La naturaleza del mal
Anjel Lertxundi ocupa un lugar importante en la novela vasca actual y uno más estable en la escasa que es traducida al castellano. Acaba de publicarse El huésped de la noche en Alberdania y pronto aparecerá Los días de cera en Alfaguara, cerrando así la trilogía que ambas componían con Un final para Nora.
El objetivo confeso de la trilogía consistía en expresar en euskera un ciclo de mitos europeos que han tenido un cultivo importante en la literatura culta europea. Un final para Nora trata el mito del Judío Errante, del condenado a vagar eternamente en busca de un imposible descanso. El huésped de la noche elabora el mito de Fausto. El que el personaje principal sea una mujer añade una perspectiva interesante a la narrativa de Lertxundi.
El autor ha elaborado una narrativa muy consistente en lengua vasca. Su discurso ético (en la novela consiste en un rigor extremo con las palabras; fuera de ella, en una reflexión consecuente con el desastre que nos rodea) ha configurado una palabra que ha sido capaz de crear un registro admirable en euskera, extremo, culto, creador de diversos registros y a la vez muy elaborado. Un cierto clasicismo envuelve a la narrativa de Lertxundi, quien primero escoge el tema a tratar, se documenta con paciencia y recrea un argumento que sepa hablarnos de él.
Este trabajo de elaboración queda patente en el hecho de que esta obra fue en principio una colección de relatos, que ahora se ha reelaborado como una novela, uniendo la trama narrativa subyacente a aquellos cuentos.
El autor reflexiona sobre la existencia del mal contada en un argumento gótico, donde verdad e ilusión se mezclan en una trama que juega con el valor de la impresión del lector. Situada en una Edad Media que, en descripción de Iñaki Aldekoa, es perceptiblemente confusa, no histórica, Lertxundi trabaja una fusión de distintos elementos culturales para llegar a aquello que quiere transmitir: una historia sobre la existencia de los poderes del mal, que sólo pueden percibirse desde una perspectiva que juega con los elementos extraordinarios en el mundo cotidiano.
Un apunte debe reservarse a la traducción. Lertxundi ha creado un registro especial en euskera, capaz de reproducir una lengua culta y elegante, a la vez que con un deje arcaico. Al mantener ese registro en castellano, la traducción suena extraña, a veces, arcaica, alejada de un registro actual.
Anjel Lertxundi: El huésped de la noche. Alberdania. Irún, 2001, 133 páginas, 2.400 pesetas.
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