sin término, pisoteado sin cesar por la repulsiva bota de Madrid -una metáfora clásica-, que ni nos deja degustar las kokotxas, las angulas, la merluza o el txakoli, qué cabrones los españoles. ¿O lo del "pueblo vasco esclavo" no era parábola y sí preciso retrato arnaldiano? A lo mejor, pero constituye una florida forma de contar al mundo cómo el grillete estatal (seguramente oxidado, pues son unos dejados) nos lacera cuerpos, almas e identidades. Una hábil metáfora vale más que mil palabras.

Aunque versados en esta facundia lingüística, a veces todavía nos sorprenden y estremecen las metáforas que nos largan los políticos. No estamos curtidos del todo. El último sobresalto lo ha producido Iñaki Gerenabarrena, cuando ha comparado al PNV con la mafia calabresa. Ni los mayores críticos del PNV, no siempre gente respetuosa, habían osado tal metáfora -ojalá lo sea, y no retrato-. Claro que Gerenabarrena está al corriente del PNV más que ellos, pues es presidente del Araba Buru Batzar, por lo que sabrá bien de qué habla. No hay que echar en saco roto sus palabras: vienen de labios que sin duda tienen aprecio al partido nacionalista, por lo que en esto rehuirán la calumnia. "Lo que le han hecho a Jon Jáuregui, desde su propio partido [o sea, el suyo], es más propio de la mafia calabresa que de Gipuzkoa", ha sentenciado. La metáfora sugiere que el presidente del PNV de Álava, además de al PNV -a ver si no-, conoce a la mafia calabresa, y que por eso establece la relación figurada. Confuso por el mensaje, he dado en indagar sobre esta mafia, para ver de qué quiere avisarnos el líder nacionalista. Me he quedado de piedra por las implicaciones de su anuncio.

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Aseguran que a estas alturas la mafia calabresa es ya la organización criminal número uno en Italia, ha desbancado del puesto a la siciliana. La llaman `Ndrangheta y está hoy expandida por América (sobre todo Colombia), África y Europa (incluyendo España). Históricamente (cuando se dedicaban sólo a delitos locales) se asentaba sobre estructuras familiares, pues son de zona agreste y por lo que se ve gente apegada a las tradiciones. No tienen una organización piramidal sino "modelos horizontales". Funciona en red, con comandos vinculados familiarmente y por graves juramentos, lo que explica que sea difícil pillarlos. Con gran implantación social, hay quien calcula que el 27% de la población de Calabria está involucrada de una forma u otra en esa Cosa Nostra. Son muy bestias en sus delitos (que practican en múltiples ramos) e insaciables en sus ganancias, de las que poco se enteran gobiernos y demás. Para sus colegas de otros sitios, en particular los colombianos, son muy de fiar, pues entre ellos casi no hay arrepentidos, ya que practican la omertá a toda costa. Uno de sus antiguos dichos asegura: "Enfrente del gran tribunal no se habla, pocas palabras y con los ojos que miran el suelo, el hombre que habla mucho siempre lo hace mal, con su misma lengua se entierra". Siguiendo con Wikipedia, Francesco Paternostro afirmaba en 1888 que "es una secta que no tiene miedo de nada". Dicen también que "es invisible, como la otra cara de la luna".

Así que el símil que establece el dirigente del PNV entre lo de su partido y la mafia calabresa, no sé si fundado, provoca desazón, pues él conoce el paño. Hombre de criterio, le disgusta que en su partido hayan usado los procedimientos de Calabria. Añora "los métodos guipuzcoanos, que siempre han sido de fina diplomacia". ¿Cómo no estar de acuerdo con él y exigir que en el PNV nunca más actúen como la mafia calabresa? Aunque lo del uso a la guipuzcoana, "diplomacia fina", parece llevar gato encerrado. E intranquiliza esta comparativa entre "métodos de la mafia calabresa" y "métodos guipuzcoanos", al menos a los que no estamos al tanto de los funcionamientos internos del PNV.

Es un asunto alarmante, porque en el País Vasco las metáforas lo son al principio, luego se trocan en realidad o se confunden con ella, y nos pasamos el día driblando entre metáforas, metonimias y demás tropos literarios y políticos.

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