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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La memoria de todos

Soy bastante optimista. Creo que el final de la violencia, el final de la banda terrorista ETA está próximo, que llegará más pronto que tarde. Soy optimista además en pensar que en poco tiempo asistiremos a la normalización democrática de nuestra vida política. Aún más, quiero pensar que se halla cerca el momento de la evolución del marco jurídico-político que permita la integración de los pensamientos políticos, todos, en un ambiente exento de confrontación, más allá de la habitual en sistemas democráticos. En otros términos, soy optimista al pensar que no se halla demasiado lejos el momento de la solución definitiva, por lo menos históricamente hablando, del conflicto vasco, de la convivencia, de la falta de libertades, o como quiera que se quiera denominar a la situación que hemos vivido desde hace 40, 30 o 50 años.

El homenaje a las víctimas es presupuesto necesario para la reconciliación
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Ahora bien, por muy optimista que se sea no se puede olvidar que la solución del conflicto vasco no podrá subsumir de la noche a la mañana el intenso sufrimiento que ha padecido este pueblo. El ingente número de muertos, de secuestrados, de torturados, de amenazados y de perseguidos es imposible que no deje una huella indeleble en la memoria colectiva de este país, que precisará de años, (muchos), incluso de generaciones, para que sus efectos en el inconsciente colectivo sean similares a los que hoy pueden producir las guerras carlistas. Hasta entonces no nos queda otro remedio que aprender a vivir, o mejor dicho, a convivir con ese sufrimiento.

Siempre he pensado que en el proceso, sea cual sea el camino elegido -incluso la vía Rubalcaba-, sea más o menos acertado, más o menos definitivo, para buscar la paz, el papel de las victimas de todos estos años de sufrimiento ha de ser tratado muy cuidadosamente.

La legitimidad moral que los padecimientos sufridos otorga a las víctimas es indiscutible, pero ello no quiere decir que aquellos con sentimientos a flor de piel, como no puede ser de otra manera, deban ser investidos del poder para inspirar políticas públicas que pueden conducir a la paz, o investidos de un poder de veto para la adopción de determinadas medidas que puedan ser necesarias o catalizadoras del fin de la violencia.

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Por el contrario, la segunda parte del problema, quizá la más difícil de resolver, a la que me he referido como la necesidad de aprender a convivir con el sufrimiento, sí que atañe en particular a quienes más han sufrido y sí tienen ese plus de legitimidad moral. Las políticas públicas en materia de tratamiento y reparación a las víctimas sí deben contar con su participación y con su intervención para evitar el dolor sobreañadido y la repetición de estas situaciones de agresión.

Quizá lo más evidente y, por ello no es necesario aquí profundizar en ello, es la necesidad para la convivencia de justicia, reparación, memoria y dignidad de las víctimas, en un solo término de empatía social con aquellos que han sufrido personalmente los años de violencia. El reconocimiento y homenaje a las víctimas, la denuncia de los motivos y de los autores que infligieron tal sufrimiento es presupuesto necesario para la definitiva reconciliación y superación a corto plazo de todo lo sufrido, que permita a esta sociedad avanzar por caminos distintos.

Esta semana se ha presentado en el Parlamento de Vitoria el informe sobre las víctimas de violencia de motivación política, en la nueva redacción dada al informe de Jon Landa de 2008. Paul Rios, entre otros, ha identificado las diferencias entre uno y otro, que han servido de crítica para amplios sectores sociales. Sin ánimo de exhaustividad y únicamente a modo de ejemplo, se ha puesto de manifiesto la eliminación de un informe a otro de la lista de asesinados y torturados, lo que de alguna manera significa la ocultación de parte de quienes sufrieron una feroz represión y la violencia de unas organizaciones armadas, en muchos casos amparadas por los aparatos de seguridad del Estado, o incrustados directamente en ellos.

No voy a continuar señalando las diferencias entre uno y otro, sino que voy a referirme a aquello en lo que Maixabel Lasa ha puesto el mayor énfasis en su defensa del informe: evitar la equidistancia. A mí me parece lo más grave y peligroso del informe. La propia mención de equidistancia hace hincapié en las diferencias entre unas víctimas y otras.

Creo que cuando se habla de víctimas, de reconocimiento y homenaje a las víctimas, no cabe clasificarlas por la naturaleza de sus verdugos. Creo que bastantes diferencias de clase existen entre los vivos como para establecer nuevas clases entre los muertos. La consideración de dos tipos de víctimas, una de las cuales ha de estar más distante de no se sabe bien qué, supone perpetuar la división de los ciudadanos vascos en cuanto a lo más fundamental: el respeto a todos los derechos de todos y todas. Cabe señalar también que el lenguaje, no del informe, es verdad, pero sí de muchas reacciones al mismo políticas y periodísticas, es de suma gravedad. Me refiero especialmente a la interposición del adjetivo "supuestos" a unos crímenes, adjetivo que no se le añade en ningún caso a otros crímenes perpetrados contra otras víctimas, hurtando así a los primeros el primer paso de la reparación, el reconocimiento.

El soportar el dolor para la convivencia exige la unidad de tratamiento a todas las víctimas, la integración en una sola categoría cimentada por el dolor. Que es posible lo demuestra la generosidad y amplitud de miras de Rosa Rodero, víctima de ETA, que quiso sumarse y acudió al homenaje que se tributó a Santi Brouard y a Muguruza. Esto es de verdad la política de víctimas, y vale más que 300 informes.

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