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Reportaje:

Un payaso metido a político

Leo Bassi presenta en Barakaldo 'Utopía', su último espectáculo - El cómico defiende la esperanza como solución a la crisis

El cómico Leo Bassi (Nueva York, 1952) plantó ayer un pato hinchable gigante en la Herriko Plaza de Barakaldo. Aunque técnicamente no lo hiciese él, sino dos operarios de Utopía, su último espectáculo, la monstruosidad de goma encarnaba un sueño infantil del intérprete, un sueño que parecía estar a punto de volar por los aires si al obrero de bronce y acero representado en la escultura Monumento a la industria, que preside la céntrica plaza, se le hubiese escapado su martillo. La metáfora que centra su espectáculo habría tomado cuerpo entonces a los ojos de todos los paseantes.

Utopía, que se representa en el Teatro Barakaldo desde ayer y hasta el próximo lunes, ha supuesto un "desafío", según explicó su responsable en la misma plaza. Y es su creación más "profunda, reflexiva y espiritual", algo a tener en cuenta en un artista acostumbrado a levantar polvareda con cada una de sus criaturas.

El artista colocó en pleno centro de la localidad un pato de goma gigantesco
Bassi considera este montaje su creación más "profunda y espiritual"

"La crisis nos ha dejado sin sueños, sin esperanzas. El liberalismo en su forma más salvaje no ha funcionado, y la izquierda que hubiera podido ofrecer una solución, un camino, no ha llegado". Este es el inicio del planteamiento que ha llevado a Bassi a tantear nuevos terrenos. "Si los políticos han decidido hacer de payasos, yo haré de político", aseguraba ayer el cómico con media sonrisa.

En su intento por devolver la esperanza a los ciudadanos en una época de crisis, el cómico ha recurrido a un elemento infantil: el pato de goma. "De pequeño tuve un flotador de esos y era lo que me proporcionaba libertad en la piscina, en el mar. Me podía alejar de mis padres sin problemas. Fue el principio de mi independencia. Era como un gran amigo, en el que puedes confiar", aseguraba.

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Esa sensación primigenia de libertad volvió a la cabeza de Bassi hace un año y medio cuando comenzó a preparar el montaje. "¿Qué utopía he tenido? Y recordé algo completamente olvidado de mi infancia. Ese flotador amarillo. Volver a tener a los 58 años los sueños que tienes cuando eres pequeño", explicó Bassi. De ahí su solución a la crisis: insuflar en el público vitalidad, esperanza, "recordar que para creer en el futuro hay que mirarlo con ojos de niño".

El artista, heredero de una familia dedicada durante generaciones al mundo del circo, resaltó además que el desfallecimiento que parece recorrer Europa va más allá de la economía. Ha visto en países como Pakistán, India o China al pçiblico emocionarse con una obra de teatro. "Lloran, ríen o gritan. Eso no pasa en Europa". Para remediarlo, tiene claro que no hace falta más que devolver la magia, aunque sea a base de gigantes de goma. Ante la mirada curiosa de algún que otro niño y de muchos más ancianos, Bassi acabó abalanzándose sobre su muñeco: "Tengo un pato gigante y nadie me lo puede quitar".

Leo Bassi, junto a su pato gigante hinchable, ayer en la Herriko Plaza de Barakaldo.
Leo Bassi, junto a su pato gigante hinchable, ayer en la Herriko Plaza de Barakaldo.SANTOS CIRILO

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