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Reportaje:

Mi marca soy yo

La exposición de Murakami reúne en el Guggenheim obras de arte junto a objetos comerciales - La muestra presenta 90 piezas

El artista Takashi Murakami (Tokio, 1962) se presento ayer en el Museo Guggenheim acompañado por Kaikai y Kiki, dos de sus creaciones encarnadas en sendos muñecos de peluche. Kaikai y Kiki saludaban, posaban con su creador y se movían conforme a las órdenes que recibían a través de un sistema inalámbrico en una puesta en escena más propia de un parque temático que de la inauguración de una exposición en un museo de arte contemporáneo. Pero Murakami es así: mezcla su formación enraizada en la pintura japonesa tradicional con el manga (cómic) para crear su iconografía, vende obras de arte por millones de dólares a museos y coleccionistas y cuenta con una productora en la que colaboran 300 personas en la creación de objetos que llevan su nombre.

El comisario dice que Murakami sigue el camino de Warhol, Dalí y Jeff Koons
El artista japonés financia actividades culturales en su país

Y todo identificado por la firma Murakami, hasta el punto de que la exposición que ayer se inauguró en el Guggenheim se titula ©Murakami. Bajo ese paraguas del copyright Murakami, la exposición reúne 90 obras, entre pinturas, esculturas, instalaciones y películas de animación. También figuran, bien protegidos en vitrinas, los bolsos diseñados por al autor nipón para la firma Louis Vuitton, que sólo en su primer año completo de producción generaron unos beneficios de unos 300 millones de dólares (234 millones de euros).

La empresa creada por Murakami, la Kaikai Kiki Co. Ltd., con el nombre inspirado en los personajes que se repiten en su obra, tiene su sede central en Long Island, en Nueva York. Desde allí Murakami lanza al mundo sus obras de arte, los productos comerciales que en ellas se inspiran, sus películas de animación, organiza sus exposiciones y las colaboraciónes con otras firmas, e impulsa las carreras de siete jóvenes artistas de su país.

El comisario de ©Murakami, el conservador del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles Paul Schimmel, encuentra los antecedentes de la vocación comercial de Murakami en el taller de Rubens, en el que hasta 400 personas colaboraban con "un emprendedor infatigable" para realizar desde tapices a pinturas. Para el comisario, Murakami sigue el camino de combinar el arte y los intereses comerciales que ya exploraron en el arte contemporáneo Dalí, Andy Warhol o Jeff Koons.

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Murakami no reniega de la etiqueta de "Warhol japonés" con la que su trabajo se ha difundido en Occidente. Schimmel explica que, a diferencia de Warhol, no toma prestadas las imágenes, sino que hace un "cruce de marcas". "La marca es más valiosa que el objeto individual", recalca. Murakami es el artista japonés de más éxito, pero no sólo se mueve por intereses comerciales. "Pierde dinero financiando actividades para transformar la cultura japonesa", asegura Schimmel.

Takashi Murakami saludaba ayer en una de las salas que exponen su obra en el Guggenheim.
Takashi Murakami saludaba ayer en una de las salas que exponen su obra en el Guggenheim.SANTOS CIRILO

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