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La participación femenina

La mujer sigue aún peleando por ser igual en la empresa

Sólo un 30% de los puestos directivos están ocupados por las féminas

Imaginemos una mujer tipo cuyo recorrido profesional se adecuara a las medias del comportamiento femenino en las altas esferas del poder empresarial. Nada más terminar sus estudios, esta mujer -Ainhoa, supongamos-, tiene que esperar 8,7 meses para encontrar su primer empleo, frente a los 7,9 meses de los hombres, según la encuesta de inserción laboral que la UPV realizó con varias de sus promociones. El salario medio que le espera también será menor que el de sus compañeros varones, que ganan un 17,5% más, aunque la brecha tiende a reducirse con los años. Cuatro años después de terminar su postgrado, tendrá un 6% de probabilidades de alcanzar un puesto directivo, mientras que si fuera varón tendría más del doble (el 15%).

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Las barreras invisibles tejidas en las relaciones personales de las empresas juegan en su contra en el mercado laboral. Su condición de mujer le dificulta el acceso a la alta dirección. Según un informe elaborado por un equipo de la UPV para la Defensoria de Igualdad, un 30% de los puestos de dirección en empresas públicas y privadas de Euskadi están ocupados por mujeres. Dado que la media europea está en el 32%, el dato podría ser valorado muy positivamente. Pero da una imagen falsa, ya que casi la mitad de los cargos directivos en cuestión (el 45%) corresponde a empresas sin personal asalariado. Ellas dirigen negocios y empresas unipersonales o de poca envergadura en mayor proporción que los hombres, que concentran el mando de las grandes compañías y las federaciones y agrupaciones empresariales.

¿Qué hace falta para romper esa barrera invisible que impide el pleno acceso de la mujer a las cúpulas del poder? El XIX Congreso Iberoamericano de Mujeres Empresarias (CIME), que mañana comienza en el Palacio Euskalduna de Bilbao con el lema Innovación, todas las ideas, todas las personas, puede ayudar a encontrar algunas respuestas. Matilde Elexpuru, presidenta de la Federación de Empresarias, Directivas y Profesionales de Euskadi (FEDEP), adelanta una: "Hace falta más tiempo", resume. "Las leyes de igualdad son muy importantes, pero es la sociedad en su conjunto la que tiene que asumir esa igualdad. De momento, persisten determinados prejuicios y arquetipos que entorpecen el camino de las mujeres hacia la igualdad real", apunta Elexpuru.

En los consejos de administración de las tres empresas con sede en el País Vasco incluidas en el índice selectivo Ibex 35 (BBVA, Iberdrola y Gamesa) sólo se sientan tres mujeres junto a 36 hombres, lo que supone un 7,6%. En el de Gamesa no hay ninguna. La media en el Ibex 35 es sólo del 6%, a pesar de que las empresas con mujeres en sus consejos de administración alcanzaron resultados superiores en hasta tres indicadores de rentabilidad, según el citado informe de la Defensoría de Igualdad. Cabe destacar que la compañía que más consejeras tiene es FCC, controlada por una mujer, Esther Koplowitz.

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"No se puede desaprovechar el talento de la mitad de la población. Es difícil entender cuáles son los criterios objetivos que hacen que la generación de mujeres más preparada de la historia sea mantenida al margen", sostuvo meses atrás Maite Erro, Defensora para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Euskadi, durante la presentación del informe. Entre las razones que frenan el ascenso de la mujer, el estudio cita los mitos creados a lo largo de la historia, como que no están lo suficientemente preparadas o que les falta ambición, pero también el peso que las responsabilidades familiares tienen en sus vidas. Ellas, según una encuesta de presupuestos de uso del tiempo en Euskadi, invierten casi dos horas más que los hombres a las tareas domésticas, mientras que el tiempo de trabajo siegue siendo el mismo. Los varones dedican 52 minutos más que las mujeres a las actividades de ocio.

"Por poder, las mujeres pueden compaginar diez horas de trabajo y asumir las tareas domésticas a su vez. Tienen una gran de capacidad de trabajo, de entrega. Los hombres deberían reivindicar el derecho a poder ocuparse de sus familias. La conciliación de la vida personal o familiar y laboral no es un reto para sólo para las mujeres ni un reto que sólo recaiga en nosotras", recalca Elexpuru.

Tres decadas atrás, cuando Francia tenía entre sus políticos más valorados a Simone Veil -llegaría a ser presidenta del Parlamento Europeo en 1979- y Margaret Thatcher se preparaba para asaltar el número 10 de Downing Street, España apenas aprendía a verse en el espejo de la democracia. "Hemos avanzado muchísimo en todos los aspectos. Hemos luchado mucho", reconoce Elexpuru, quien a continuación expone el largo camino que queda por recorrer, según su asociación: "Quizás lo más importante sea que las mujeres no tengan que demostrar que saben hacer su trabajo, que son tan buenas profesionales, directivas o empresarias como los hombres. Hay que alcanzar el momento en el que, simplemente, se les permita hacer el trabajo para el que se han preparado porque su cualificación y sus aptitudes son las aptas, eliminando la discriminación que subyace y permanece en las comparaciones de género".

La vicepresidenta de la patronal vasca Confebask, Ana Belén Juaristi, vaticinó meses atrás que el tiempo reequilibrará en favor del sexo femenino las proporciones y se mostró reticente a los sistemas de cuotas para acelerar ese proceso. Incidió entonces que las empresas, instadas por la Ley de Igualdad nacional a incluir cada vez más féminas en sus consejos de administración, estaban teniendo "enormes dificultades para encontrar a mujeres que cumplan los requisitos" para integrarlas en sus órganos de dirección. La estadística también parece decir que el tiempo juega en favor de la mujer: el 60% de las mujeres en puestos directivos tiene menos de 44 años, una tasa que es del 40% en el caso de los hombres.

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