"Lo peor es no poder contarlo"

A Gloria, nombre ficticio porque quiere guardar el anonimato, le comunicaron el 6 de noviembre de 2003 que era portadora del VIH, el virus del sida. Unos días antes, se había ofrecido voluntaria para donar sangre en la Cruz Roja y lo que menos imaginaba es que estaba infectada.

Meses después, de lo que recuerda como el peor día de su vida, se enteró de que le había contagiado la pareja que había tenido unos meses antes, con la que había mantenido una relación estable. "Fue brutal recibir la llamada. Había donado sangre y me llamaron para decirme que habían visto algo raro y que tenían que hablar conmigo. Fui sola, porque no imaginaba lo que me iban a comunicar. Nunca piensas que te puede tocar a ti. Lo primero que hice fue llamar al chico con el que salía en ese momento para que se hiciera la prueba y luego a mis padres", recuerda.

Zulaika: "Es increíble que siga aún ese miedo al contagio, con tanta información"

Hoy, siete años después, esta mujer de 40 años vive con una enfermedad crónica que se ha estabilizado gracias a los avances científicos que le permiten actualmente un tratamiento con nuevos antirretrovirales más eficaces, más seguros y con menos efectos secundarios. En su caso, de ocho pastillas ha pasado a tomar tres y ya no vomita tanto como al principio: "Era lo peor, lo mal que te sentaban los medicamentos hasta que encontrabas los que te iban mejor".

Hoy se celebra el Día Mundial del Sida con avances científicos más rápidos que los prejuicios sociales. Una encuesta realizada por la Sociedad Española del Sida en septiembre de 2008 concluía que el 76% de la población cree que las personas con VIH han sido discriminadas en alguna ocasión.

Euskadi registra cada año 200 nuevos casos de portadores del VIH, de las que el 50% son heterosexuales y el 33%, homosexuales. En este momento, viven en Euskadi 9.000 seropositivos, de los que el 72% son hombres y el 28%, mujeres, con una media de 40 años. En ambos casos, el contagio se ha producido mayoritariamente por mantener relaciones sexuales sin protección. Las infecciones por el uso de drogas no superan el 10%.

Gloria lleva una vida normal. A veces, incluso se le olvida que tiene el virus. Trabaja desde hace seis años en una empresa de seguros donde no saben que es portadora del VIH y tiene que soportar en silencio comentarios de sus compañeros sobre formas erróneas de contagio. Cada tres meses se somete a unos análisis para controlar las defensas. "Cuando me diagnosticaron el VIH tenía las defensas por los suelos; en cambio, hace ahora un mes, en la última analítica el virus es casi inapreciable", se jacta orgullosa.

Lo único que no ha cambiado en estos siete años para esta mujer es que sigue existiendo, y en su caso sintiendo, la misma discriminación hacia los enfermos del sida. "Primero tuve que asumir la enfermedad, yo y mi familia, que me ha apoyado muchísimo, pero luego lo más difícil es no poder contarlo a los amigos, en el trabajo, porque veo que la gente no sabe realmente lo que es el sida y cómo se contagia. Tienen mucho miedo de nosotros y no quieren saber", se lamenta.

Para Daniel Zulaika, coordinador del Plan del Sida de Osakidetza, "es increíble que 30 años después de que empezase a surgir el sida, quede aún en el subconsciente de la gente ese miedo al contagio, cuando existe tanta información de cómo se trasmite realmente", explica. Zulaika espera que con el tiempo desaparezca ese temor que nace de la ignorancia y provoca rechazo social.

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